Jacaré segunda parte

Hoy martes, tenemos casi todo listo para soltar amarras y poner rumbo a Recife. Estamos un poco a la espera de ver como evoluciona el catarro que hemos pillado y la situación del mar, que estos días está un poco levantado, olas de 2 a 2,5 metros y frecuencia corta, el viento no es malo, pero la mar sí. Mañana veremos.

El pasado jueves, primera fiesta de despedida de la tripulación del catamarán Outre Mer. Pensaban que al día siguiente tendrían las velas por las que llevan esperando quince días. Se sabe que ya han llegado a Brasil aunque no a este aeropuerto.

La fiesta fue amenizada por otro vecino de pantalán, Jerome del CREACH. Además de hacer malabarismos con diabolos, también hace juegos de entretenimiento y divierte al personal. Esta es su profesión.

El viernes fuimos a conocer el centro histórico de Joao Pessoa. Poco que destacar, algunas iglesias y poco más. En la plaza del monumento a Joao Pessoa, que fue presidente de este estado y que murió asesinado, vimos un tema curioso: bajo unos toldos cantidad de gente sentada, con pancartas en las que se anunciaba la huelga de la policía,»policia en greve». Como en esta plaza está la sede del Gobierno, parece ser el lugar preferido para todas las manifas.

Desde aquí fuimos a conocer la playa de Tambau, que está a continuación de la de Bessa, un poco más selecta y con amplias zonas de dunas que tienen bien conservadas y preservadas. Almorzamos en un restaurante estupendo, de cocina portuguesa, llamado Adega do Alfredo, el bacalao de antología.

Cuando regresamos al pantalán, había un gran cabreo en la tripu del catamarán francés. Las velas efectivamente están en el aeropuerto, incluso las han visto, pero ahora hay que papelear con aduanas y como es viernes ya está cerrado. El sábado y el domingo también y el lunes es la fiesta del funcionario. Echan humo por las orejas esperando que el martes haya suerte.

El sábado a la noche tocó conocer la playa de Cabo Branco, más allá de Tambau. Vimos un grupo numeroso, unas cincuenta personas, hombres y mujeres, de «capoeira», realizan danzas africanas, que recuerdan las artes marciales orientales, de las que usan sobre todo las piernas, grandes saltos, volteretas y un fin de fiesta de pura samba. En un chiringuito cercano una pequeña orquesta de «fogó» música muy en boga en esta parte del país. Por todas partes grupos familiares paseando, comiendo maíz hervido y disfrutando de esta maravillosa temperatura.

Nos dirigimos a un restaurante que nos habían recomendado y como lo vimos excesivamente multitudinario, repetimos con el Sal y Brasa del otro día. Otra vez bien.

Domingo, después de llevar muchos días dándole vueltas al asunto del gasoleo que llevamos en las garrafas, ni más ni menos que desde Puerto Rico, en el 2006, consultamos con Juan, el vecino del catamarán francés, que tuvo un taller de reparación de vehículos y que de esto sabe cantidad, para ver si era conveniente usar ese gasoleo o no. Estudiamos todas las garrafas y apenas tenían un poco de sedimento en el fondo. Sin duda para su utilización.

Hice trasiego y filtración entre tanques y la limpieza del filtro general que aún tenía alguna virutilla de polietileno, de las de Melilla. Para ello estuve una hora metido en el pozo de la cadena, como un contorsionista circense, sudando la gota gorda, con la patrona sujetando la sombrilla para evitarme una insolación segura.

Una vez metido en harina, aprovechamos para limpiar los recipientes y los motores. Comprobación de niveles y sobre todo estudiar el comportamiento del aceite de la reductora de estribor, que el Temido II nos advirtió que podía haber sufrido con el enganchón del cabo en la hélice. Quince o veinte minutos de motor con marcha avante, a bajas revoluciones y todo OK. no hay atisbos de agua en la reductora.

