Estamos de vuelta en el PRATI

El día 6 de noviembre de 2019, cuando arribamos a Port Louis en Mauricio, no pensamos que el PRATI seguiría aquí casi dos años después.

Efectivamente lo dejamos en un varadero con la maquinaria precisa para mover catamaranes y ponerlos en seco. Mauricio, como destino turístico, tiene muchos catamaranes dedicados a pasear a la gente en sus vacaciones y este varadero es el único preparado para atenderlos.

 

 

PRATI sale del agua

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nos habían dicho que no había ningún problema con las autoridades para dejar el barco hasta Septiembre, nuestra fecha prevista para continuar la circunnavegación.
El día anterior a nuestro vuelo de vuelta a casa nos presentamos tan ufanos en Aduanas con la carta que había preparado el varadero al efecto, haciéndose cargo de la guarda y custodia del catamaran PRATI.

El amable funcionario nos informó de que eso valía para 3 meses. A partir de ahí había que poner una garantía por el importe del IVA, según calculo hecho por ellos mismos. El problema estribaba en que la garantía tenía que ser hecha por un banco de Mauricio.
Para no alargar la película, nos ha costado casi un año conseguir el aval al gusto de las autoridades de Mauricio, triangulando banco español, con banco en Inglaterra con sucursales en Mauricio y un texto de aval puntilloso a más no poder.

Ahora que estamos en Mauricio preparando la salida veremos que tal resulta rescatar el dichoso aval.
Esta historia se debe leer entrelíneas para saber como se atiende aquí a los veleros extranjeros. Es el único país en el mundo que nosotros hemos visitado hasta la fecha, con semejantes exigencias aduaneras. Fianza de aproximadamente el 20% del valor del barco.

Vamos a temas más interesantes, los referidos al PRATI. Nunca había estado 23 meses en seco, en un clima muy caluroso y por donde pasan los ciclones.
Se retiraron las velas, el dinghy, los toldos y quita vientos, el anemómetro, en fin, cualquier cosa susceptible de salir volando y buscamos una persona para que lo visitara semanalmente y cerrara, en caso de huracán, los portillos que se dejaron entornados para ventilación. También se organizó el arranque mensual de los motores.

Entonces llegó el COVID y cambió todas las perspectivas. Nosotros dos estuvimos hospitalizados 10 días, juntos para no cambiar de hábitos. El miedo a lo desconocido, el susto por esta enfermedad que estaba cambiando la vida de todo el mundo, la incertidumbre,
la navegación y el PRATI que han sido tan importantes en nuestra vida, pasaron a segundo plano.

El paso del tiempo y las vacunas volvieron a ponernos en órbita y a pensar en nuestro PRATI. Mauricio estuvo cerrada al tráfico de todo tipo, después semiabierta, con la obligación de hacer cuarentena en hoteles seleccionados por las autoridades y por fin abierta al turismo, cumpliendo todos los requisitos, a partir del día 1 de octubre pasado. Para completar esta sección, al capitan le detectaron un cancer de próstata y le operaron a finales de julio.

Solo la gran ilusión que el barco le suscita, ha sido suficiente para echarle coraje y venir hasta aquí a pesar de tener que estar de regreso en diciembre para seguir su tratamiento.

Y aquí estamos para intentar sacar al pobre PRATI de esta situación de abandono.
PCR para embarcar en Madrid, seguro especial que cubra las contingencias de COVID, certificados de vacunación y una prueba de antígenos a la llegada. Por la calle es obligatoria la mascarilla y cada poco te miden la temperatura.

Nuestro pobre catamaran nunca se había visto tan desastroso. La suciedad, por la alta contaminación que hay en esta zona, incrementada por las factorías donde se quema la caña de azúcar que produce una arenilla muy oscura, no era cualquier cosa, en algunos lugares llegaba a los 2 mm. Todo lo que tocaras estaba negro, las manos no dábamos abasto a lavarlas.

Además, lógicamente, habíamos sido colonizados. En cada agujero posible había un nido de avispas. Incluso en la chancla que usamos para calzar la orza, por no hablar de arañas, hormigas y demás.

