Sexto día de travesía. Seguimos en las mismas, todo gris y apenas viento. Ayer durante casi todo el día tuvimos que encender motor para no quedarnos directamente a la deriva. ¿ande andará el viento? Dicen los viejos que nunca se vio cosa igual. Habrá que esperar a estar al otro lado, antes de hablar más de la cuenta.

Ayer en la Rueda escuchamos contar a Guillermo, un navegante argentino, de 80 años, con grandísima experiencia de navegación, que le ha costado 20 días y 18 horas la travesía Fernando de Noronha a Azores. Llegaban ayer con el gasoil casi agotado y hartos hasta lo indecible de llevar el viento en la geta, cuando lo había.

Por la noche sopló un poquitín y a vela otra vez. Así seguimos con más pena que gloria pero poco a poco, hila la vieja el copo.

Como tenemos tiempo para todo, hasta nos hemos leído el manual de operador del autopiloto. A pesar de que ayer, después de resetear el sistema había vuelto a funcionar, en cuanto ha habido una rolada importante del viento, de unos 30º, el piloto se instala en sus trece y no hay quien lo mueva. Mantiene el rumbo anterior y dándole instrucciones para que lo cambie, no hace ni caso. Es preciso desactivarlo, hacer el cambio de rumbo a mano, en la rueda y una vez estabilizado el nuevo rumbo volver a poner el auto.

Avistar, nada especial, tres mercantes que es lo normal en la ruta del Atlántico Norte.

Hemos cruzado la línea divisoria calor – fresquito. En cuanto se hace de noche la temperatura ya baja a los 23º, lo que en el mar es más bien fresquito a causa de la humedad y la brisa y hemos tenido que sacar los pantalones largos y camiseta de manga ídem. El capi ha aprovechado para estrenar la que le trajo Pablo de sus vacaciones en Boston. Está súper chulo con su gran camiseta roja, de esas en las que caben dos, pantalones de mahón, tipo currelas y la gorra con la visera patrás.