El sábado habíamos ido a ver el show del Bolero de Rabel en el Port de Sol de Jacaré, que tenemos a 200 metros. Era tal la aglomeración de gente para verlo, que apenas pudimos tomar unas fotos, puestos de puntillas. El domingo repetimos, como señores, para ver el espectáculo en primera línea en nuestro dinghy. Tuvimos al saxofonista a pocos metros y la multitud enfrente. Este ritual para agradecer a Dios un día más de vida, justo cuando el sol se está poniendo por el horizonte, parece ser que se repite día a día desde hace 25 años y viene gente de todos los lugares para disfrutarlo.

A la noche, cena en el catamarán francés, segunda despedida. Tres kilos de camarones, pescado al horno, aceitunas de aperitivo y un cóctel especialidad de la casa, que ellos denominan Keroseno. Muy bien la velada que acabó con una demostración del Celestrón del Prati, el aparato que localiza las estrellas y te da todo tipo de explicaciones acerca de ellas. Los que no lo conocen, flipan.
El lunes excursión al litoral sur. Empezamos por el Farol de Cabo Branco, faro que marca el punto más oriental de las américas, para seguir haciendo un recorrido costero con una primera parada en Barra de Gramame, allí el capi probó por primera vez el baño en aguas continentales brasileras. Es la desembocadura de un pequeño río que forma una barra muy bonita y con una corriente entrante en ese momento de mucha intensidad. Los pies casi en el agua y en las manos un coco para refrescarnos.
De allí partimos hacia la Praia do Amor, lugar frecuentado por autóctonos y que tiene una belleza natural tremenda. También tiene un pequeño riachuelo y al lado una especie de desfiladero, falesia, multicolor de belleza exótica.
Rogelio, el taxista con el que concertamos este recorrido, conoce muy bien estos lugares donde gusta de ir con su familia. Es un hombre amable y con él el viaje se hizo ameno. Si hubiéramos ido solos, nunca hubiéramos encontrado ese lugar, por su acceso sin señalización desde la carretera y el camino de entrada bastante abandonado y sucio.

Tras ésta, Tabatinga, playa enorme, bella y solitaria. Área de casas solariegas, de bastante nivel, aparentemente de veraneo.

Y para terminar y cagarla, la estrella: Coqueirinho. La playa es bien bonita, la fastidian los chiringuitos, que uno tras otro abarrotan el litoral, amén de vendedores, músicos ambulantes, mala calidad de la comida, precios altos, en fin, repetición de la de Natal, solo que esta vez no colaboró el taxista sino que se sintió avergonzado.
A pesar de este final, el día fue estupendo, el litoral nos gustó mucho y lo pasamos bien. Rogelio, vino a visitar el cata porque no se imaginaba lo que podía ser un barco por dentro y no entendía que viviéramos en uno y que hubiéramos venido desde tan lejos en él. Se fue tan contento después de hacerse unas cuantas fotos.
A continuación unas vistas desde el balcón del PRATI:

Estancia en Jacaré

Llevamos una semanita al sol de Jacaré, tomándonos las cosas, como siempre, en plan tranqui.

Un par de días hemos ido a la playa de Bessa, considerada playa urbana de Jacaré por su cercanía. Playa de arena dorada y gran tamaño, como aquí es normal. El ambiente en la playa es como sigue: todo el mundo se instala en los chiringuitos, no hay gente en tumbonas, ni en toallas en el suelo, allí se van tomando cervezas, agua de coco, refrescos y comiendo algo, bien servido por el restaurante en que estás instalado o comprado a los vendedores ambulantes que recorren continuamente el lugar ofreciendo variedad de cosas: huevos cocidos de codorniz, camarones, langostas, frutos secos, etc. etc. no hay problema porque se compren cosas a los ambulantes para tomarlos en las mesas del restaurante, nos ha parecido curioso.

