Segundo rehúse

Esta vez tampoco pudo ser.

Después de las pequeñas reparaciones de estos últimos días, cuando parecía que la entrada de agua estaba controlada, llegamos a tener 0,3 litros a la hora, organizamos el zarpe para hoy sábado al despuntar el día.

Nuestro amigo Frederic del CAP A CAP, ayer nos ofreció acompañarnos navegando a vista, adaptándose a la necesidad de nuestra navegación. Una cosa es navegar en conserva que lo único  que se consigue es coincidir en el punto de zarpe y el de arribada y otra cosa es el compromiso serio de alguien que te ofrece su ayuda incondicional. Ante este ofrecimiento, nos quitamos de la cabeza las sombras que aún nos acechaban y decidimos zarpar. Gracias, gracias, nuestro profundo agradecimiento al  al CAP A CAP.

A una hora de la salida y aún dentro del atolón, navegando contra el viento, de F-5  y con ola bien movida, vimos que el agua estaba entrando en la sentina como la vez anterior. Sin pensarlo dos veces, otra vez media vuelta. Nos despedimos del CAP A CAP, que venía tras nosotros y al cruzarnos, con gestos les enviamos besos y agradecimiento a Dominique y Frederic, con profunda emoción y nos quedamos mirando su estela que se iba alejando.

Ya estamos de nuevo en el fondeo. Hemos hablado con nuestra compañía de seguros porque ya está bastante claro que hay que buscar solución más contundente. El astillero CATANA, con el que nos hemos puesto en contacto, opina que el problema puede estar centrado en la unión de los dos semicascos que fue donde, aunque suavemente, se apoyó el barco sobre la cabeza de coral.

La solución definitiva puede ser compleja ya que aquí no hay posibilidad ninguna de sacar el barco a tierra.

Ahora estamos a la espera de lo que nos indique nuestro seguro. En cualquier caso, lamentablemente, ya nos hemos hecho a la idea de que nuestra travesía por la Polinesia Francesa, esta temporada, ha finalizado.

Rikitea seguirá siendo nuestra casa por algún tiempo.

4 thoughts on “Segundo rehúse

  1. Mis queridos PRATI.

    Hace un tiempo, sin apuro, quería comunicarme con vosotros y como carezco de vuestro mail, recién se me ocurrió googlear el nombre del barco y he caído en vuestra web.

    Lo primero que leo es este problemón que os aqueja. He revisado con atención vuestro relato y veo que el caudal de ingreso de agua aumenta cuando el barco navega, es decir, cuando los cascos están sujetos a tensiones de varos tipos.

    La respuesta que os ha dado CATANA no es ilógica y explicaría dos puntos de vustro relato:

    a) La disminución de la entrada de agua luego de haber hecho algunos parches con resina epoxhídrica y
    b) El aumento del caudal de ingreso de agua durante la navegación -tanto más cuanto más ola hay-, según colijo de vuestras palabras.

    En caso de que CATANA lleve razón y haya algún problema en algún sector de la los bordes de unión de los semicascos, está claro que esta «costura» podría abrirse mínimamente bajo efecto de las tensiones a que están sujetas cuando el barco navega y se torsiona y luego, con el barco fondeado o navegando en condiciones menos duras, cerrarse «per se», debido a que ya no hay torsiones y la misma presión del agua a ambos lados del casco, tiende a juntar hacia crujía ambos bordes de la costura, uno cotra el otro, obstruyendo nuevamente la entrada de agua. (Espero ser claro).

    Hasta acá, la respuesta de CATANA es muy lógica, pero podría haber otras respuestas que expliquen el problema e, inclusive, que haya otro problema más que actua en simultáneo, sólo cuando se navega.

    Al respecto, les contaré un problema que tuve en el BRUMAS PATAGONIA, cuando la vuelta al mundo, en el siglo pasado.. (Huy … qué «viejazo»!) .

    Recuerdo que nos entraba agua, pero no en forma constante, sino que había una relación directa con el estado del mar: cuanto más agitado, más agua nos inundaba. Revisábamos las sentinas y nada. Todo estaba ok.

