Fotos de la estancia en Le Marin y St. Anne

Le Marin

Una vista parcial del bosque de mástiles

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Foto Cul de Sac de Le Marin
 
St. Anne
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St. Anne desde el fondeo

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Detalle del auxiliar, él iba en la parte delantera y la mujer en el cajón anexo

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El barco de nuestros vecinos de fondeo, con su auxiliar

El varadero
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maravillosas cornamusas del atraque
 
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maravillosas cornamusas del atraque (1) esta saltó por los aires el 2º día

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el vecino travelift
 
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El foso en que cayó nuestra amiga Hildegarde

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Barco saliendo al varadero, hasta ese momento navegaba?
 
Fort de France
Paseo por Fort de France, visita al mercado y comida en un restaurante de estilo creole.
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La gran velada

Adieu, cul de sac

Al fin, estamos fuera. Los trabajos en el varadero se acabaron el jueves, día 17, después de enviar la crónica. Así y todo hubo que esperar hasta el viernes para cerrar las cuentas. Había llegado, por fin, el momento de la venganza. Le aplicamos una quita del 25% y pagamos el atraque, que resulta que a pesar de lo cutre, es de pago, a medias, el taller y nosotros. Con eso el capi quedó un poco más tranquilo, porque había estado a punto de protagonizar una peli de Almodóvar.

El sábado por la mañana nos fuimos al fondeo de St. Anne, para tranquilizarnos un poco, hacer limpieza, potabilizar, poner la lavadora y darnos unos bañitos.

Regresamos el lunes a Le Marin, con la satisfacción del deber cumplido y desde allí fuimos en coche a reponer almacenes antes de partir. La idea era salir el miércoles. El martes por la noche, en la Rueda Argentina, apareció nuestro amigo Alberto, del Tobago, a quien conocimos en Trinidad y nos dijo que llegarían a Le Marin el miércoles. No podíamos irnos sin saludarles y pasar un rato con ellos. Cambio de planes, nos quedamos un día más.

Mientras esperábamos la llegada del Tobago, apareció el Luthier, de Dorival y Catarina, charleta de barco a barco y ellos después de repostar se volvieron a St. Anne, que lógicamente les gusta más.

El Tobago, con Alberto y Atziri, apareció a media mañana. Comimos con ellos, para ponernos al día de sus vidas y de las de amigos comunes. Nos llevaron de visita a otro catamarán italiano, Lo Spirito di Stella. El propietario, Andrea Stella, está inválido y dirige una asociación para ayudar a los que están en su misma situación y va por el mundo en su catamarán de 56’, el primero sin barreras arquitectónicas. Es muy extrovertido y agradable. Por la noche, Atziri y Alberto vinieron al Prati a pasar la velada. Alberto se ha quedado sin la BLU y habló desde la nuestra con Alejandro, el director de la Rueda, intentando resolver el problema de la avería. Ojala, que lo consiga, porque Alberto es toda una institución en la Rueda.

Esta mañana, antes de que apareciera cualquier otro conocido, levamos el ancla y salimos del Cul de Sac de Le Marin, rumbo norte. En nuestra estancia aquí, hemos hecho la friolera de 16 fondeos. Que si te vas para St. Anne, que si vuelves a Le Marin, que si al Carenage, que si otra vez al fondeo. Total, entre pitos y flautas, 16 fondeos en 35 días, de los cuales 16 días fueron de varadero.

En cuanto salimos del canal, izamos y empezamos a navegar con unas sonrisas de satisfacción que daba gusto verlas. El viento de unos 10 kts. hasta pasar junto a la famosa Diamond Rock. Esta roca es un buen pepino, de 200 metros de altura, que los ingleses utilizaron a modo de barco de guerra, con sus cañones y sus soldados a bordo, para defenderse del amigo Napoleón, que quería conquistar Martinica, para darle el gusto a su querida Josefina, que nació y se crió aquí. Una vez superado el través de Diamond Rock, el viento subió un poco de intensidad, casi, casi, 15 kts. y con las tres velas aparejadas, el PRATI, empezó a volar. Que gozada, navegar a 10 kts. de velocidad, con el mar tranquilo por el resguardo de la isla, lo que decimos los nautas, por sotavento.

