Paseando por Chile

09 pan en Coquimbo

                           Un pan, de los hechos a bordo

Siempre decimos que nuestra navegación y sobre todo nuestras singladuras tienen un ritmo que nada tiene que ver con el mar. Son las personas y los sentimientos los que marcan nuestras etapas.

Por este motivo, hace 18 días que arribamos a Coquimbo y aún no tenemos fecha para partir, aunque ya empezamos a planteárnoslo.

La presencia de nuestros amigos Carmen y Luis y los buenos ratos pasados en su casa, con ellos y el montón de amigos que les visitan con asiduidad, han ido haciendo muy especial la parada en este lugar.

El Club de Yates no tiene pantalanes, solo dispone de boyas de fondeo, sin servicios de agua o luz. En tierra tiene un buen restaurante, piscina y canchas de tenis, así como los servicios habituales de duchas.

03 fondeo del Club de Yates de Coquimbo

                                                               Fondeo en el Club de Yates de Coquimbo.

Por mediación de Jesús en LTP, Peleón, nos ha recibido especialmente amable su amigo, el presidente del Club, Michel Copetta.

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En la casa de Michel, Presidente del Club de Yates, con maravillosa vista a la bahía y a los veleros

Con nuestros amigos hicimos un recorrido por el Valle de Elqui, un extenso vergel entre montañas donde se cultivan sobre todo uvas. Está jalonado de pueblos con ambiente vacacional y destilerías de pisco, una especie de aguardiente, bebida nacional de Chile.

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                                                               en una destilería llamada los Nichos

02 Valle de Elqui

                                          el Valle de Elqui

En Coquimbo hicimos una visita turística y nos contaron que este lugar fue refugio de piratas, por el buen abrigo que ofrece la Bahía de la Herradura y que aún las leyendas hablan de tesoros escondidos.

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                                                  Mural con la historia de piratas y tesoros de Coquimbo

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                                  Plaza de Coquimbo

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                                                                         Vista de sus famosas escaleras decoradas

Desde aquí organizamos una visita a Viña del Mar y Valparaíso. Como habíamos pasado de largo, para llegar a la Nochevieja con nuestros amigos, no conocimos esos lugares que merecen, por supuesto, una visita.

En los días que estuvimos allí, un oleaje tremendo azotó las playas de Viña del Mar. No tenía nada que ver el viento, más bien flojo, con las olas que azotaban continuamente el litoral. El primer día, no pudimos pegar ojo. Nuestro hotel estaba en primera línea de mar y el ruido de las olas era insoportable. A la mañana siguiente descubrimos entre los jaboncitos y esas cosas que ponen los hoteles, unos tapones para los oídos, está claro que son necesarios en ocasiones como estas. A partir de ese momento el descanso fue mejor.

Las olas saltaron a la costanera, arrastraron arena y piedras y no por eso la gente dejaba de mojar sus pies en el agua.

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                                                             Playa de Viña del Mar y vista desde el hotel

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Su famoso reloj de flores, en el que todos nos fotografiamos

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                                                           Marejada en las playas de Viña del Mar

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                                  el Castillo Wulff

17 Mauricio y su señora en Viña del Mar

                            Mauricio y su mujer, amigos de Puerto Williams, nos visitaron en Viña

Grata sorpresa el haber encontrado junto a nuestro hotel un restaurante de comida española, El Txipirón, donde un par de noches pudimos disfrutar de una buena cocina. Su dueño, Gonzalo, hijo de españoles, pasó un tiempo en España y ha sabido traer a estas latitudes las especialidades hispanas.

Desde Viña del Mar visitamos Valparaíso. Están tan cerca que parecen una sola ciudad. Sin embargo el ambiente es bien distinto. Viña del Mar, es vacaciones, tranquilidad y bonitos edificios y restaurantes. Ambiente veraniego y de nivel burgués.

Valparaiso es vida, color, bullicio.