También ofrecen sombreros, música, películas y toda clase de adornos, si bien no resultan pesados en absoluto.

Seguro que si en nuestro país las playas funcionaran como aquí, muchos maridos no estarían tan en contra de ir a la playa. De vez en cuando te levantas y te das un baño, el agua tiene una temperatura que casi ni refresca pero presta. Cada chiringuito ofrece también una ducha de agua dulce para quitar la sal. Hemos tomado en ellos cosas bien buenas y a la sombra se está de vicio.

Cerca del atraque hay un lugar de restaurantes, tiendas de souvenir y demás que se llama la plaza de Jacaré, donde vamos por las noches. Hemos pasado agradables veladas conversando con algunos vecinos del pantalán, sobre todo con la tripulación francesa de un Outre Mer 55´, que están haciendo un delivery desde Sheyselles hasta Francia, pasando por Cabo de Buena Esperanza y Brasil. Casualmente, uno de los tripulantes, Juan Muñoz, habla español y conoce a nuestro amigo Juan del Tde8.

Hay un lugar particularmente agradable, llamado Sax Café, cuyo propietario conoce muy bien la historia de España, antigua y actual y nos valora muy positivamente frente a Portugal. Hace unas buenas caipirinhas y es muy educado y ameno.

En los restaurantes hay música en vivo y en uno de ellos tocan el Bolero de Ravel antes del Ave Maria de Gunond, de las 6 de la tarde. Hoy hemos sabido que como apuntaba Jangada en un comentario, empiezan la actuación desde un bote, para después seguir en el restaurante. Eso sí a las cinco de la tarde. Iremos a verlo y hacer unas fotos para que quede constancia.Otro día hemos ido con los del Luthier, Catarina y Dorival, a un shopping center para comprar un teléfono móvil brasileño, que nos de un poco de autonomía para llamar a los taxis y demás. También celebramos el cumpleaños de Dorival.

Ayer, miércoles, fuimos de excursión por el río y como no, a la ladera contraria. De camino vimos cangrejos y más cangrejos, de tamaño nécora que viven a la sombra del manglar. Verde, mucho verde, más verde, todo verde en ambas orillas del río Paraiba que tiene un kilómetro de ancho en esta zona y en el pueblo en que paramos para almorzar, flores en cantidad.

Por la noche fuimos a un rodicio, llamado Sal y Brasa, donde nos pusimos las botas a comer carne de todo tipo, muy rica, muy bien hecha y un par de botellas de vino, además de los aperitivos con cerveza y caipirinha. Celebramos nuestro 32 aniversario de boda y echamos la casa por la ventana. Vaya cogorza. Hoy estamos rebajados de todo servicio.

15 de Octubre Natal a Jacaré

A las 15 horas, con la marea bien alta, salimos por debajo del bonito puente de Natal y siguiendo las indicaciones de todo el mundo, nos dirigimos mar adentro hasta separarnos de la costa unas 20 millas. Los pescadores, muchas veces sin luces, campean a sus anchas y sus redes, también sin señalización, pueden ser una trampa mortal para un velero, así que contra el viento y el mar, a motor, recorremos 20 millas y alucinamos ante la cantidad de barquitos que nos rodean a más de 15 millas de la costa, faenando en la oscuridad y que encienden las luces algunos, cuando el capi les enchufa el foco pirata.

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La patrona, con un mareo de órdago, está retirada de servicio y el pobre capitán se desdobla y se desoja para que no se le cuele ningún barquito y nos demos un susto.

Una vez alcanzado el punto de separación de la costa idóneo, viramos hacía el S, con vientos de fuerza 3 y 4, de ceñida. Avanzamos bien aunque las condiciones a bordo no son muy agradables, sobre todo para la mareada.

Durante toda la travesía se mantuvo la navegación de ceñida, de ceñida con 60º de real y 35 a 45º de aparente, mar de unos dos metros y ola como la mediterránea, de frecuencia corta y machacona. Repetimos, de ceñida, aunque los catamaranes no ciñen, nosotros vinimos de ceñida, no sabemos como.

