Para variar, sobre Las Palmas de Gran Canaria, tapón de nubes que aquí llaman “panza de burra” y que nos acompañó durante mes y medio a excepción de cuatro días.
Salimos con meteo favorable que indica vientos de 20 y 15 kts. Una vez trimadas las velas y el barco estabilizado, llamamos a nuestras respectivas familias, como tenemos por costumbre, formalizando la despedida.
Según vamos avanzando se advierte en el enrollador de genaker un cabo deshilachado. Arnés, línea de vida hasta la proa y a reparar. Se trata de una ligadilla que sirve de remate a la unión de dos cabos de distinta mena que se habilitaron para que cupiese en el enrollador y tuviera a su vez la mena oportuna para el winche.
A las 15 horas UTC el viento refresca y pasa de F-5 a F-6 y a la hora siguiente F-6, 7 y 8. Enrollamos génova, sacamos foque y tomamos el primer rizo. El mar embravece y las olas cogen una altura considerable pasando a tener categoría de mala mar. Tomamos el 2º rizo y a pesar de ello embarcamos tal cantidad de agua por el costado de estribor que nos pusimos pingando y fue un buen bautizo para esta partida.
Probablemente y aunque ya vamos a 15 Nm de la costa, esto sea debido al efecto Venturi que provoca la isla. Ya en la parte sur y teóricamente libres de este efecto el viento sigue fresco y no abandonamos F-6 hasta media noche.
Una vez tomado el 2º rizo vemos que el sable inmediatamente inferior al ollado ha quedado curvado en exceso y se presume que tenga riesgo de rotura. El capi le echa valor y a pesar del columpio en que se ha convertido el barco, se encarama encima del fly con el susto metido en el cuerpo y trata de solucionar la papeleta. Utilizando la fuerza que da el subidón de adrenalina en estas circunstancias, intento tras intento lleva el sable a su posición normal, pero éste una y otra vez se vuelve a combar como una carpa. Resignación y”pabajo”. Después de un buen rato de meditación, de mirar y mirar, encontramos la posible solución de colocar un matafión por el mismo ollado del rizo, tensar con fuerza y dejar liberado el rizo principal. De esa forma se puede deshacer el as de guía situado en la botavara y pasarlo a una posición más adelantada que es la que pide el guión y con la que probablemente al volver a cazar el rizo, la vela vaya a su sitio. La previsión era optimista pero el resultado no lo fue tanto. El sable quedó curvado a pesar de que la vela quedó en buena posición y se suprimió el riesgo de rotura.
En cualquier caso quedamos muy contentos por superar el miedo que había al principio a subir al trapecio.
Seguimos navegando y echamos la hélice de popa que mueve el generador eléctrico. Prácticamente no se nota su carga. Algo no va bien.
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