Y todo sigue igual. El viento sigue missing y nosotros motoreando al sol hacia el sur y
hacia el verano que este año no habíamos disfrutado.

Acaban de confirmarnos que tenemos atraque en La Graciosa, donde pensamos dejar el barco para hacer una escapadita a casa. Una vez más disfrutaremos de esa isla tan especial donde volvemos a coincidir con la familia Flores, aquellos que tienen la casa en Pedro Barba y que fliparon con el gorro de Charly. (Véase la crónica de junio de hace dos años).

Ayer, para combatir la inactividad, los chicos echaron el curri. Un pobre pipiolo de atún, entró al trapo. Como estaba recién salido de la catequesis, lo indultamos. Otra vez el señuelo navegando millas y millas se mantiene virgen de capturas, a pesar del optimismo de Juan, que dice que hay que tener fe, que siempre cae algo. El está dispuesto para preparar lo que pillemos, limpiar y despiezar, el resto le tocará a la nauti.

Esperamos que en esta visita a La Graciosa-Lanzarote, nos podamos reencontrar con nuestros amigos, Montse, Norberto y Naroe, así como los inefables Antonios, Pichón y Petaco. También contactaremos con los Celebration, Paula y Pablo que andan por el S de Lanzarote. Nos gustaría también coincidir con todos los demás barcos amigos que van a hacer esta misma recalada de camino al cruce atlántico: La Peregrina, El Luthier, Begonia, Atlantide y algún otro que ahora no recordamos y que puede aparecer en cualquier momento. ¡Vaya agenda ocupada! Otra vez a coger unos kilitos.

Esta mañana hemos cambiado el rumbo directo que llevábamos para buscar el viento que según el meteo anda por el SE de nuestra posición. Con suerte la última parte de la travesía la haremos, de nuevo, a vela.

Por los bafles de la bañera sale al aire Alberto Cortez con “Castillos en el aire”. Ventajillas de navegar jartitos de watios, consecuencia directa de no tener viento.

Dedicatoria: A Alberto Cortez que tantos momentos felices nos ha deparado.

No sabemos a donde ha ido, pero está claro que por aquí no hay ni gota de viento. Llevamos desde ayer a mediodía a motor, el mar es una balsa de aceite que brilla al sol y las perspectivas no son muy optimistas.

La noche ha sido estupenda, con una porción mínima de luna y un cielo cuajado de estrellas. La temperatura es buena e invita a permanecer en el exterior, lástima del rum rum del motor.

Estamos descansados, relajados y hasta un pelín aburridos, las ocupaciones de navegación son mínimas, cambiar de motor cada varias horas y vigilar el radar, que además tiene la alarma puesta y avisa cuando aparece algún otro barco en la zona de vigilancia.

Por la tarde asamos castañas que venían de Galicia. Siempre se asocian al frío y en este caso estaban fuera de contexto, pero tan ricas que nos supieron.

También tenemos pimientos de Padrón, esos que unos pican y otros no, hemos comido unos cuantos y se echa de menos el vinito para acompañarlos, pero nos mantenemos fieles a la costumbre de no beber alcohol mientras estamos navegando. Como dice Javier, de La Peregrina, así hace más ilusión llegar a tierra para inflarte a tomar cervezas.

Después de los trabajos de Galicia, a los nuevos equipos les pasa como a los pimientos de Padrón. Los aerogeneradores, trabajan poco o nada, no sabemos si es por falta de viento o porque les da la gana. La nueva desaladora funciona estupendamente, la calefacción, que desde la salida de A Pobra no ha hecho falta, funcionó muy bien allí.

El generador, después de la revisión general, parece otro. Funciona correctamente sin calentarse como lo hacia antes. Se le han sacado del enfriador mogollón de trozos de paleta de los anteriores impelers y la refrigeración, por tanto, es ótima.

Del tema de las estanqueidades, regular, tirando a mal. Por el portillo de emergencia, centro-babor, sigue entrando agua, aunque sin alarmar demasiado porque no pasa de 1 a 2 litros diarios, es decir, como antes de la reparación. Ayer se ha descubierto el camino de entrada y al llegar a Canarias habrá que cortar por lo sano, meter caladora por debajo de la escalera y acceder al portillo por el lado inferior, pegado al casco. Casi seguro que el agua entra por ahí y esperemos que se pueda corregir.