Además de avistar tres mercantes, entre Punta de Tabatinga y hasta pasar Rio Cunhau, a unas 14 Nm de la costa, hay piscifactorías o similar seguidas. Lo que supone luces constantes durante más de 25 millas.

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A eso de las 8,30 de la mañana, arrumbamos hacía las boyas de señalización del canal de entrada a Cabedelo. Cada una a su aire, no se parece demasiado a lo que indica la carta. Menos mal que lo vemos con nuestros ojitos. Nos adentramos en una amplia ensenada de orillas planas, bancos de arena y dos enormes brazos del río Paraiba. Por babor, el dique de mercantes de Cabedelo, algunos silos y pequeños pantalanes para pesqueros. Por estribor todo vegetación. Entramos en la bajamar y fuimos remontando, río arriba, las cinco millas que separan Cabedelo de Jacaré. El río es impresionante, el agua achocolatada, las riberas muy verdes entre las que destacan del arbolado grupos de esbeltas palmeras que dan un toque exótico.

Recorremos en total 108 millas en lugar de las 85 que oficialmente separan Natal de Jacaré, donde nos esperan los del Luthier. Dorival nos ha llamado por la VHF y está pendiente de nuestra llegada.

La marina se ve un poco pequeña, el espacio libre entre los barcos, será de unos 25 metros, la corriente y el viento no son coincidentes y el capi duda antes de dirigirse al lugar de atraque que nos indican. La duda era razonable, en plena maniobra enganchamos los cabos del muerto de otro barco y allí quedamos, en medio de la merienda, con el cata atravesado. Se inicia todo un dispositivo para evitar golpearnos contra las anclas de los demás. Cabos al pantalán más alejado y un grupo de navegantes que presta su ayuda, además de Dorival.

Carlos baja a ver el enredo pero sube sin poder distinguir nada en el agua marrón, que no sucia, de este río. La marina manda un chaval mergullador y después de varios intentos corta los cabos y nos libera. Al arrancar motores, el de estribor, que había sido el agraciado con el enganche, vibra como loco y nos tememos lo peor.

Entre todos y con la ayuda inestimable de los winches eléctricos, atracamos el barco.

A partir de ahí, todo cábalas, a cual peor sobre la posible avería y lo difícil de su reparación en un lugar sin ningún medio.

Carlos vuelve a bajar, esta vez con botella y linterna, la linterna como si no la llevara y aunque sigue a ciegas toca restos de cabo alrededor de la hélice. Sube contento y esperanzado. Cuando vuelve el mergullador, le colocamos la botellita para que aguante mejor y efectivamente quita más cabos de la hélice y todo vuelve a la normalidad. Que peso se nos ha quitado de encima.

Estamos en el Jacaré Yacht Village, una marina con dos endebles y pequeñitos pantalanes de madera, eso sí, dispone de agua, luz e Internet.

Nuestra posición es: 07º02´124 S y 34º51´337 W

Otro día más.

Visita al buque CISNE BRANCO

Como ya hemos contado anteriormente, hemos visitado, de forma muy especial, solo cuatro personas y acompañados de dos oficiales, el buque insignia de la Marina de Brasil.

Fue por una deferencia del Capitán dos Portos, Comandante Vasconcellos, a quien se lo pidieron Lucy y Nelson, ante nuestro interés.

Finalizada la visita, nos acercamos a Capitanía para agradecer la atención.

Reportaje fotográfico
(para agrandar, hacer click con el botón izquierdo en la foto)

Con el Capitan dos Portos
El Cisne Branco (3)
El Cisne Branco (4)
El Cisne Branco (5)
El Cisne Branco (6)
El Cisne Branco (8)
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El Cisne Branco (18)
El Cisne Branco (19)
El Cisne Branco (20)

Los últimos días en Natal

Los últimos días en Natal han resultado de lo más entretenidos. El viernes cenamos con Julio Iglesias, en el restaurante Camaroes, un bonito lugar en la zona turística de Ponta Negra. Ni Julio sabía que nosotros estábamos allí, ni nosotros que estaba Julio, pero resulta que coincidimos cenando en el mismo sitio.

