El reino de los mosquitos

Día 29 de enero, diana a las 6, apenas hay luz. Se va notando el paso del verano e ir ganando latitud.

Navegada una vez más contra el viento de proa, en jornada de 9 horas, 44 millas, para llegar a la Caleta Luna. ¡Vaya recibimiento!. Una legión de mosquitos, tipo mosca pequeña y cojonera, que abrasa, nos estaban esperando. El fondeo, muy internados en la vegetación, les favorecía. Se meten entre las mangas, por debajo de los gorros, por detrás de las gafas, donde no les puedes manotear y pican. En cuanto estás ocupado con los cabos, el ancla o alguna faena de cubierta, ellos aprovechan y atacan.

La posición en la Caleta Luna, en la Isla Canning es:

Latitud.- 50º 18´029 S

Longitud.- 74º 37´528 W

Nos atrincheramos en los interiores y a la mañana siguiente, pese a estar diluviando, cambiamos de fondeo a uno próximo, a 18 millas.

Aquí ya habían recibido la noticia de nuestra próxima arribada y más de lo mismo. Para completar las excelencias del fondeo, no ha habido manera de que el ancla agarre y estamos amarrados a tierra por 4 cabos, 2 por las aletas y 2 por las amuras. Menos mal que el derrotero decía que el tenedero es “very good”.

Vamos observando que la biblia de los italianos tiene algunas deficiencias. Son más los aciertos, pero necesitaría una nueva revisión.

Estamos en la Caleta Neruda, en la Isla Topar, donde confluyen el canal Concepción y el Canal Andrés y donde arranca el Canal Wide por el que seguiremos mañana y que nos lleva hasta Puerto Edén, que está a 60 millas, no obstante serán bastantes más porque pensamos desviarnos al glaciar PIO XI, que creemos que forma parte del Campo de Hielos Norte.

Nuestra posición en la Caleta Neruda es

Latitud.- 50º 06´625 S

Longitud.- 74º 41´864 W

Después de un mes perdidos por estos canales sureños, estamos esperando la arribada a Puerto Edén pensando que vamos a llegar a Nueva York.

Es un lugar pequeño, casi una aldea, en la que según los derroteros solo hay productos básicos y lo más importante, combustible. Esta vida de motorear va vaciando los tanques. El PRATI casi tendría autonomía para llegar a Chiloé, pero mejor repostar para ir más tranquilos.

Es posible que seamos los tripulantes los que más necesitemos llegar a un lugar habitado donde poder cambiar de interlocutores. La convivencia a bordo, en un lugar tan chico como es un velero, tiene sus asperezas.

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