Hamilton Island en la Gran Barrera de Coral

 

El fondeo de Shaw Island resultó placentero y entretenido. Bastante tranquilo y siempre rodeados de barcos, pero sin agobios con el fondeo.
Vinieron a invitarnos a una reunión de barcos en la playa. Como es habitual aquí, a tempranas horas, en este caso a las 4 de la tarde. Cada uno con sus bebidas y algún snack.

Lo que nos sorprende es que cada uno se toma lo suyo, no se invita ni se comparte la bebida.

Los dinghys quedaron anclados en la orilla y como la marea estaba subiendo, cada poco allá iban los capitanes a tirar del cabo y arrastrarlos hasta donde se dejaban.

Todos los vecinos gente muy agradable con los que nos sentimos bastante bien. Hacían esfuerzos por hacerse entender y lo agradecimos.

Por la noche una de las parejas, de un Amel llamado GRADIVA, vino a visitarnos para darnos pistas y recomendaciones. Ellos recorren cada año esta zona, desde Tasmania, regresando a casa en noviembre cuando cambian los vientos, así que se lo saben todo.
El día siguiente fuimos invitados a otro catamaran, SEEADLER y volvimos a absorber toda la información posible.

 

Como se avecinan días más ventosos, seguimos el consejo de estos colegas, Cherie y Eckhard y nos encaminamos a la Marina de Hamilton Island.

Posición:
Latitud .-     20° 20’84 S

Longitud.- 148° 57’07 E

Hicimos 14 Nm. solo con génova. El aproaching a la Marina es delicado porque tiene anexo un aeropuerto y hay que controlar la llegada de aviones, avionetas, y demás.
La Marina funciona de maravilla, te salen a buscar a la bocana, te acompañan al atraque, te amarran el barco y esa misma persona te cobra, incluso con tarjeta de crédito. Además te explica que tienen una App propia y que en ella encontrarás toda la información necesaria.

La Marina es grande, para barcos de hasta 60 m y alberga también los cruceros turísticos a la Barrera de Coral y los grandes Ferry que comunican con el continente. Siempre hay algún barco

maniobrando, a nosotros nos quedan muy cerca, pero ni se nota. 👍

Con Cherie y Eckhard, disfrutando del sunset.

Alrededor, de todo. Un buen supermercado, boutiques, galerías de arte, cafeterías, bares, restaurantes y bullicio. Cientos de coches eléctricos para desplazarse desde los alojamientos que hay dispersos por toda la isla.

Como remate de la bahía en que está la Marina, el Yacht Club. Edificio digno de mención.

Su inspiración es el velero Wild Oats XI, Velero famoso, de 100 pies, que es titular de un récord en la regata Sidney – Hobart y ganador de los honores de la carrera en 9 ocasiones.


Es propiedad de Bob Oatley, magnate empresarial al que se debe este lujoso entorno. También hay que agradecerle los ricos vinos de sus bodegas. Parece ser que convirtió una isla salvaje en uno de los destinos más valorados por los australianos.

 

Hasta 40 aviones de línea regular vienen cada día de las principales ciudades, así como vuelos privados, helicópteros, etc.

Nosotros nos hemos quedado “atrapados”, es un decir, por la lluvia. Nos está pasando por encima un frente que suelta agua en plan diluvio. Ayer, que durante el día salió el sol, aprovechamos para dar un paseo y disfrutar del entorno.
Si hay que no hacer nada, que sea en un sitio como este.

Por la tarde, nos visitó esta señora tan bien peinada.

 

Por la noche, cuando íbamos a cenar, nos cruzamos con un 🦘 que saltaba entre los coches, seguro que también saben lo cómodo que resulta buscar la basura de los humanos.
Esperamos que mañana, con mejores perspectivas meteorológicas, podamos seguir avanzando hacia Cairns, donde pensamos hacer la última recalada en esta costa E.

Eso sí, sin prisa, con los fondeos intermedios que correspondan.

M.Herrero