Gracias a la vida

Gracias a la vida estamos aquí, no nos ha pasado nada. Si hubiésemos desembarcado cinco minutos antes, quien sabe por dónde podríamos estar transitando y quién sabe lo que nos podría haber pasado. ¿Gracias a la vida? ¿Al destino? Lo cierto es que estamos escribiendo esta pequeña crónica y que hemos tenido suerte.

El lunes por la mañana vimos pasar por delante dos féretros. En este pequeño pueblo ya se habla de más de diez muertos y entre la poca gente que conocemos, cuatro familias se han quedado sin casa.

El lunes por la tarde volvimos a recorrer las calles de Bahía. El destrozo es enorme, muy superior a lo que atisbamos el domingo. Hay una retro excavadora, con orugas, que además de destrozar el pavimento, va echando abajo todo lo que quedó maltrecho. A simple vista parece que el criterio es el del maquinista. No se ve ningún técnico ni autoridad que dirija esta operación. Los vecinos opinan y la máquina actúa.

Las acampadas en plazas y calles abundan. La gente no quiere alejarse mucho de sus casas pero tampoco quedarse dentro, unos por pánico y otros porque no tienen otra posibilidad.

Nos llama la atención que nadie exterioriza sus sentimientos. Cuentan que su casa se ha caído, que ahora están en la calle, con lo puesto, pero no hemos visto una lagrima ni un mal gesto. Para nosotros es algo extraño.

Las personas que trabajan en Puerto Amistad y que estaban en el momento del terremoto allí, aún se estremecen contando cómo se abrazaron todos en el pequeño patio descubierto y hechos una piña soportaron el pánico. Algunos no han querido volver a entrar al recinto.

Desde el primer momento se decretó el estado de excepción. Ayer apareció el ejército en las calles de Bahía para asegurar el orden. Por la noche, en medio de la oscuridad, un coche con megafonía, recordaba el toque de queda de 10 de la noche a 6 de la mañana, además de informar de que las fuerzas del orden permanecerían patrullando.

El martes casi todo está cerrado y los suministros de agua, electricidad y comunicaciones siguen cortados. Una buena noticia ha sido que el supermercado del centro comercial ha abierto. En horario reducido pero con todos sus productos y con normalidad, sin avalanchas, ni gentes con afán acaparador. Esto nos ha tranquilizado bastante. Ayer lo veíamos todo más negro, con el miedo a que la falta de suministros llevase a la gente a emprender saqueos y al vandalismo. De momento y toquemos madera, todo está bastante tranquilo y en orden.

Además han aparecido equipos, maquinaria y cooperación exterior. Parece ser que Bahía de Caráquez está dentro del plan especial de contingencia del terremoto.

Si las cosas siguen con cierta normalidad, podremos continuar con nuestros planes de viajar a Perú y Bolivia. Si no, ya iremos viendo. Los programas en este momento son inciertos.

A las 72 horas del terremoto, las cifras de pérdidas humanas se han disparado. Ahora ronda los quinientos y lamentablemente irá a más.