de Kupang a la Isla de Flores

3 de septiembre, a las 11 de la mañana dejamos atrás la bahía de Kupang para dirigirnos a la Isla de Flores.
Durante la estancia en Kupang hemos hecho una excursión al interior con un guía local, durante tres días, para conocer un poco esta isla donde el turismo es algo extraño.
Sus paisajes no son nada especial, más bien un cajón de sastre con árboles de cualquier tipo, matorrales, algún arrozal cerca de Kupang y un secarral que da pena.
Hay cuencas de ríos muy amplías por las que ahora discurre un regato. Estamos en la estación seca y hasta diciembre no se esperan lluvias.
No hay agua corriente. En las ciudades se surten con camiones cisterna, mientras en los pequeños asentamientos se busca agua con todo tipo de garrafas plásticas, caminando o en moto, el medio de transporte más usual.
Hemos visitado pequeños poblados con construcciones tradicionales y mercados muy atractivos para nosotros y en los que hemos sido la novedad.
Todo el mundo sonríe y se quieren hacer fotos con estos blanquitos raros que se han perdido por aquí. Son muy acogedores y es una maravilla encontrar lugares tan auténticos y donde la globalización no les ha afectado.
Los que hablan media palabra de inglés preguntan de donde somos e inmediatamente dicen ¡Marc Márquez! En este país lleno de motos, es muy conocido y admirado. 🏍

De esa excursión tengo preparada una crónica que irá acompañada de las correspondientes fotografías.
Las comunicaciones, vía Internet, no están funcionando como en otros lugares y de momento no la puedo enviar. Queda pendiente.

Kupang es una ciudad bulliciosa, con cientos de motos, furgonetas para el transporte público, de vivos colores y muy adornadas y tiendas y más tiendas que permanecen abiertas hasta las 9 de la noche.
Hay un mercado nocturno donde se sirven sobretodo pescados y mariscos a la parrilla. El ambiente es abigarrado y los olores y los humos lo impregnan todo.

El problema de Kupang es su fondeo, bastante movido e incómodo y el desembarco con el dinghy. No hay ningún lugar donde dejarlo y la playa está tachonada de piedras.

Los asistentes locales, acuden a recibir a los navegantes y por una cantidad fija diaria cargan el dinghy playa arriba. Lógicamente no es una operación cómoda ni fácil, con lo que los movimientos quedan muy limitados. Desde el principio hay que contar con un “agente local” que se ocupa de este tema y de los desplazamientos, pero a veces al regresar de noche se han escabullido los ayudantes y devolver el dinghy al agua, sin arrastrarlo por las piedras, es una historia.

Estos dos últimos días, además, había olas en la orilla que hacían difícil el desembarco. Ayer, para ir al Máster Harbour a oficializar la salida, nos dimos una ducha de agua salada que nos mantuvo toda la tarde fresquitos.
Así que los pocos veleros que vienen aquí, se marchan rápidamente buscando mejores fondeos y condiciones más fáciles. Nosotros, con diez días, hemos batido récord de permanencia.
Y aquí estamos ahora, navegando bajo un sol 🌞 que luce cada día, que calienta duramente y que nos acompañará hasta las 6 de la tarde, en que volveremos a disfrutar de estos atardeceres rojizos característicos de la zona.

Hemos hecho un nuevo intento con el Code 0 y su enrollador sinfin y también no.
A pesar de haber vuelto a fijarlo fuertemente, ya que el problema parecía ser que se giraba y que por eso no obedecía al cambio dé sentido, cuando ha llegado el momento de usarlo hay que acabar saliendo al final del botalón para actuarlo a mano. El capitán se ha mosqueado y ha decidido retirarlo de la circulación.

Saludos y hasta mañana.
MH