En tres horas, hicimos 24 millas a vela. Después apareció una encalmada con St. Pierre a la vista. Intentamos mantener la mayor y con un motor, hicimos las últimas millas hasta el fondeo.

Hemos fondeado a la cuarta intentona, ya no recordábamos cosa igual. Detrás de nosotros han seguido entrando barcos y con malicia hemos observado sus intentos. La medalla se la llevó un bonito barco yanqui, de esos azules súper guapos, que intentó unas seis veces fondear, garreando cada vez y al final, se largó sin conseguirlo. Nos miraban con cara de desconsuelo, buscando una ayuda que no podíamos dar. El fondo es de arena un poco blanda y algas. Es cuestión de suerte.

En breve, vamos a tocarles la corneta a los Bernabé para empezar la chufla. La próxima semana es carnaval……………..

Desde el mismo lugar

Seguimos en el mismo sitio. Cada día un poco más aburridos e incómodos. Mientras
tanto hemos recibido algunas visitas que han animado estos días.

Apareció por estos lares Henri, el propietario del catamarán BICOQUE, con el que compartimos en Chaguaramas tragos, cenas y tertulias. Fue aquel que nos invitó, nada más llegar, a champán y foie. Ahora le acompaña su mujer que entonces estaba un poco pachucha en su casa de París.

Tomamos en el cata unas cervezas, sólo una por persona y nos despedimos, puesto que zarpaban al día siguiente por la mañana. La buena señora, llamada Hildegarde, ayudada por el capitán para saltar al pantalán del travelift, en lugar de quedarse parada, continuó dando unos pasos más de la cuenta, un poco despistada y descendió al agua súbitamente, desde una altura de más de dos metros, al foso del travelift. Llevaba con ella además del bolso, una bolsa con la compra. Después del gran susto, le echamos un cabo y era todo un espectáculo ver a la pobre mujer, agarrada al cabo y todo el foso lleno de paquetes flotando, galletas, helado, morcillas y de tó. Iluminada por una linterna y con la falda como una flor de loto. Rafa salió con el dinghy al rescate y la recuperamos sana y salva a pesar de la inmundicia de agua que nos rodea. Libró las gafas, mojó el móvil y algunas morcillas deben seguir flotando metidas en su bandeja.

Al mediodía siguiente nos invitaron a comer para, entre otras cosas, devolvernos la toalla con la que marchó tapada y agradecernos el montón de cartuchos de impresora que les regalamos. Ellos tienen una como la que nosotros teníamos antes de Chaguaramas. Los cacos, muy burros ellos, nos saben que los cartuchos valen un Potosí y la impresora apenas dos chavos, los dejaron tirados en el suelo.

Nos contactó, vía e-mail, nuestra amiga Cristina, Anne Bonny, que viene a navegar en un barco de charter con un grupo de amigos. El día 11, ella y Juan, vinieron desde Fort de France a cenar con nosotros en Le Marin y al día siguiente hicimos excursión y comida por la parte de barlovento. Disfrutamos mucho con su compañía y pasamos un finde como los de nuestra querida España, bebiendo y trasnochando, que gusto da hablar y cotorrear en nuestra lengua. Con el resto del grupo que apareció el día 13 por la tarde solo compartimos una cena ligera, pues venían muy cansados del vuelo y con el horario cambiado. A estas alturas andarán por Granada o Bequia, saltando de isla en isla, disfrutando de los fondeos y del ambiente caribeño.

Mientras tanto el trabajo que estaba previsto que empezara el día 2 y que durara 2 ó 3 días, sigue sin terminarse hoy día 17. No se trata de que sea mucho trabajo sino de que van y vienen, la mayor parte de los días no vienen, cuando vienen lo dejan a los 10 minutos, y de nuevo, ¡¡viva la paciencia!!………………

Nosotros hemos hecho, mientras, algunas chapucillas con pintura en los pescantes y otras piezas de aluminio, en las que la electrolisis aluminio-acero hace de las suyas.

Por las noches seguimos contactando con la Rueda Argentina, ayer apareció en frecuencia Julio del CIBELES II. Como algunos sabréis Julio y Maribel han dado la vuelta al mundo, en plan rápido, solo tardaron algo más de 20 años y ahora están con la segunda. De Buenos Aires están subiendo hacia Brasil. Esperamos poder contactarles más veces ya que ayer la propagación en las ondas no era muy buena.

