Cosas de Hao

Estamos en un periodo de calma completa. El  lagoon parece un espejo y su azul es esplendoroso.

Hao no es uno de los destinos lúdicos para hacer una escala, así lo dicen las guías, que solo hablan de una antena de comunicaciones en mitad del pueblo y algún que otro cocotero. La tildan de fea y de passe (entrada) peligrosa por sus corrientes en condiciones extremas. Es practico y bastante habitual parar aquí, por su ubicación a mitad de trayecto desde Gambier a Tahití o Marquesas y porque tiene una entrada amplia, con una buena sonda en todo el recorrido hasta el muelle en que estamos abarloados, a unas seis millas. Solo hace falta elegir bien el momento de la entrada. Hay cuatro horarios posibles, todos dependientes de los horarios de la luna, las mareas aquí son poco importantes.

El pueblo tiene sus calles trazadas en cuadrícula. Casitas bajas, algunas de buen aspecto, la mayoría precarias. En todas, flores y árboles cuidados. También hay muchas construcciones con aspecto abandonado.

Hemos visitado dos tiendas, dicen que hay tres. En una hemos comprado el gasoil con el servicio completo de puesta a bordo. Nos dieron un precio, acto seguido otro más alto y al día siguiente cuando fuimos a pagar, metieron otro clavo adicional. Según nos han contado otros veleristas es la práctica habitual aquí Para descargar con bomba manual 300 litros a garrafas y desde estas a los tanques, vinieron tres operarios. Eso sí, el gasóleo parece de primer nivel, tan transparente como el agua y desprecintaron los bidones aquí. Ya tenemos resuelto el tema del combustible.

En la otra tienda, tipo supermercado, sus propietarios se pusieron muy contentos cuando supieron que somos españoles. Han estado de vacaciones  dos meses en España. Sobre todo se emocionaban hablando de Salamanca e inmediatamente sacaron su smartphone para enseñarnos fotos. No estaba la plaza Mayor, ni la Catedral, ni el Tormes, ni la Casa de las Conchas, solo el maravilloso hotel en que pernoctaron por 70 € la noche. Edificio de aspecto exterior árabe y decoración interior con motivos egipcios.???.

En las tiendas hay más vegetales y frutas que en Rikitea, parece ser que vienen en avión y desde el martes que llegamos, ya hemos visto tres aviones.

Estamos a dos kms. del centro y las veces que hemos ido paseando, hemos visto varios snacks, tamaño portal de casa, todos cerrados. Hay que encargar para que abran y te den de comer, como habitualmente no hay clientes, pues tienen cerrado. Parece ser que el ejército,  que ha estado aquí por más de 30 años, controlando este área tan expuesta a la radioactividad por las explosiones nucleares en el atolón de Mururoa, se ha marchado. Con el ejército han desaparecido los puestos de trabajo y ahora hay cierta precariedad económica. Están esperando una inversión china, que quiere instalar piscifactorias en el 70% de la superficie del lagoon. Reventarán el ecosistema pero a cambio se crearán puestos de trabajo, a elegir, susto o muerte y han elegido susto.

Este atolón es de los grandes, tiene forma alargada y de punta a punta unas 28 millas.

En el año 1.985 un ciclón se llevó todo por delante y han decidido no plantar nada para que no se lo lleve el siguiente ciclón. En Rikitea tenían perlas, pero aquí,  como no vengan pronto los chinos……

Nos ha visitado un par de veces un lugareño al que le encanta confraternizar con la gente de los veleros, se llama Ipu.  Ayer nos trajo higos de regalo y nos pidió a cambio una tarjeta del barco con dedicatoria.

El horario local es el oficial de la Polinesia Francesa, una hora menos que en Gambier, UTC-10 y doce horas menos que en España. Con este cambio a las 4 está amaneciendo y antes de las 6 de la tarde es noche cerrada.

El pronostico meteorológico para los próximos siete días sigue siendo calmas, a excepción de mañana que da 10 Kts. de viento. Pensamos aprovechar ese día de viento y con otro a motor, arribar al atolón de Tahanea que dista 230 millas y ése si es de los bonitos, auténtico, pintoresco y deshabitado. Eso dicen las guías, veremos y contaremos.