Nuestro querido Salvador de Bahía

Sigue siendo querido, aunque esta vez, un poco menos. Salvador es una ciudad de contrastes, tiene una época de bullicio pleno, que va desde diciembre hasta marzo. ¡Tudo festa, que festa!. Tenemos el buen recuerdo de nuestra estancia anterior allá por el 2009-10. En aquel momento, salvo la putaboya, todo salió redondo. Tuvimos la suerte de: ver la ciudad rodeados de los amigos españoles, que nos enseñaron lo que normalmente no conocen los turistas, vivir las fiestas con intensidad, ya que estábamos con el barco en la zona más bulliciosa, recibir la visita de nuestra familia para las fiestas navideñas, que resultó magnífica, conocer desde dentro el carnaval y no sufrir ningún percance ni problema de seguridad, algo para lo que veníamos muy sensibilizados.

Para el que no leyera en su día y le interese, se pueden leer las crónicas de Noviembre-Diciembre/2009

 
 

Alguna foto de Salvador

La temporada baja, que nos ha tocado en esta ocasión, cambia el panorama por completo. El bastión de Salvador, que es el Pelourinho, parece triste sin los miles de turistas que cada día soltaban los cruceros, que ahora han cambiado sus destinos y navegan por el Mediterráneo. A la vez que triste, también da un aspecto más sereno, porque los malandros deben estar trabajando por otros lugares más productivos.

Nos ha coincidido un clima totalmente adverso, salvo los dos primeros días, hemos estado pasados por agua continuamente, lo que implica que permanecimos en el apartamento de Sergio la mayor parte del tiempo. Como veníamos a acompañarle en su despedida de Brasil, tuvimos largas tertulias, cocinamos, vimos la tele, en español y portugués y recordamos los buenos tiempos que vivimos juntos en Salvador y su Bahía.

Por suerte, la nueva casa de Sergio es muy luminosa y con vistas al mar.
 
 

Vistas desde la casa de Sergio

Visitamos a los amigos del Centro Náutico, donde la vez anterior estuvimos amarrados por 4 meses. También da un aspecto decadente, o al menos solitario, el ver uno de los dos pantalanes totalmente vacío, porque van a repararlo y el otro a media ocupación. Pasamos una noche en taxi por delante y parecía la boca del lobo, apenas dos o tres luces dispersas.

El regreso al barco, como el viaje de ida, tiene tela:

Taxi de más de media hora al aeropuerto de Salvador, avión de 2 horas hasta Río de Janeiro, 1.300 Km., autobús, 20 minutos, desde el aeropuerto a la Rodoviaria (estación de autobuses), onibushasta Angra dos Reis, 150 Km., que debido a un embotellamiento, tardó 3 horas y media y desde allí al barco, otro taxi para los últimos 35 Km. Salimos de casa de Sergio a las 12 del medio día y llegamos al PRATI rondando las 12 de la noche y eso que viajamos en avión.

En fin, que nuestras esperanzas de jolgorios y resarcimiento que teníamos previstos para Salvador, se quedaron en aguas de borrajas, nunca mejor dicho. Por tanto, seguimos aburriéndonos en esta segunda estancia en Brasil.

12 de mayo Ilhabela

Con un coche de alquiler, el lunes día 7, nos pusimos en carretera para hacer un poco de turismo. Celebrar el cumpleaños del capitán y resolver la prórroga de la estancia del barco en Brasil.

La primera parada volvió a ser Paraty, en la que pasamos todo el día, incluso pudimos cenar y tomar unas copas a gusto con la tranquilidad de pernoctar en una de las múltiples pousadasque tiene la ciudad.

El martes seguimos el recorrido hacia Ilhabela. Esto supone cambiar de estado, pasando del de Río de Janeiro al de Sao Paulo. La carretera discurre paralela a la costa y seguimos viendo el mismo tipo de mata y la sucesión de playas e islas en el horizonte. Al llegar a Sao Sebastian, hay que poner el coche dentro de una balsa, pequeño ferry que transporta personas y vehículos y que constituye el único medio de acceder a la Ilhabela.

En un cuarto de hora, aproximadamente, estábamos del otro lado y empezamos a ver un lugar muy turístico, en la temporada baja. Muchos restaurantes están cerrados y la tranquilidad resulta un poco excesiva. El ser martes, empeora el tema.

