Una semana en Cocos Keeling

El atolón de South Cocos Keeling, porque hay un North Cocos Keeling, tiene 7 millas de largo por 6 de ancho y en este anillo irregular, empezando por la parte E, desde el norte, la única entrada posible, aparece Direction Island, donde está el fondeo para los yates. No está permitido fondear en ningún otro lugar. Solo estamos aquí dos barcos, uno deshabitado que parece ser de un australiano que vive en Cocos y nosotros. La semana pasada se marchó la gente de la Regata ARC, 30 barcos en este fondeo.


Para nosotros solos, ya que esta isla no está habitada, una preciosa playa 🏝 de arena blanca coralina y un montón de palmeras. En la playa varios lugares con tejados, mesas y bancos, emplazamientos para hacer barbacoa, depósitos de agua e incluso servicios 🚽 con todos sus complementos. Pululan por allí un montón de gallinas 🐓 salvajes, con sus pollitos, 🐥 a ver lo que cae.

Entre todos estos “chiringuitos”, destaca uno con recuerdos de los barcos que han ido pasando por aquí. En madera, en plástico, en una boya vieja, con un trozo de bandera e imaginación, se deja recuerdo del paso por un lugar tan mítico para los navegantes.

El capitán preparó una tablilla y en ella pintó la bandera española 🇪🇸 y los datos de barco y tripulantes, así como la fecha. Ya está colocada, bien alta y bien visible.

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo que no hemos visto es el famoso “basural” en el que nuestro amigo Luis, del SURAZO, encontró tantas cosas válidas, incluido un bote de remos.
También, para nosotros solos, hay un buen número de tiburones 🦈 que aparecen en la popa en cuanto nos oyen pisar, esperando comida fácil. Carlos llegó a contar 13 al mismo tiempo. Son de puntas negras, los habituales en los arrecifes y no son peligrosos, pero dan un poco de respeto. De todas formas, nos bañamos en la playa, que es una preciosidad y no tiene ningún peligro.

Avanzando hacia el S, por este lado E, está la minúscula Prision Island, donde estuvo confinado Hare y sus 40 mujeres, por sus problemas con Rose, como ya conté en la “ singladura 7 “. La verdad es que se ve demasiado pequeña para que allí vivieran 41 personas. Pero la historia dice eso, o será más bien la leyenda, ahora no hay nada ni nadie en ella.

La siguiente Isla hacia el S, es Home Island. Esta ya tiene más de 2 km de largo, por casi uno en su parte más ancha y 500 habitantes, malayos en su mayor parte y de religión musulmana.
Aquí hay un supermercado de tamaño medio con productos normales y los sábados ofrece fruta, verdura, huevos y pan de molde frescos, que llegan en el avíon del viernes. Las carnes son congeladas y no parecen demasiado buenas.

Tenemos un pequeño café abierto hasta mediodía y un ¿restaurante? que abre sólo los miércoles de noche.
Hay un buen pantalán donde atraca el Ferry ⛴ que hace varios viajes al día a West Island, algo así como la capital, aunque solo tiene 100 habitantes.

West Island está a más de 6 Nm de Home Island, en la parte SW del atolón. Allí está el aeropuerto, varios hoteles y bungalows y los servicios normales para los turistas, que aparentemente son escasos.
Los precios de los vuelos desde Australia son altos y los de las excursiones turísticas y los alquileres, también.
A mediodía los pequeños restaurantes, o más bien barucos, se turnan para que siempre haya uno abierto, por las noches hay un poco más de oferta. El resto de las islas, desiertas, sólo palmeras 🌴 y más palmeras 🌴.
Nosotros tenemos media hora de dinghy para ir a Home Island, cruzando sobre corales y aguas de un color espectacular, con algún que otro roción y poniendo atención en los bajos que jalonan el camino.

Desde allí, el jueves hemos tomado el Ferry ⛴ para ir a West Island, donde hemos podido comprar unos voucher para conectarnos a Internet. La conexión sólo es posible en West Island y en Home Island, al resto no llega ni la más mínima señal de telefonía.
Media hora de Ferry y a la llegada espera un autobús 🚌 para recorrer los 7 km que hay al centro.
Aunque el pueblo no es atractivo, casitas bajas, con tejados de chapa, tiene mejor aspecto que Home Island, donde las casas parecen todas iguales, tejados de chapa y ningún elemento decorativo a destacar, al menos en la zona centro que hemos recorrido. Todo está limpio y como venimos de Indonesia notamos más las diferencias.
Los dos asentamientos son bastante feos, lo espectacular es la naturaleza que los rodea.

Fuimos en el Ferry de las 10,30 horas, con muy poca gente, alguna mamá con sus niños. Regresamos en el último, a las 4 de la tarde. Autobús a tope de trabajadores, que viven en Home Island y trabajan en West Island. El Ferry lleno y bastantes vehículos esperando a los viajeros. Todo el mundo se desplaza en “quatri”, caminar no está de moda en este lugar. Ha sido curiosa la experiencia.

El viernes, quedamos con las autoridades para tramitar la salida de Cocos. Antes de la oración de mediodía del viernes, había que ir a pagar la tasa de fondeo, unos 35 € por una semana, trámite imprescindible para que te den el zarpe.
Hoy la oficina de la Policía estaba cerrada, tienen la guardia en West Island, no sabemos si porque hoy hay avión, pero ellos, increíblemente amables, vinieron a traernos el zarpe para que no tuviéramos que ir nosotros a West Island. Les hemos dicho que estamos encantados con el comportamiento de todas las autoridades australianas, lo que les ha hecho ilusión, sobre todo porque se nota que lo decimos de verdad.

Nueva excursión a la playa para comer y bañarnos. Que disfrute de lugar. Que playa tan bonita, que agua tan clara, que temperatura tan estupenda. Algo para recordar.

Mañana iremos al supermercado, para ver qué conseguimos y el domingo, de nuevo proa al W.

MH