Paciencia y algo animados

Toño, navegante de Cantabria, que sigue nuestra Web y al que nos une un amigo común, el chileno Sebastián Cánovas, se ha involucrado en nuestro problema y ha localizado un sistema para reparaciones bajo el agua. Se trata de un producto que se comercializa en San Sebastián, a base de parches de carbono (plancha de 50×21 cm.), con resina y pegamentos especiales, que se adhieren a cualquier tipo de superficie, incluso bajo el agua.

!!! Avisó a navegantes!!! : COMPOSITE PATCH,  que es la marca, parece una solución a priori perfecta para reparaciones bajo el agua. Hay vídeos en YouTube para hacerse una idea.

Gracias de nuevo a Toño, hemos contactado con esta empresa y tenemos en marcha el suministro de los parches. Imaginamos que en 10 ó 15 días, estén aquí.

Gracias Toño,  ya  tienes asegurada una buena cena en el Molino de Puente Arce, si sigue existiendo, ya que todos los años hacemos visita a Santander. Te contactaremos.

Para los trabajos bajo el agua, estamos al habla con un vecino de fondeo, navegante francés,  que trabajó como monitor en una escuela de buceo.

Hay curiosos que han preguntado el precio de la barbaridad del transporte del cata sobre un mercante. Ahí va: 72.000 Euritos de vellón, imaginamos que más IVA y sin ningún tipo de seguro para las maniobras y el transporte. Esto teniendo en cuenta que es un retorno y que el barco va de vacío. Otra vez, sin comentarios.

Ahora toca seguir con paciencia y con ánimo y agradecer el interés que muchos de vosotros habéis demostrado.

Mientras esperamos y esperamos,  damos paseos. Una vez hacia el norte, otra hacia el sur y otra atravesando el monte, hacia el otro lado de la isla. Y vuelta a empezar.

Ha habido novedades, la pizzería que iba a abrir el 19 de agosto, después de mes y medio de vacaciones, lo retrasó al día 26. Hoy, 3 de septiembre, iremos a cenar allí. Abre de 17,15 a 21 horas, los viernes, sábados y domingos. Con este hartazgo de trabajo no es extraño que necesiten tan largas vacaciones para retomar fuerzas. Tendremos que ir con lamparilla de minero en la frente,  porque las cuatro farolas que hay por ahí diseminadas, no están funcionando por averías en el grupo electrógeno que suministra electricidad a la isla.

A la hora del almuerzo, algunos días vamos al JO JO, se llama así, no es broma,  tienda de comestibles y pequeño restaurante, abierto hasta las 14 horas, cerrado los domingos, donde solemos comer siempre el mismo plato: Chao men, una especie de salteado al wok, con verdura, pollo, salchichas, fideos chinos y soja. Hay ocasiones en que ofrecen filete de pescado o carne, con patatas fritas. Los pescados dicen que son de fuera del atolón, donde no hay ciguatera. Para por si, lo hemos comido pocas veces.

Hay otro lugar, al que fuimos una vez y no repetimos. Y ya.

Hay 3 tiendas muy pequeñas y otras 3 algo menos pequeñas. Productos variados, todo congelado, enlatado o similar y algo de fruta y verdura, solo el día que viene la goleta. Esta se reduce a zanahorias, nabos, repollo, jengibre, naranjas, mandarinas, peras y manzanas, que puedes comprar si andas rápido. Habitualmente hay patatas, cebollas y ajos.

El vino es un producto de precios ionosfericos y calidades más o menos como el Savin, la mayoría con títulos franceses. También venden unas botellas de litro y medio de vino español, de un tipo Valdepeñas, que anda por los 24 euros y que con gaseosa está cojonudo. Hay que tener en cuenta que estamos en una isla y que la distancia a Tahití es de 1.700 km.

La fruta local, en esta estación, son los pomelos y los plátanos. Los pomelos están acabando la temporada y hasta que llegue el mango, avanzada la primavera, solo toca plátanos. Eso sí, ambas frutas son gratis, te las regalan,  aunque hay que darse una buena caminata y cargar como burros. El otro día transportamos a nuestras  espaldas varios pomelos, pamplemousse en francés, de entre 1 y 2 kilos cada uno.

En el fondeo quedamos pocos. Los barcos se van yendo poco a poco. Hay muchas otras islas y atolones por visitar.