Al fin suerte con el cacho de palangre

El domingo nos dormimos con Puerto Bayovar en la popa, habiendo borneado 180° respecto al punto en que echamos ancla por la tarde. Nos quedó la incógnita de si el fondeo quedaría seguro en esta nueva posición, así que pusimos despertador e hicimos dos levantadas nocturnas para comprobarlo. El fondeo resultó firme. Al levar ancla vimos que el tenedero era fango.

Amanecimos con la intranquilidad de ver que estaba nublado y con viento del este. Las condiciones siguen siendo malas para bucear. La visibilidad bajo el agua es bien escasa. Fue avanzando la mañana y a eso de las once el panorama cambió totalmente. De nuevo botella de aire comprimido a la espalda y en unos minutos, todo resuelto. El cabo estaba bien enrollado en las palas de la hélice y eso que no se había puesto en marcha ese motor desde que enganchamos el palangre, hace 10 días.

Aunque parece insignificante en la foto, si ese cabo se mete entre el ánodo y el eje girando, se funde y casi con certeza daña el retén de entrada de agua salada al saildrive. Esto significaría tener que sacar el barco del agua para cambiar ese minúsculo reten. Desde Buenos Aires hasta la posición actual solamente hemos encontrado un lugar para hacerlo, Valdivia. O sea que la avería pudo haber sido mayúscula.

Aprovechando el baño hubo limpieza de cascos que en las popas tenían una jartá de percebes. Una pareja de leones marinos, muy curiosos ellos, merodearon a nuestro alrededor todo el rato, no sabemos si querían comerse al capi o esperaban, como ocurrirá con las pesqueras, que se les echase algún pescadero. Las líneas de flotación habían quedado teñidas por un vertido de aguas sucias, por las que atravesamos el viernes, quizá de limpieza de sentinas de algún mercante,  que dejó unas cuantas millas hechas una pena.

A mediodía zarpamos con viento favorable y lo llevamos encima hasta el momento de escribir esta crónica, veinticuatro horas después. Siempre viento flojo de entre 8 y 12 Kts. que solamente con el génova nos llevan a rumbo.

La intensidad de pesqueras fue mucho menor de lo previsto, sobre todo después de haber visto la flota de Puerto Bayovar.

Por fin, tras mil y un intentos a lo largo de toda la Costa peruana, más de mil millas, una pesquera contestó a nuestras insistentes llamadas. Un bonitero faenando al oeste de nuestra ruta. Nos aclaró que las lanchas que vemos alrededor, todas de pesca artesanal, funcionan anárquicamente y nunca contestan a la radio. Solo la usan ellos, en caso de que se les eche encima de sus artes algún mercante o similar. Habló de que largan redes de cortina de una y dos millas, además de los consabidos palangres y en sondas bajas, arrastre de fondo.

Nosotros, al atardecer, vimos justo en la proa una línea de palangre con boyas blancas, de buen tamaño, que no pudimos evitar, yendo a vela y con buena arrancada. Cruzamos los dedos, mientras la lanchita, que no estaba muy lejos, nos montó un carrusel de luces para avisarnos. Un poco tarde. Por la popa vimos cómo se abría la corchada, aparentemente dividida en dos. Diez minutos más tarde, ya obscuro, no hubiéramos visto nada. Aparentemente no lo hemos enganchado.

Nuestra Posición  a las 12,00 hora local, a 233 Nm del destino, a rumbo directo, es:

Latitud.-    04° 18’64 S
Longitud.- 81° 42’98 W

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