Adiós a Ecuador

Desde que llegamos a Ecuador, hemos valorado distintas opciones a la vista de las posibilidades que existen para dejar el barco una temporada y también las nuevas circunstancias que provocó el terremoto.

Realmente no hemos encontrado un lugar adecuado para dejar el barco . En Bahía de Caraquez el río, con sus corrientes, en algunos momentos fortísimas, que en momentos de lluvias arrastraron arboles completos, no nos pareció un lugar para nuestro cata, incluso antes del terremoto. Puerto Lucia, donde estamos ahora, es una marina convencional, estamos atracados a un muelle, pero el mar entra hasta el fondo y provoca fuertes resacas que hacen trabajar las amarras de forma durísima y parece que puedan romperse en cualquier momento. Para completar el idílico lugar, pequeñas burbujas de petróleo manan del fondo, de vez en cuando y dejan el agua y las líneas de flotación, hermosos. Tampoco nos parece adecuado este lugar, entre otras cosas por el precio. Así que decidimos que era mejor seguir nuestro viaje hacia Polinesia, aunque no es la mejor época para cruzar y allí aún tendremos que buscar donde dejarlo durante la estación de ciclones.

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el PRATI en Puerto Lucia

No es que nos hayamos hecho piratas, por la bandera negra en la perilla del palo, es la única forma de espantar a las fregatas alcatraz, que dulcemente se posan por la noche sobre la barra del anemómetro y además de poner en peligro el equipo, dejan la cubierta con un desparramao de mierda que te acuerdas de toda la fauna local.

Así que el jueves, zarparemos y estamos resignados a una lenta navegación hasta el archipiélago de Gambier. Dista de aquí, a rumbo, 3.400 Nm. y otras 900 millas más para llegar a Papeete (Tahiti) y con los vientos tan flojos que tenemos esta temporada, tenemos una estimación de ETA de 30 días.

Zarparemos con varias incertidumbres. El segundo piloto automático da algún fallo aunque creemos que no es importante. El congelador, después de tres reparaciones, sigue sin dar ninguna seguridad, tiene días. El tema de los ánodos de zinc seguimos sin resolverlo. Hemos galvanizado la cadena de fondeo por si éste era un problema ajeno al de los ánodos de zinc. Veremos. Casualmente desde el último cambio hace 2 meses, solo se ha comido 2/3, o sea, que ahora podrían durar 3 meses. El problema sigue en pie.

La cuarta incertidumbre, a priori más importante, es donde dejar el barco en tierra en Polinesia. Hemos hecho varias consultas y de momento no hemos encontrado el lugar. Hay varaderos para sacar el barco sin problema para reparaciones, pero no para estadías.

En cuanto a nuestra estancia en Puerto Lucia, ha sido socialmente muy activa. Al poco de llegar y por una de esas casualidades de la vida, conocimos a Álvaro, persona excepcionalmente amable, aficionada a los barcos y con dotes de cicerone y animador social.

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Salinas desde lo alto, la primera visita turística con Álvaro

El y su esposa, Leticia, nos “presentaron en sociedad” y desde ese momento hemos tenido excursiones, como ésta en que fuimos a Montañita, un lugar muy curioso y animado, en el que se han ido concentrando personajes alternativos de todas partes del mundo, entre otros atractivos, por sus olas excepcionales para practicar el surf y por su trapicheo de todo tipo. Hay cantidad de tenderetes con ropa hindú, suvenires, artesanías, etc. y un pestazo a porro generalizado.

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Excursión a Montañita, con Marta, Florette, Leticia, Cecilia y Álvaro

Hemos sido agasajados por las amistades de Álvaro, nos han invitado a cenar y comer en sus casas. La de Álvaro, la de Manolo, un malagueño afincado aquí desde hace 60 años, la de Trévor y la de Cecilia.

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La cena en casa de Cecilia, con el grupo de amigos casi al completo

Hemos visitado Guayaquil, ciudad de tres millones de habitantes, a poco más de una hora de nuestra marina.

Tiene un malecón, bordeando el río Guayas, moderno y animado y una zona vieja, Las Peñas, de casitas coloreadas en una colina con un faro en su parte alta. Al faro se asciende subiendo 450 escalones, debidamente identificados con su número. Para que no se diga, cuando llegamos arriba aún tuvimos ánimo de subir a lo alto del faro, otros 50 escalones más.

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Guayaquil

La despedida de la zona ha coincidido con la celebración del 90 cumpleaños de la Reina de Inglaterra, que se celebró en la casa de nuestra amiga Cecilia, esposa del Cónsul Ingles y concentra a la sociedad guayaquileña y de Salinas. Es una fiesta blanca, junto a la playa.

Para equiparnos de blanco, como manda el protocolo, nos acercamos a Guayaquil donde tuvimos un pequeño percance. El capi por la mañana, al salir de la ducha, perdió la memoria durante casi cuatro horas. Puestos al habla con un neurólogo de prestigio, le quitó toda la importancia al suceso que se diagnostica como Amnesia Global Transitoria o algo parecido. Nos comentó que el problema mayor es para el acompañante, ya que el sujeto que la padece no es consciente de su extravío y que es algo que ocurre una vez en la vida y suele pasarle a las personas mayorcitas. Después del susto, recobró la normalidad y hasta ahora. Allí, una vez más, la compañía y la ayuda de Álvaro fueron muy importantes. Se lo agradecemos de nuevo desde estas páginas.

Volvemos a la fiesta de Aniversario de la Queen:

Estas son las fotos del evento. También aparecen en la revista Hola de Ecuador.

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Nuestra llegada a la fiesta, con Leticia y Álvaro, recibidos por Cecilia y el embajador inglés. Los Beefeater son de carne y hueso.

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En el resto de las fotos, el ambiente de la fiesta, el concurso de sombreros y el brindis al sol del capitán.

Lo hemos pasado muy bien esta temporada. Salinas, la ciudad vacacional que tenemos al lado está en temporada baja, es decir, casi desolada. Solo la compañía que hemos encontrado aquí nos ha hecho disfrutar el lugar. Tenemos nuevos amigos y como siempre, cuesta soltar amarras.

Está decidido, mañana día 15 cargamos de combustible y salimos a boya para, al amanecer de pasado mañana, día 16 de junio, pondremos rumbo a Polinesia francesa.

La previsión meteorológica es de 2-3 días a motor hasta llegar a la zona de vientos.