Desde que llegamos aquí, el pasado sábado, nos ha acompañado una climatología inusual por esta zona. Todos los días soleados y con estupendas temperaturas. Chile está viviendo una situación anómala: el norte, la zona desértica, se ha inundado y provocado tragedias personales y materiales, mientras el centro y esta región, llamada de Los lagos, en la que estamos nosotros, está sufriendo una gran sequía. Esto provoca que además de las pérdidas en cosechas y en ganadería, se sucedan los incendios y la contaminación del aire.
Nosotros, aunque lamentamos todo esto, aprovechamos los días tan soleados para recorrer un poco la zona. Seguro que la lluvia llegará y entonces todo será más triste y apetecerá menos.
Lo primero que hicimos fue visitar el Club de Yates Reloncaví, para saludar a los barcos amigos. Está muy lleno porque ofrece la posibilidad de dejar los barcos en su varadero en seco.
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Con Benedicte y Nicolás, del velero ZINGARO y con las tripulaciones del ZINGARO y del TANGAROA
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Con el TANGAROA coincidimos el año pasado en Ushuaia y Puerto Williams. Zarparon el mismo día que lo hicimos nosotros para visitar los ventisqueros con Paula y Pablo, en ese momento con su pequeña Margarite. Llegaron aquí y aprovecharon el tiempo para aumentar la familia. Ahora, con sus dos bebés, están a punto de zarpar para Polinesia.
Dimos un paseo dominical por Puerto Montt, sobre todo su Costanera y tomamos algunas fotos.
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Imágenes de Puerto Montt. Sentados frente al mar, es una curiosa figura donde todo el mundo se fotografía.
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Un par de cuadros de Pacheco Altamirano, pintor chileno que se especializó en pintar, de esta forma tan bonita, la zona portuaria de Puerto Montt, llamada Angelmó.
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En la Marina del Sur, nos visitan con frecuencia estos amigos.
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No son los lobitos que veíamos por el S. este es el lobo marino de un pelo, mucho más grande e impactante de presencia.
También hemos hecho un recorrido por los alrededores de Puerto Montt, visitando el lago Llanquihue, que dista unos 20 Km. y en cuyas orillas hay varios lugares de interés, sobre todo la ciudad de Puerto Varas que es la zona residencial de Puerto Montt. Toda la zona tiene una gran influencia de los colonos alemanes que llegaron a finales del siglo diecinueve. Sus descendientes mantienen un estilo arquitectónico y una fisonomía en sus asentamientos muy al estilo del centro de Europa. Grandes vaquerías, pastizales inmensos, construcciones con tejados muy pendientes, gente emprendedora que ha influido en la economía y en las costumbres de la zona.
Frutillar es la primera parada de la ruta. Aquí, además de una bonita playa y una arquitectura cuidada, destaca el Teatro del Lago, construido sobre el agua. Hay actuaciones de música clásica con orquestas de todo el mundo y esta semana casualmente una actuación de flamenco.
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Frutillar y su Teatro del Lago
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Los arbustos de la carretera ofrecen este fruto, murta, rico para picotear y hacer mermeladas y postres.
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La murta
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Todo el camino alrededor del lago Llanquihue está presidido por la silueta majestuosa del volcán Osorno, con perennes cumbres nevadas. Tiene una estación de esquí y sus telesillas facilitan la ascensión hasta una zona desde la que hay que seguir a pie, despacito y con cuidado de no bajar más rápido de la cuenta.
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El volcán Osorno
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La siguiente visita fue a los saltos del río Petrohué. Cada vez es más difícil que algún paisaje nos impresione, por aquello de que como andamos por tantos sitios el listón está muy alto. Este lugar, sin embargo, nos encantó.
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Saltos del Río Petrohué
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Una finca con pequeño zoológico bajo el volcán
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Tienen un merendero y sus animalitos, llamas, ñandúes, cervatillos, etc. son el reclamo.
Acabamos el recorrido en la ciudad de Puerto Varas, donde pensamos volver y recorrerlo con tranquilidad. Nos ha parecido que vale la pena dedicarle algo más de tiempo aquí y allí.
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