1 de Enero de 2.014

Después de la crónica anterior, Fabián y Carlos con el dinghy fueron al pueblo. A mitad de recorrido el motor dio fallo y se paró. Arrancó de nuevo y a baja velocidad conseguimos cruzar. Nos dirigimos al varadero para ver la posibilidad de amarrarnos de alguna manera y rápidamente vimos que no era posible. El dique que tiene el varadero está orientado perpendicular a los vientos SW que atacan con fuerza esa orilla. La consecuencia inmediata es que se monta un oleaje de hasta 2 m. que probablemente machaque a una embarcación tan frágil como esta de fibra de vidrio.

Cerca del varadero hay una operadora turística que tiene varias semirrígidas para llevar gente a los avistamientos de pingüinos, alcatraces, toninas, leones marinos, etc. ya que la zona es de una gran riqueza  natural,  allí, al menos se puede dejar el dinghy. Charlando con Javier, el responsable de la empresa, nos aconsejó cambiar el fondeo de en medio de la ría a otro más próximo a la costa. Así lo hicimos. Cercana la bajamar, comprobamos que nos íbamos a quedar tocando fondo. Nuevo fondeo, como si dijéramos intermedio.

Volvimos a tener el problema de que el barco se cruza y los cabos de la pata de gallina que sujetan la cadena hacen una gran fuerza contra los tensores de botalón cuando la cadena llama por el interior de los cascos hacia popa. Para este problema ya habíamos encontrado una solución: montar un aparejo paralelo por dentro de los tensores, de manera que si la cadena llama por proa se deja que actúe el sistema original y si llama en sentido contrario hay que largar estos cabos y cazar los interiores. Alta satisfacción al haber encontrado este remedio, aunque ello supone la vigilancia permanente del fondeo.

Al amanecer de ayer ya vimos que habíamos garreado más de 40 m. cundió nueva alarma, aunque parecía haberse estabilizado el fondeo en la nueva posición. A medio día en un abrir y cerrar de ojos, nuevo garreo espectacular. Inmediatamente levamos ancla y quedamos navegando a la espera del regreso de Fabián que había ido en una semirrígida, de la otra operadora de turismo local,  en este caso con Daniel y Tati,  a comprar alimentos y combustible. Apareció la lancha y en ella también venía Miguel el patrón del remolcador YAMANA, persona de la que habíamos oído con anterioridad que era una autoridad en la ría, además de colaborador y amable.

Nos sugirió que cambiásemos a un fondeo a una milla hacía el interior, donde hay un canal de unos 60 m de ancho que separa el continente de una pequeña isla. Entramos en el canal con viento fuerte, más de 30 kts. del N. echamos ancla por proa y largamos 4 cabos, 2 largos por amuras y otros 2 por aletas. Lo que se cuenta en un par de líneas, supuso un gran esfuerzo durante 2 horas y stress para las 6 personas que estábamos en ello. Concluyó felizmente la operación, se descargó la comida y las garrafas de combustible y aquí nos dejaron casi relajados a esperar la situación de vientos fuertes del SW. Gracias, chicos por esta ayuda tan importante.

Ahora estamos en la posición
Latitud.-     47º 45’658 S
Longitud.-  65º 56’923 W

Por la tarde, llegamos a tener 48 kts. del N y el barco se mantuvo estabilizado. Quedaba solamente una amarra por popa babor que queríamos reforzar en previsión de los famosos SW. Toda la tarde estuvimos esperando la bajada transitoria de viento prevista y a las 9 de la tarde, aún soplando, bajamos en el dinghy, bien agarrados al cabo existente por si fallaba el motor y doblamos la amarra de ese lado. Ya de paso revisamos las otras. La de proa babor estaba casi suelta, las piedras a las que se había amarrado el cabo se habían soltado. Durante 3 horas, justo para despedir el año, estuvimos amontonando piedras, haciendo una base más sólida para las 2 amarras de babor. Terminando bien entrada la noche, con las linternas de minero, nos sorprendieron los fuegos artificiales en el pueblo, por detrás de la loma. Supimos gracias a ellos que ya había empezado el 2.014.

Regresamos al cata y nos encontramos con una opípara cena de langostinos y pescado fresco que había traído Fabián por la mañana. Nos permitimos una botellita de champán y a eso de las dos y media, bien cansados y machucados, nos fuimos a dormir con cierta tranquilidad. Total, tenemos asumido que si falla un cabo nos iremos a la orilla contraria a reventar el barco contra las piedras. Ventajilla a nuestro favor es que tenemos al  remolcador YAMANA bien cerca, a golpe de VHF, a 2 millas.

A las 5 y a las 7 de la mañana se comprobó el estado de las amarras, todo estaba bien y dormimos hasta las 11.

En la crónica anterior comentábamos acerca de lo inhóspito del lugar. Ahora tenemos que hablar, a cambio, de la amabilidad de la gente con la que hemos tratado. Incluso la Prefectura  Naval vino a bordo a tramitar nuestra entrada.

Para despedir esta crónica, hemos conseguido enviar una foto de la tripulación, recién duchada, descansada y contenta para felicitar a todos el nuevo año.

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Foto de la tripulación del PRATI deseando feliz año 2.014