 
 

Toda la isla es zona residencial, aquí vienen los paulistas de vacaciones y fines de semana, siempre en temporada alta, el resto del año, sin actividad y bastante aburrida. El 85% de la superficie está cubierta por la mata atlántica, siempre presente en toda esta zona, una especie de bosque enmarañado, con árboles, arbustos y helechos de poca entidad y mucha altura, buscan la luz como pueden. Abundan las bromelias, que en algunas ocasiones llenan de tal manera las ramas de los árboles, que por sobrepeso, cuando se llenan de agua, las quiebran y mueren todas en el suelo. Entre los helechos destaca el llamado samambaya azul, o similar, una especie protegida que resulta bonita de mais.

El hotel, bueno, bien situado, grande y todo para nosotros. Menos mal que a medida que avanzó la semana, se fue animando la isla y aparecieron otros huéspedes.

La isla tiene una carretera por la parte oeste, que discurre de norte a sur y por el centro una pista, solo para vehículos todo terreno, que cruza hacia la bahía de Castellanos. En esta bahía y a pesar de ir avisados, embadurnados de repelente y con el spray en la mano para seguir aplicando, los mosquitos, llamados borrachudos, nos dejaron su recuerdo, casi nada en comparación con otra gente que teníamos al lado en la playa y que parecía que tenían un ataque de viruela. El caso es que son pequeños, casi no los veíamos pero de repente tienes una gota de sangre que indica que ya pasaron por allí. Pican que joden, si no molesta en ese momento, ya molestará al día siguiente. Los mosquitos trompeteros, que conocemos en España, aquí llamados pernilongos, pasan desapercibidos, la gente local los desprecia olímpicamente.

 
 
 

El tema del barco se resolvió de forma rápida. El funcionario de turno nos hizo una gracia y recortó, a su criterio, 15 días de estancia de la prórroga de los 3 meses. De nuevo Fabricio nos acompañó y todo fueron buenas caras pero con este pequeño recorte.

Comimos ese día en Il Forno, el restaurante español que conocimos la vez anterior y ¡Que arroz negro tan bueno nos hicieron! Al perfecto estilo de la bahía de Rosas.

También cenamos en un japonés, en compañía de la familia Parreiras, Pedrita, Fabricio y sus niños.

 
 
 

La celebración oficial del cumpleaños, fue el sábado a nuestro regreso, en Paraty, el único lugar animado en esta época del año en 200 Km. a la redonda.

 

Allí vinieron para el evento los amigos de Frade, Gaby, Conce, Gardelón y Oswaldo.

 

Hoy domingo estamos de descanso de toda la semana y haciendo los preparativos para mañana, que vamos vía aérea, a Salvador de Bahía.

Ojo por ojo………., Paraty, Frade

El miércoles, 18 de abril, dejamos el tranquilo fondeo de la praia do Dentista para ir a Angra a papelear un poco.

Hicimos acto de presencia en la Capitanía dos Portos, para documentar nuestra estadía en esta zona. Después, aprovechando el viaje, nos pasamos a preguntar por los requisitos que se precisan para renovar la estancia inicial de tres meses en Brasil, a otros tres más y sobre todo si se podía tramitar en Angra.

Los tiempos han cambiado, desde la vez anterior en que vinimos a Brasil navegando, todo es más complicado y ahora rige el famoso principio de reciprocidad, lo que nosotros llamaríamos la Ley del Talíón, Ojo, por ojo…..

Lo que nos ha costado el famoso dicho:

  • 3 días de estancia del PRATI en una marina
  • Viaje en autobús, recorrido de 149 Km. X 2, con una duración de casi 4 horas cada uno.
  • 2 días de estancia de los Pratis en un hotel.
  • Idas y venidas a un cartorio, lo más similar a una notaría nuestra, para legitimar todo tipo de copias de documentos.
  • Cabreos a montón.
  • Tensión nerviosa, incertidumbre, preocupación y disgustos
  • Tener que pedir a un amiguete de Ilhabelha que viniera a colaborar en el asunto.
  • Recabar informes urgentes de nuestro banco en España
  • Poner velas a Santa Gema, que siempre se oyó que era muy milagrosa….