Para que no os quejéis

Por aquello de que no digáis que cuando estamos bien, en tierra, no nos acordamos de vosotros.

La verdad es que hay poca cosa que contar. El lunes, como teníamos previsto, con un
cochecito de alquiler, nos fuimos de compras a la zona de Fort de France. Digo a la zona, porque donde más variedad y cantidad de cosas hay es en los centros comerciales que están a los alrededores de la capital. Hemos podido reponer algunas de las cosas que nos fueron socializadas en Trinidad. Como siempre lo pasamos estupendo en un gran almacén de bricolaje, llamado precisamente Monsieur Bricolage, donde hemos comprado taladro, lijadora y un buen numero de útiles para el entretenimiento de los fondeos. Comimos en un lindo restaurante, justo enfrente de la zona portuaria, con vistas al fuerte y recordamos nuestros fondeos allí con los migueles, en la primera visita al Caribe. Menudas fotos que tiene tía María con el fuerte como fondo.

El martes, según lo previsto, los técnicos de Pochon vinieron a bordo y repararon nuestro piloto principal, ese vago redomado que falla cuando ve que hay mucho curro por delante. También dejaron lista la instalación del PACTOR 3 y salimos a la zona de St. Anne para calibrar ambos pilotos. Ahora todo está correcto.

El jueves por la tarde dejamos el fondeo para pillar sitio en el atraque del varadero. Lo de el atraque, no es un decir, sólo hay una plaza, junto al travelift, para hacer trabajos sin salir del agua. Llevábamos días a la espera y en cuanto salió el catamarán que ocupaba el sitio, vinimos a calzón quitado antes de que alguien se adelantara. El sitio es bastante paradisíaco y acogedor, pegado al varadero, con un baruco enfrente en el que se reúne gente alternativa. Rafa que no lo conocía, comentó que si ocurriría como en “Abierto hasta el amanecer” que al llegar la noche se transformarían. La verdad, resumiendo, hay más mugre que en el palo de un gallinero, las cornamusas datan de 1.800, son una especie de argollas soldadas al rail, solo tres por cierto. Una ha saltado por los aires, ante una fuerte racha de unos 10 nudos. Hemos tenido que dar una solución de emergencia, colocando un cabo alrededor de uno de los pilares que sujetan el dock y a ese cabo hemos amarrado los sprines. Dado lo estrechito del susodicho dock, cuando el travelift está de maniobras, quedamos confinados sin poder salir del barco. Parece el piso de Gila. Por supuesto, estamos de guardia permanente y por primera vez dormimos con la puerta cerrada.

Rafa, que ayer salió de paseo dominical a la zona de ambiente de Le Marin, contó en su Iphone, casi tres Km. de recorrido. El motor del dinghy sigue dando la lata y no nos atrevemos a ir tan lejos.

A más, a más, hoy es lunes y aún no ha aparecido nadie del taller a tomar medidas. Solo han pasado cuatro días. Paciencia, todo el mundo dice que paciencia, paciencia, que esto es el Caribe. Y yo me pregunto ¿Qué es paciencia?

El motor del dinghy si ha ido a revisión, en este caso a un taller normal. Nos habían dado hora para las ocho o’clock y ha habido que sacarlo por vía marítima, ya que el travelift estaba en el medio. A cambio, los supermercados, dos grandes y bien surtidos, los tenemos a tiro de piedra. Algo es algo.

Por las tardes y como única diversión del día, pasamos un rato estupendo gracias a la BLU y a la Rueda Argentina de Alejandro. Hemos contactado con Juan, del velero GRAN CAMAJAN, están viniendo de Brasil hacía Trinidad y presumen de novatillos, pero no lo serán tanto cuando están aquí. Hemos charlado de conocidos comunes, como Pep, del DORIA y de lugares que nos parecen interesantes y/o problemáticos. También hemos oído, aunque no pudimos establecer contacto directo, a José del CAPS III, que sigue por la zona de San Blas y hemos hecho de puente para facilitar meteo a un encantador navegante solitario, setentón, llamado Erwin. Según Alejandro, él nos podrá asesorar en lo referente al S. de Argentina, sobre todo para visitar Comodoro Rivadavia, donde está nuestra familia.

Aquí seguiremos, gastando un poco de la paciencia que aún nos queda.