En Natal hay viveros o como se llame de camarones. Es el plato estrella del lugar y aunque tienen muy poco sabor los preparan de muchas formas y tienen una textura buena.

El lunes fuimos al mercado semanal que funcionaba a pesar de ser fiesta y desde allí nos acercamos a la playa que queda más próxima del Iate Club a comer y ver el ambientillo. Ambiente ya lo creo que había, además de mucha gente bañándose y comiendo en los chiringuitos, parece haber una competición por poner la música a tope. Resulta ensordecedor. De vuelta a casa y como todos los lunes, el cafetinho que organizan Lucy y Nelson. Esta vez resultó muy animado, quizá por ser festivo y se acumularon gran cantidad de comidas y postres. Como cada vez pillamos más el idioma, estuvimos de cháchara hasta última hora.

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"prototipos que surcan el río Potengi"

El martes acudimos a una charla de un marino en la reserva, que ahora se dedica a dar clases para preparar a los capitanes de la mercante y que tiene un gran historial, incluso de naufrago por cuatro días en el Caribe. Resultó muy instructiva y estuvo acompañada de un picnic. La tradición de aportar todo el mundo algo de comer y reunirse para tomarlo, resulta de lo más bien. Nos ha llamado la atención lo poco que beben, sobre todo de bebidas alcohólicas. Nosotros siempre aportamos, además de algún fiambre, unas botellitas de vino y poca gente nos acompaña a tomarlo.

El miércoles invitamos a cenar al barco a Lucy y Nelson. Como Nelson es un entusiasta de la sopa y en todas las reuniones aparecen con su “panela de presión “sujeta en un trapo bien anudado que también contiene el cazo para servir, con una sopa diferente, de la que él se sirve varias veces, yo les preparé una sopa de cocido. Tortillas de patata, embutido variado y la sopa que tuvo un éxito total. Reunión divertida a la que también invitamos al único vecino que queda en el barco de los de la regata, Roger, al que veremos por otros puertos de Brasil con seguridad.

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Habíamos esperado a zarpar cuando llegara el Cisne Branco, buque escuela de la Armada de Brasil. Apareció como estaba previsto el día 13 y nadie estaba allí para esperarlo, salvo el PRATI y su tripulación, que dimos toques de sirena a su paso sin que nadie nos respondiera. Quedamos con cara de tontos. Llegó con las velas enrolladas y como si fuera de incógnito a las 8,30 de la mañana. Ni autoridades ni curiosos ni nada de nada. Ahí quedo atracado en el muelle comercial.

El Cisne Branco (2)
El Cisne Branco (1)
El Cisne Branco
El Cisne Branco (21)

A pesar de ese inicio, nuestros amigos gestionaron con el Comandante dos Portos una visita para nosotros ya que habíamos demostrado tanto interés. Esa parte si que nos gustó. Recorrimos el barco entero y nos contaron curiosidades y detalles varios.

Hemos hecho una buena colección de fotos que seguro harán las delicias de Pepe. Nos estaba riñendo por nuestra falta de actividad y nosotros preparándole un reportaje especial.

Tras la visita al barco, nos despedimos de los amigos, soltamos boya e izamos ancla, ayudados de Roger que quiso estar con nosotros por si era necesario y salimos camino de Jacaré, el día 15 a las 15 horas.

Hemos estado muy a gusto en este fondeo de Natal, nos hemos encontrado muy bien acogidos en el Iate Club y nos vamos porque hay que seguir avanzando, sino no damos la vuelta al mundo ni en lo que queda de siglo.