No vamos a extendernos más sobre este asunto por una elemental prudencia. Si alguien está particularmente interesado en los detalles, especialmente los navegantes, que nos lo diga y se lo contaremos vía email, fuera de esta Web.

 

 

 

Entre la visita a Angra y la consecución del permiso, que ya tenemos, visitamos la zona de Paraty.

Hay un lugar muy curioso, que las guías llaman el fiordo brasilero: Saco de Mamanguá. Es una entrada de mar, tipo fiordo, de unas 5 millas de fondo, con montañas bastante altas y particularmente un pico llamado Pao de Azucar, que efectivamente se parece, aún siendo más pequeño, al de Río de Janeiro.

 

 

Posición en el Saco de Mamanguá:
Latitud: 23º 14´476 S
Longitud: 44º 35´987 W

Desde aquí hemos recorrido varias islas, playas y lugares emblemáticos con buenos resguardos. Hemos seguido las rutinas de pesca, baños, salidas a chiringuitos y todo resulta similar a lo anterior. En general, después de mes y pico por esta zona, la conclusión a la que estamos llegando es que todo es bien lindo, hablamos del paisaje, pero a su vez se hace un poco aburrido por la ausencia de vida nocturna y de otros veleros en la misma situación, con los que compartir charlas, fiesterillas y demás. Abundan los yates a motor, que siempre abandonan los fondeos antes del atardecer y pequeños veleros, casi todos del país, que no tienen nuestras costumbres.

 

Lo del paisaje, bien lindo, pero una vez que va transcurriendo el tiempo y vas viendo más y más de lo mismo, resulta como sacar en todas las asignaturas un 9 o un 10, al final como que no tiene tanto mérito.

 

Mención especial, el centro histórico de Paraty. Hablamos ahora de una ciudad pequeñita, todos sus edificios bajos, altura máxima permitida 8 metros, calles de piedra de la época colonial portuguesa. Calles por las que resulta difícil caminar por lo irregular de los tamaños, las inclinaciones y los huecos que hay entre las piedras. Al ser Patrimonio de la humanidad por la UNESCO, no se puede alterar nada. Y así nos ves a todos los turistas que en lugar de mirar para las bonitas fachadas, bien cuidadas, con puertas y ventanas de vistosos colorines, en su mayoría ocupadas por tiendas de artesanía, cafés, bares o restaurantes, llevamos los ojos clavados en el suelo para no rompernos la crisma. El nivel de este Centro Histórico, es el del mar. En las mareas grandes, el agua entra por algunas calles y cambia totalmente el aspecto de la ciudad.

 

 

 

Paraty es un lugar mágico donde viven músicos, artistas, escritores, bohemios y donde se desarrollan importantes certámenes, congresos y exposiciones, algunos de carácter internacional. Es un centro turístico del máximo interés y las escunas se cuentan por docenas en el pantalán principal de la ciudad. Hemos ido varias veces y nos ha gustado mucho.

   

 

Por mediación de nuestros amigos Koziuras del BEGONIA, el cata que cruzó desde Azores con nosotros a Baiona y con los que tan buenos momentos compartimos, hemos venido a conocer en Frade a Sandra y Pablo, amigos de ellos.
Nos han recibido por todo lo alto con un asadito argentino y rodeados de sus amigos, Gaby, Gardelón, Conce, Oswaldo y Manolo, el único español del grupo, todos los demás son argentinos que residen en Brasil y navegantes de solera.
 

 

 

Estamos en la casa de vacaciones de Pablo que, como las de Ampuria Brava en Gerona, tiene un canal delante de su jardín con atraques. Aquí está el PRATI, amarrado en la

posición:
Latitud: 22º 58´109 S
Longitud: 44º 26´270 W

 

Vistas desde el Disi Yacht Club, como llamamos al atraque de nuestro amigo Pablo Disi

Estos días tenemos cicerones y estamos teniendo una distinta visión de la zona. Hemos salido a navegar con el PRATI y con el PRINCESA, el barco de Pablo, hemos compartido buenos ratos, pizzas, muchas tertulias y aún tendremos ocasión de seguir disfrutando de esta nueva relación. El PRATI va a quedar aquí unos días mientras nosotros hacemos una pequeña excursión a Ilhabelha la próxima semana y la siguiente, si no hay cambios en el programa, a Salvador de Bahía, a despedir a nuestro amigo Sergio que vuelve a casa.