    Sin prolongarles el relato, les cuento el final: la entrada estaba en la unión del extremo de estribor de la «poutrelle» (travesaño que une ambas proas) con la amura de babor del casco de estribor. Cuado llegamos a N. Zelanda, ajustamos los grandes bulones de inox previa dosis generosa de sika y tema resuelto. (La operación fue más compleja, pues incluye reeemplazar el obenque de la poutrelle -en navegación-, con un trozo de cadena del ancla a la que hubimos de «retorcer» para darle la tensión necesaria, pero los detalles no vienen al caso).

    Humildemente les cuento esto porque quizás, concentrados mentalmente en el fondo de las sentinas, no habéis echado una mirada en este lugar tan poco accesible de los cascos. (Extemo de las proas desde el interior del casco, ese ricón maldito) Cuando el barco está parado, no pasa nada, pero en navegación, por las líneas de pegado de los cascos en las coronaciones de la proa (lo que se llamaría «caperol» si fuera un monocasco antiguo), puede entrar agua en catas que ya tienen su lucha en el mar, y también por el área del casco que está perforado para la fijación de la base de los extremos de la «poutrell».

    Se debe comprender que el travesaño que une ambas proas, es incomprensible, justamente para fijarlas y darles fuerza esctructural. Pero, justamente, esa incomprensibilidad hace que la fijación empuje hacia dentro y fuera de cada casco, según el mar las embata y/o las proas se sumerjan y emerjan (el fenómeno del «aplauso» interno se ve a simple vista dentro de las proas!)

    Así, este juego constante de «presión / contrapresión» que sobre los extremos de la poutrelle hacen las partes superiores de las proas con sus caras que miran a crujía del cata, tarde o temprano atenta contra la estanqueidad que debe haber en :
    a) la superficie de contacto entre la base de la fijación de la poutrelle y el área del casco donde ésta apoya y
    b) los agujeros por donde pasan los bulones de fijación que toman la base, perforan el casco y el refuerzo de resina ad hoc, dentro del mismo.

    Cuando se pierde parte de la imprescindible estanqueidad en estas uniones, el resultado es la entrada de agua, como lo fue en nuestro caso.

    Es sólo una idea que os dejo, nada más. Quizá sea absolutamente inútil, pero me preocupa lo que os pasa y tengo claro que no puedo enseñaros nada, pero a veces ojos externos no vinculados al problema pueden ser de utilidad.

    Al respecto, y poniendo un poco de dudoso humor antes de retirarme, me permito dejarles una estrofa de un poema gauchesco-náutico, que tiene como autor a un personaje que inventé a bordo hace muchos años. Es un gaucho que navega y habla por radio, llamado MArtín Kevlar. Con la complicidad del entonces Rafael del Castillo, todas las tarde, desde el Pacífico y a bordo del BRUMAS PATAGONIA don Martín transmitía algunos versos de temas náuticos y otros dedicadas a los barcos que escuchaban.
    Cuento con vuestra indulgencia.

    Martín Kevlar nos aconseja así:

    «En esto del mantenimiento
    hay que andar con mucho ojo.
    El mar hace su antojo
    y de lo que digo estoy seguro:
    afloja lo que ha de estar duro
    y endurece lo que ha de estar flojo».

    Espero que resulvan todo de la manera más eficiente posible y que siga vuestro envidiable viaje por todo el mundo ! Si creéis qe os puedo ser útil en algo, lo dudo desde esta lejanía, no dudéis en mandarme mail.

    Un fuerte abrazo a ambos, Magda y Carlos, desde éste, «mi Buenos Aires querido».

    ricardo

  2. Camino de una semana sumidos en la zozobra y ansiedad que produce encontrar la bitácora en blanco los argonautas de secano empiezan a especular y los rumores en verano enseguida se convierten en delirios. Hay quien piensa que Carlos se ha presentado a las elecciones en Rikitea y Magdalena tiene un chigre donde da salida a las generosas existencias del Prati.
    Ojalá pronto se ilumine esta página y que las noticias sean positivas. Que se pueda continuar el viaje y todo se solvente sin grandes penurias

  3. Amigos, espero que no apliquéis las ideas de Jesus y encontréis la mejor solución a la entrada del océano en vuestro barco.
    Estamos expectantes.
    Un abrazo.

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