Año nuevo

¡¡¡¡¡¡¡¡ Feliz Año !!!!!!!!

Ya estamos en 2016, va a hacer 2 años que arribamos a Chile. Fue a principios de febrero del 2014, cuando avistamos Puerto Williams y nos prendamos de los encantos de uno de los confines del mundo. Recordamos con agrado aquellas casitas de planta baja, todas con su chimenea humeante, incluso en verano. Pasamos jornadas espléndidas navegando el Beagle, fondeando en caletas, visitando glaciares, con nuestros amigos los Panautas. Tenemos recuerdos especiales del último mes que pasamos en Puerto Williams, con el otoño en puertas, luz baja, arboles rojizos, soledad, naturaleza, sosiego. Paseos en las tardes por los alrededores y noches en aquel acogedor bar del Micalvi, donde apenas quedábamos 4 gatos. Si, ése será uno de los lugares a recordar para siempre.

El PRATI quedó bien custodiado y guardado allí todo el invierno. A primeros de 2015 emprendimos la ruta de los canales chilenos y tomando rumbo norte fuimos descendiendo latitudes hasta llegar a Puerto Montt, lugar de recalada de casi todos los veleros que hacen el cono sur, entre otras cosas como centro de reparaciones y preparación para el zarpe, bien hacia el norte, o lo más frecuente, a Polinesia. Esto fue por abril. A primeros de mayo llegamos a Valdivia, donde pasamos un mes bajo la lluvia, días tristes y monótonos, aislados en la Estancilla, a 12 km de la ciudad, sin ganas de movernos del barco, en una situación un tanto depre, mientras fuimos preparandolo para su nueva estadia invernal. Aquella selva valdiviana nos comía el ánimo, nos dejaba sin ganas.

En junio, vuelta “papaña”. En una crónica anterior hicimos un relato sucinto, con bastantes fotografías, del periplo por nuestro país, con nuestro amigo Gustavo Biancalana, el de Ushuaia.

A finales de noviembre de nuevo tomamos tierra en Chile y volvimos a nuestro PRATI. Sorpresa agradable, el barco lo hemos encontrado en un estado estupendo. Ni humedades ni nada parecido. Todo ok. Sacamos el barco al varadero del astillero Alwoplast, que tenemos en el pantalán de al lado para hacer antifouling y mantenimiento de los sail drives, especialmente el cambio de las gomas de estanqueidad de los mismos.

Mientras tanto, comenzamos a disfrutar de Valdivia. Nada que ver con la ciudad que dejamos en junio, siempre pasada por agua. No es que ahora no haya llovido, pero han sido 3 o 4 veces en un mes, algo totalmente asumible y los días soleados sobre el río Calle Calle son una imagen muy linda. Desde la terraza del hotel Dreams, en el que estuvimos durante el tiempo de varada, disfrutamos continuamente de las vistas solariegas del río, de los continuos ir y venir del sinfín de remeros de banco móvil de los 4 ó 5 clubs de remo que hay en Valdivia. Nos han contado que de aquí han salido y salen remeros excepcionales con medallas en pruebas internacionales. Los leones marinos han seguido engordando y engordando y empiezan a parecer elefantes. Los hay que deben pesar 500 kgs. con la comida gratis y abundante de los puestos de pescado del Mercado Fluvial, que constantemente están limpiando el pescado y largando hacia atrás los despojos, para alegría de estos amigos que solo tienen que abrir la boca y tragar.

La ciudad alegre y bulliciosa, al son del calorcillo del verano. La Ultima Frontera, es un bar-restaurante muy pintoresco, en una antigua casa solariega con estancias de distintos colores y decoraciones, en plan muy naif y con ambiente universitario. Justo donde mejor encajamos, al menos para verlo. Gente joven, animación, cervezas artesanales ricas, ricas y unos bocatas que te cagas, se convirtió en nuestro lugar predilecto en Valdivia, tomando el relevo al Dublín de Ushuaia.

La Marina de la Estancilla, ahora está más divertida. Hemos llegado a coincidir 6 ó 7 barcos extranjeros con los que hicimos los consabidos asaditos, para ir celebrando despedidas y cualquier otra cosa. En una de las celebraciones, el PRATI obsequió a la concurrencia con una chiquita sangría de 5 litros. Todos encantados y encandilados al final de la fiesta.

Justo a nuestra popa, el velero SKUA, barco chileno, cuyos armadores tienen incluso la propiedad de un glaciar, el Skua, frente a la caleta Amalia, allá por el Campo de hielos Sur. Decimos, en broma, que son propietarios, pero en realidad solamente son propietarios del nombre, que pidieron para ese glaciar allá por los años 90, en honor a su familia y les fue concedido el nombre, figurando ahora en las cartografías oficiales. Con Mónica y Robert hemos compartido buenos ratos de charla, tragos, cenas y experiencias. Gente entrañable que madrugó para largar nuestras amarras de Valdivia.