 

 

 

Nido de avispas en la chancla

 

                                 

 

 

                       

 

 

  Viva era mucho más grande

Doce días más en el varadero para aplicar antifouling y cambiar los sellos de los Sail drives y al agua, con la incertidumbre de cómo se comportarían los motores.

 

Colocación de las orzas

 

 

 

 

 

Hubo suerte y navegamos hasta Caudan Marina, casi media milla, para seguir aquí con los mantenimientos y puesta a punto
Los equipos electrónicos funcionan, aunque el GPS ha perdido la fecha.
Instalamos cadena y ancla que estaban desmontadas y funciona el windlass

La vela mayor se ha vuelto a colocar con sus correspondientes cabos.
El generador arrancó sin problemas, solo tenía la batería un poco descargada.
Hemos hecho una navegación de 12 millas para probar los motores y los turbos a los que no les gusta mucho estar en desuso y lo de los arranques organizados para los motores, pues fue como son las cosas aquí. Unas veces no y otras si.
También funciona el piloto automático y la desoladora.
Las placas solares quedaron tapadas para evitar un desgaste inútil. Funcionan bien.
En conjunto, bastante mejor de lo esperado, aunque aún es pronto para decirlo.

Cada día amanecemos con la incertidumbre y por cada cosa que está funcionando bien, aparece otra que da la lata.
El depósito de “aguas negras” se ha dedicado a soltar su porqueria y buen olor en las sentinas y durante dos dias hemos disfrutado de la limpieza profunda de la mierda, que aunque sea propia, es mierda.

 

 

 

 

 

Vuelta a la luxury life

 

También nos ha vaciado el tanque de babor dos veces, el grupo de presión de agua dulce.

El plan consiste en navegar directo a South África, Durbam o donde el viento nos lleve, descender por esa costa de ventana en ventana climatológica y arribar, doblando el Cabo de Buena Esperanza, a Saldaña, bahía protegida 60 Nm al N de Ciudad del Cabo. Ya estamos en el Atlántico. Allí tienen un travelift gigante y un varadero donde volver a dejar a nuestro amigo. En este mismo lugar hicieron la reparación del Hugo Boss, cuando se la pegó contra “algo” en la última Vendee Globe.

La travesía no es muy larga pero sí complicada. Los vientos, sobre todo en la zona del Canal de Mozambique, son cambiantes y se disparan con facilidad hasta los 40 Kts. Una vez en la costa africana, al menos tendremos la protección de los puertos para ir avanzando cuando se pueda.

Nos va a acompañar Samuel, mauriciano y francés, doble nacionalidad, para contar con la ayuda de una persona fuerte, con experiencia en navegación y en plenas facultades. Como habla inglés, idioma oficial de Mauricio, francés, la lengua que realmente hablan entre ellos y un poco de español que estudió en la escuela, nos entenderemos bastante bien.

 

 

 

Capitan y nuevo tripulante del PRATI

 

 

 

 

 

 

 

Port Louis no está en su mejor momento, el turismo va regresando pero con cuentagotas y se ven negocios cerrados o a medio gas. Además las obras del metro que ya habían empezado hace dos años, están atravesando el centro, entre la ciudad vieja y el water front, la zona más lúdica, trabajan día y noche y el aspecto general es, pues eso, de obras.

Aquí en Port Louis no hay gran cosa para los barcos, se concentran las tiendas y los servicios en Grand Baie, que está a unos 30 kms. y allí hemos encontrado una empresa que hace de todo y que nos está resolviendo bastantes embolados, limpieza profunda del barco, mantenimiento del fuera borda, suministro de gas, reparación de cualquier cosa que vaya surgiendo. A nada dicen que no. Otra cosa es lo que tardamos en resolverlo, pero eso tiene que ver con el ritmo mauriciano.

Hemos celebrado nuestro aniversario de bodas, el 44°, lo que llaman bodas de turquesa y en el hotel donde solemos ir a cenar, hasta nos pusieron una velita en el pastel de postre.

 

 

 

 

 

Y poco más que comentar por el momento. Esperamos comunicarnos antes de zarpar. Después a confiar en que el Iridium Go se porte bien y podamos seguir en contacto.