Ayer, con la tranquilidad reinante, nos metimos en harina. Lo digo en sentido literal. Hice una masita para preparar empanadillas y un bollo de chorizo. Está claro que me tira lo de la masa, debe ser genético. Mi familia materna tenía una panadería y cuando nosotros de pequeños íbamos de vacaciones al pueblo, Valencia de D. Juan en León, recuerdo sobre todo aquellos olores de la levadura y del pan recién horneado y como mi tío nos preparaba, a los forasteros, de vez en cuando, unos panes especiales con forma de polichinela, que daba pena comer por lo bonitos que quedaban.

Ayer, en lugar de amasadora de panadería, usé mi flamante Thermomix. Incluso colaboró el capi, picando el chorizo, a su gusto, para el bollo y cerrando alguna empanadilla. El resultado no fue el esperado, mucho ruido para pocas nueces.

La tarde continuó con normalidad, avanzamos adecuadamente para el flojo viento que nos sigue empujando. Hay que tener en cuenta que el máximo es de 12 kts (20 Km./h). muy de vez en cuando.

El generador en mitad del proceso de carga de baterías y potabilización de agua, dejó de funcionar. Teníamos previsto para Trinidad cambiar el impeler y el ánodo de zinc. El impeler, por una puta semana que faltaba, rompió. En este caso no ha sido sin previo aviso, llevamos desde la salida de Salvador, viendo que movía poca agua. Tenemos los depósitos llenos de agua y la carga de baterías se la hemos traspasado al alternador de uno de los motores. Problema, lo que se dice problema, no hay. Es solamente una avería fácilmente solucionable, que incluso podría resolverse en navegación, pero va a ser que no. Cuando lleguemos al fondeo de Tobago o al astillero en Trinidad, will be done.

Este problemilla no fue nada comparado con la catástrofe que nos esperaba por la noche. Las cuatro linternas de mineru y dos normales de mano, dejaron de funcionar casi al unísono. El capi en el cambio de guardia estaba totalmente descolocado. La cosa no es para menos. Una linterna de cabeza es imprescindible para hacer maniobras con las velas por la noche, te deja las manos libres y vas viendo todo según giras la cabeza. La última la compramos en Salvador para llevarla de respeto. Ja, ja, con el respeto, también caducó. De ahí viene el título de la travesía de hoy, joder, ¡como son los chinos!, fabricando linternas.

Esta mañana, antes del desayuno, el capi a la luz del día pudo reparar una de ellas. Fica mais feliz.

Dedicatoria del día de hoy para el tío Felipe, que amasó miles y miles de kilos de harina. El hombre está muy mayorcete y casi seguro que esta dedicatoria no la va a recibir, pero puede que alguien de su familia si. Pues va también para ellos con nuestro cariño.