16 horas, Puerto Madero, despedida y a navegar. Apertura de puente, sonido de bocinas de gas y salida por el canal, con poco viento y a motor.

A las 18 horas, velas arriba. Navegamos toda la noche por el Río de la Plata con vientos portantes de fuerza 4-5-6 y 7 que unidos a la escasa sonda. 3-4 m, montan una ola muy incómoda, típica de este río. Para el primer día no está nada mal.

La primera noche a pesar del viento fuertecillo, bastante tranquila. Teniendo la ciudad de la Plata por el través, a 30 Nm de Buenos Aires, surge el primer problema técnico. La lectura del viento, con nuestro flamante anemómetro recién reparado, empezó intermitentemente a dar omisiones, mientras el ploter quedaba bloqueado. La carta descompensada nos situaba el barco a 3,5 millas de la costa, cuando en realidad estábamos a menos de 2. Reseteo, recalibraciones, compensación de carta y felicidad transitoria.

Mañana soleada de domingo y buena navegación. A la noche arrancan los problemas más serios. Entre las 3 y las 4 UTC, hay virada de viento de estribor a babor y el equipo continúa diciendo que el viento nos está entrando por estribor, con la perplejidad del capi que está en la guardia y tarda en darse cuenta de que el equipo está marcando al revés.

Cuando se hace la primera maniobra de toma de rizos, se descubre que el cabo de driza de mayor, que acabamos de poner nuevo, patina por el stoper. Esto dificulta enormemente las maniobras al dejarnos inservible el winche central.

Al amanecer, esta vez en la guardía de la first mate, cuando vamos a motor, con vientos muy flojos, se observa que el alternador deja de cargar. Fabian se incorpora en ese momento e intenta mediante un acelerón excitar el alternador, como hacíamos antaño. No solo no se excita, si no que ni acelera, ni nada de nada. Está el mando morse como muerto. Tememos que la centralita electrónica que controla el motor, se haya venido abajo.

Se incorpora el capitán, digiere el nuevo contratiempo y se coloca el mameluco, como aquí llaman al buzo de mecánico para sumergirse en el lugar más “atractivo” del barco, la sala de motores.

Tenemos por la proa, Mar del Plata a 14 Nm., un motor a 2.000 rpm fijas, no se puede variar y con un meteo que nos dieron anoche de rachas para estas horas de hasta 35 kts. Cagate lorito.

Tras media hora larga de pesquisas, aparece el cuerpo del delito: un cablecillo de mierda, de la bobina de un relé se ha soltado del terminal y por casualidad hemos tocado la flauta. Aplausos al capi y desayuno especial (kiwi y café con leche con tarta).

Tras reportarnos repetidas veces a la autoridad competente y solicitar entrada a puerto, tomamos boya en el puerto principal a la entrada del Yacht Club Argentino. Hay un paso de entrada angosto, 10-12 m. con un puente giratorio para peatones. Bajamos el dinghy y damos una vuelta de reconocimiento para ver si había alguna dificultad en el interior. Se trata de 3 marinas pequeñitas y desde fuera parece que no nos vamos a revolver.

Entramos con ciertas dudas, pero entramos. Nos ayudaron en el atraque los tripulantes del ARCHIBALD, velero español que va para la Antártida.

Hemos empezado a tramitar que venga el anemómetro de España, porque vemos que así no hacemos carrera.

El tema de la driza está en estudio intensivo, con opiniones diversas, de los tripulantes propios y de barcos vecinos.

Menos mal que viene una sudestada cojonuda y nos tocaba estar en puerto si o si.

Hemos recorrido, en 42 horas, 277 Nm. de las que solo 14 han sido a motor. Hemos hecho velocidades de 10 millas en una hora y otras de 5 millas.

La Posición actual es:

Latitud 38º 02,58 S

Longitud 57º 32,18 W

Hola a todos

Me presento, soy Fabián y me embarqué en el Prati para hacer la navegación a Valdivia. Creo que Carlos ya se ocupó de actualizar la info de mi CV así que no hace falta que los aburra con eso.

Les cuento que el 30-11 salimos de mi club, el Yacht Club Puerto Madero, con destino a Mar del Plata. Vinieron a despedirnos varios amigos míos, mi muy querida y reciente esposa y… mis viejos con lágrimas en los ojos… si ya se que estoy grandecito para que vengan los viejos con ojos llorosos pero bueno… es así. Entre los amigos que vinieron a despedirse estaba un gran navegante y amigo español Gaspar Citoler, tal vez hayan escuchado de él en la Taberna, con quien tuve el placer de navegar mucho tiempo.

Entrar o salir de Buenos Aires tiene siempre el castigo del Río de la Plata ya que es bastante duro por su ola corta, su baja profundidad y los barcos hundidos. Adicionalmente se dieron vientos fuertes que, aunque francos, provocaron desperfectos estomacales en la tripulación. Finalmente la travesía terminó agradablemente ya que, a pesar de sufrir algunas vicisitudes técnicas en el equipamiento del barco, llegamos a Mar del Plata evitando un Pampero que luego nos enteramos trajo ciertas inundaciones en la ciudad.

Me alegra pasarles mis impresiones del viaje y espero que les sean de su agrado!

Saludos a todos por la madre patria!

Mañana mandaremos alguna foto