La comunicación con la ciudad, a unos 6 km. es muy buena. Hay pequeños autobuses que cubren la ruta y que pasan con mucha frecuencia. Nunca hemos esperado ni 10 minutos.
Nos gustan estos autobuses, su ambiente. Paran donde la gente se lo pide, aunque el autobús vaya a reventar, que es bastante frecuente, todo el mundo da las gracias al bajar. Si no pagan justo al entrar, no pasa nada. Vienen después o al momento de salir y cancelan, que es la expresión habitual. Están viejos, reviejos, algunos se caen a trozos. Te dan un billete chulísimo, los hemos ido guardando y son así:
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Cuando sube una persona mayor, por ejemplo los Pratis, la gente joven, de ambos sexos, se levantan inmediatamente para ceder su asiento. Uno de los días, una señora quedó un ratito de pie y el conductor, elevando el tono de voz para que todo el mundo lo oyese, llamó al orden, una vez sentada la señora y recordó a la gente joven que no iban a serlo eternamente y que en algún momento necesitarían también ayuda. Nadie comentó nada, ni contestaron ninguna gamberrada. Hay una cultura de respeto, sobre todo a la gente mayor, que ya no recordamos los europeos. Aquí la deshumanización todavía no ha hecho acto de presencia, aunque estamos en una ciudad que ronda los trescientos mil habitantes.
En la Marina del Sur estamos haciendo una puesta a punto del cata. Los motores y el generador han tenido un mantenimiento profundo, incluso se han llevado los turbos a un taller especializado en Santiago para su reparación. No es que hubieran fallado, pero su estado ya pedía un mantenimiento especial. Se han cambiado correas, filtros, aceites, bla, bla, bla. Y por último unos buenos retoques de pintura en las partes oxidadas para que queden de primera comunión.
Hemos cambiado de posición la caldera de la calefacción. En su día se montó al revés, con el cabezal contra la pared y lo hemos sufrido en todos los cambios y/o limpiezas de quemador habidos hasta la fecha. Hasta aquí hemos llegado. Ahora cuando haya que cambiar o limpiar otro quemador, será una tarea más rápida y fácil.
Los techos de los camarotes, por encima del falso techo de tablero tapizado, se están pintando con una pintura especial, anticondensación, es una especie de mousse, gomoso y algo esponjoso, de la que hay que aplicar 4 ó 5 manos. Estamos como en las casas, de pintores.
También hemos remozado los portillos y cristaleras del puente, se ha quitado el sika viejo y se ha puesto todo nuevo, además de pintar los cercos. La misma operación con el sika se ha hecho en la unión cascos – cubierta, es decir, toda la estanqueidad de la obra muerta.
Faltan los retoques de pintura en dinghy, flybridge y pescantes, así como pulimentado de los cascos. Ya procedía el retoque porque el barco ya empezaba a amarillear. Vamos, que le estamos dejando la cara bien limpia a nuestro PRATI.
Cuando todo esté listo, saldremos para Valdivia, donde vamos a dejar el barco en invierno.
Nuestra idea original era llegar más al norte, buscando mejor clima.
Hablando con unos y otros, ahora ya con bastante gente, nadie nos recomienda ningún lugar al norte de Valdivia para dejar el barco solo. Los lugares son Puerto Montt o Valdivia. Más al norte no hay buenos abrigos, son puertos deportivos muy pequeños en los que el Pacífico entra con fuerza, sobre todo en el invierno. Como no encontramos lugar para dejar el barco en seco, nos hemos decidido por dejarlo en Valdivia a flote, en agua dulce de río, que es la opción menos mala.
Con esta nueva idea, posponemos lo de sacar el barco para la pintura antifouling y el cambio de gomas de estanqueidad y retenes de los sail drives, hasta el regreso. Así volveremos a navegar con el casco reluciente.
Nuestra casa en la Marina del Sur, es un poco aburrida en cuanto a veleros vecinos. La mayoría son veleros chilenos y en esta época están cerrados y sin gente. Lo que si tenemos son vecinos, como estos.
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Tenemos previsto terminar los trabajos a final de la semana que viene. A partir de ese momento, esperar un buen meteo y con vientos del Sur, dar el salto a Valdivia. Allí, otra vez, habrá que preparar el barco para invernar y buscar una persona que lo cuide.
Antes de volver a España tenemos pensado darnos un garbeo por la Isla de Pascua, en avión, ya que en barco es complicado y queda a 2.300 Nm. de ida y otras tantas de vuelta.
Otras fotos que aparecieron despistadas en el Iphone y que nos han recordado, de nuevo, a los amigos de Puerto Aguirre.
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