Los que nos leéis asiduamente, habréis echado en falta el apartado de averías que en las travesías anteriores teníamos como sección fija. Retomamos la sección, jaja, todo
vuelve por sus foros, ya hemos roto algo:

A las 6 de la mañana la tripulante favorita del capitán, llama con todo respeto a la puerta del camarote y dice: ¡¡ Carlos, arriba que hay problemas!! El piloto principal ha perdido el rumbo y está dando mensajes de error en el server.

Comenzamos a hacer pruebas por si fuera un error pasajero………. Pero no. Ponemos en marcha el segundo piloto y el capitán sigue busca que busca, ahora en su lugar favorito, la cajita del reloj, que no es otra que el compartimento de motor, donde tantas horas pasa. Eureka, dice contento, es aquí. Se le ha derramado el líquido hidráulico del empujador, es una avería mecánica, es fácil. Tenemos el repuesto y a por ello.

A partir de ese momento y durante casi 9 horas, el capi vivió en la dichosa casita, sudando como un cerdito, consiguió apretar debidamente una tapa roscada del final del cilindro empujador, rellenar de líquido y reponer todo en su lugar. Antes de la puesta en marcha, llamamos a José Antonio, el técnico que instaló el 2º equipo y que puso en marcha todo el barco. Siguiendo sus instrucciones, empezamos con las pruebas. Ahora el piloto da una sentencia de fallo de ángulo del timón, fallo de server, prueba no finalizada, vamos que no va. Esto después de 4 horas, con las velas abajo y a motor dando vueltas y vueltas, eso sí, sin problemas de tráfico y la mar bastante buena. Incluso el viento que durante la noche estuvo bastante decente, bajó a 3-4 kts. o sea que había que ir a motor de todas todas, pero palante, no de esta manera.

Lo paradójico de esta avería es que fue instantánea, no avisó para nada. Ayer por la tarde se hizo la revisión de sala de motores y específicamente de este punto y no había ni gotita de nada en el impoluto suelo de la sala. El capi lo tiene como los chorros de oro. Creo que es lo más limpio de todo el barco.

El pobre capitán está cabizbajo y cansado. Comemos a las cuatro de la tarde, pequeña siesta de ambos, ya que vamos a motor, con vigilancia y alarmas en el radar. Pesqueritos por aquí no hay, estamos a trescientas millas de la costa y el tráfico de mercantes es también escaso.

¿Qué que hacemos a 300 millas de la costa? Fácil, el viento siempre tuvo componente E y ESE y pronóstico de role al NE, por eso fuimos aguantando y no dimos bordo hacia el S.

Ayer, para celebrar el cruce del Ecuador, hubo comida especial. Restos del hueso del jamón, al que ainda queda pegada algo de carne, poca y dura y una lata de caviar de oricios, o sea las huevas juntitas y limpias de los erizos de mar, para comer con cucharilla, una auténtica delicia gastronómica. Sabor a mar a tope para una celebración de mar.

Nuestro día de navegación hoy está dedicado a Rick, él ha tomado la decisión de soltar amarras y navegar, navegar, navegar. Querido Enrique, te deseamos las mejores  singladuras y pocas averías, je, je.