El Muelle Pratt, centro neurálgico de la ciudad, está siempre a tope de visitantes, gentes que embarcan, en lanchas para turistas, a recorrer la bahía en singladuras de media hora y algunas muy largas de hasta una hora.

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Muelle Pratt y Plaza Sotomayor con el monumento a los héroes de Iquique

Sus famosos cerros son una explosión de luz y color. Caminar por ellos es una experiencia agradable. Paleta multicolor. De que forma tan sencilla se cambia la fisonomía de una ciudad con construcciones humildes en laderas y cerros y se convierten en algo tan atractivo, solo aportando color y pinturas (graffitis) en sus fachadas.

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Valparaiso, Cerro Alegre y Cerro Concepción

Hicimos una visita guiada, caminando por las calle en compañía de una estudiante de turismo que trabaja a cambio de una propina.

Dos de los puntos de interés son los Cerros Alegre y Concepción. El acceso a estos cerros se puede hacer en ascensor, planos inclinados de muy antigua construcción, que no dan un aspecto de seguridad pero que funcionan, suben y bajan con precios muy populares.

En uno de ellos, apareció este caballero tocando su ukelele y contando un cuento corto y entretenido que nos dio un momento de felicidad.

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                                                                                            Ukelele

Una visita obligada en Valparaíso es la casa museo La Sebastiana, donde Pablo Neruda vivió. Está situada sobre un cerro y las vistas son espléndidas. No estaba permitido hacer fotos en su interior, alguna se nos escapó, así por lo bajini.

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                       La Sebastiana

Aquí Pablo Neruda, pasó largas temporadas, disfrutó de esa vista maravillosa de la bahía, se dedicó a lo que tan bien hacía, escribir y a compartir las veladas con sus amigos.

La casa, como un palomar en lo alto de un cerro, está llena de objetos, de fetiches, de vidrieras, obras de arte, la casa de una persona muy especial en la que observamos alguna influencia de Picasso y Dalí.

Nuestro amigo Ángel (del velero Bahía las Islas) nos recomendó visitar también la casa de Neruda en Isla Negra. Está un poco lejos, a unos 100 km. y nos conformamos con conoce solamente esta de Valparaíso.

Dedicamos otra mañana a visitar el Museo Naval, donde se va narrando la vida del país de los dos últimos siglos, fundamentalmente el tema de su independencia y de la guerra con Bolivia y Perú, en la que aumentaron su territorio en unos 400 km. de costa. Ahora Bolivia está intentando recuperar en foros internacionales lo que perdió en la guerra.

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             Cerro Artillería, donde está el Museo Naval

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                                                                                  Museo Naval

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                Otra casa de rabioso colorido

Al regreso a Coquimbo volvimos a pescar jaibas, la nasa volvió a ser protagonista. Las capturas abundantes auspiciaron reuniones a bordo para disfrutar del rico sabor de las jaibas y la empanada especial Prati.

04 Coquimbo, captura de jaimbas

                                                 Carmen, disfrutando por anticipado del festín de jaibas

51 cosecha de jaibas
52 empanada
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                                                                            Jaibas y empanada

Vinieron a bordo Carmen, Luis y Manuel, un nuevo amigo del velero Carpe Diem.

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                                                                      Carmen, Luis y Manuel en el PRATI

Ya de noche, apareció un velero, intentando navegar sin apenas viento. Les invitamos a compartir charla y un vinito y sin dudarlo se abarloaron al catamarán. El velero TEGLO capitaneado por Claudio a quien acompañaban su mujer y su hijo. Estampa bien bonita de afición a la vela. Envidia que nos da a los Pratis cuando vemos como algunos manejan sus veleros como si fuese una bicicleta y ya de noche para nota.

57 más amigos

 aquí nos acompaña también la tripulación del TEGLO

Habíamos pensado zarpar a principios de esta semana, pero el meteo dice que hasta el próximo sábado no tendremos viento. Después de tres semanas aquí no es cuestión de navegar a motor. Seguiremos controlando el meteo esperando buenos vientos para retomar la navegación hacia el norte.