El día de Navidad, pusimos rumbo norte. Nos dirigimos a Coquimbo, a seiscientas y pico millas para encontrarnos con nuestros amigos del velero SURAZO, a los que conocimos en 2.009 en las costas del Nordeste brasileiro. Un papá y sus dos hijos que regresaban de su larga vuelta al mundo. Familia entrañable y cariñosa, con la que hemos mantenido el contacto a lo largo del tiempo. El año pasado nos visitó toda la familia en Ushuaia.

La travesía hasta aquí fue buena como inicio de la nueva temporada. Vientos muy flojos, menos de 10 kts. justo, justo por la popa y bordos y más bordos para que el barco pudiera llegar a moverse. Las 600 millas iniciales se convirtieron en 777 y empleamos 6 largos días y 18 horas en el recorrido. El viento, fresco, apareció justo el último día.

Y así llegamos por los pelos, a las 3,30 h. de la madrugada del día 31 a celebrar las fiestas de fin de año con ellos en su casa de Coquimbo. Aquí estaban en la boya Luis y Sebastián aguardando la llegada del PRATI para darnos abrazos. Con ellos y con Rodrigo, su amigo que nos acompañó desde Valdivia, nos tomamos una botellita de champán para ir haciendo boca.

Ya por la mañana y descansados lo justito, nos visitaron Luis y Carmen, su mujer y nos llevaron a comer con ellos. Una buena siesta y en pie para celebrar la salida y entrada de año.

En el patio de su casa, Luis Cánovas, de orígenes hispanos como se deduce por su apellido, preparó una estupenda paella sobre un fogón de brasas, bajo los olivos. Como aperitivo nos puso un pulpo a la gallega de rechupete. No recordábamos en los últimos tiempos un cefalópodo tan sabroso. Después de la cena, con unos leños nuevos sobre las brasas para contrarrestar el relente nocturno, bebimos y charlamos hasta tarde. Solo faltaba el hijo mayor, Matias y su familia, que viven en Porvenir, en pleno Estrecho de Magallanes y que celebraron su primera nochevieja con su pequeñín.

Hoy, año nuevo, tarde soleada, nos acaba de pasar por el costado saludando, el velero de la familia Cánovas que se están dando un paseíto por la bahía. Luego vendrán a vernos.

Estamos en boya en el Club Náutico de La Herradura, bahía muy cerrada y tranquila, a excepción de vientos del Norte. Durante el verano, siempre hay sures.

Nuestra Posición es:

Latitud.- 29º 58´804 S

Longitud.- 71º 21´854 W

Temperaturas diurnas veraniegas, playas que circundan la bahía con mucha gente disfrutando del verano, noches húmedas y con relente. El PRATI amanece mojado. Que aproveche esta humedad porque llover, aquí, no llueve.

Tenemos en proyecto visitar, por carretera, Valparaíso y Viña del Mar, ya que hemos pasado de largo y son lugares que merecen una visita.

Desde Coquimbo seguiremos ruta a Antofagasta, en fecha aún por determinar. Allí volveremos a hacer excursión, en ese caso al desierto de Atacama. Luego serán Iqueque y Arica, última recalada en Chile.

En Perú no tenemos intención de entrar, parece que los trámites son complejos y muy caros. Por tanto Ecuador es la meta siguiente para el PRATI. Los Pratis si que se adentrarán en Perú por medios terrestres.

Ya iremos viendo y contando. Planes fijos, ninguno. Estamos, como siempre, abiertos a cualquier posibilidad.

3 thoughts on “Año nuevo

  1. Feliz año, que en el 2016 continueis visitando y narrando los hermosos lugares que tiene Latinoamérica, buenos vientos y mejores singladuras.

    Saludos.
    Joaquin

  2. Bien, os habéis estirado en el relato y se agradece saber de vuestro periplo.
    Comenzáis bien el 2016, esperemos que siga así.
    Deseando que tengáis las siguientes singladuras sean estupendas, un abrazo.

  3. Feliz año 2016, queridos Magdalena y Carlos. Que los vientos sean siempre propicios y podáis disfrutarlos en paz y con salud.
    El relato es magnífico. El lector se siente embarcado en ese verano austral, lleno de envidia malsana.
    Aquí nos habéis dejado en tierra mientras el personal juega el puzzle político y no ven forma de encajar las piezas
    Con mis mejores deseos para este año recién estrenado os mando un gran abrazo.

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