El último de los canales

En la caleta Poza de Oro nos quedamos hasta el lunes. El sábado llovió todo el día a mares,  con viento racheado y roles continuos de hasta 120º,  que nos tuvieron pendientes y nerviosos hasta que nos fuimos acostumbrando. El domingo, rompiendo la previsión, salió el sol que fue muy bien recibido. Dimos un paseo en dinghy hasta un lago interior, a través de un pasaje por el que apenas cabíamos, bajo ramas y con piedras por cualquier parte y poca visibilidad del fondo. Es decir, para los pratis «una intrépida aventura» en un fin de semana bastante aburrido.

La reseña final de este fondeo, es negativa. El lugar es bonito pero sin apenas protección de los vientos, amplia ensenada y sondas de entre 10 y 15 m.

El lunes, temprano, levamos ancla, bien cargada de lodo denso. En la salida pudimos observar la montaña que queda al lado del fondeo, que a la entrada las nubes tan bajas no lo permitieron, un auténtico glaciar en altura. Así bajó la temperatura por la noche a 7º.

Navegamos el Canal Moraleda, que es el último de los Canales Chilenos, antes de llegar a la Boca de Guafo que nos separa de Chiloé, teniendo por la proa y a estribor el Golfo de Corcovado.

A mitad de esta travesía pasamos de la Región XI, la de Aysen, a la Región X, la de Los Lagos.

Hemos fondeado en Puerto Melinka, otro pintoresco pueblo de pescadores, en la Islas Guaitecas, este más colorista que los anteriores  y con las mismas calles muy empinadas.

Posición:

Latitud.-    43º 53´900 S
Longitud.- 73º 45´044 W

Temperatura del aire entre 13 y 23º y la del agua a 15º C.

Hay una actividad frenética con lanchas de pasaje, pesqueras, barcazas, ferrys. Anoche, bien tarde, con fuerte lluvia, en una noche muy cerrada, nos fondearon al lado dos pesqueras. Daba un poco de susto.

Las lanchas que llevan gente a las islas vecinas, aminoran al llegar aquí, se aproximan hasta casi tocarnos y nos hacen fotos con sus celulares, como si fuésemos monos en su jaula.

Precisamente ayer por la tarde charlamos con una pareja francesa que tiene su velero fondeado a nuestro costado, también vienen desde Puerto Williams y coinciden con nosotros en que lo más atractivo de esta travesía es Hornos y la zona del Canal de Beagle, con sus glaciares y ventisqueros del brazo NW y SW. El resto de la travesía, a pesar de sus dos campos de hielo, Norte y Sur y sus correspondientes glaciares, viene a ser más de lo mismo y bastante pesada.

Hemos tenido la suerte el año pasado y éste,  aún más, de no sufrir los embates de vientos fuertes de esos que te obligan a quedar confinados en una caleta días y días. El Pic la Lune, de Antonio y Sonia, que está estos días comenzando esta travesía, lleva más de una semana sin avanzar. Escondidos por las caletas esperando a que mejore la situación. Le están dando vientos a diario de entre 40 y 60 kts.

Incluso nosotros hemos valorado que nos resultó más bonito el paisaje el año pasado, porque hacía más frio y estaban las cumbres más nevadas, en esa zona del Beagle que tanto nos gusta. Daba más la sensación de estar en uno de los confines del mundo. Nunca olvidaremos la vista de las cumbres nevadas de la Cordillera Darwin, en nuestro viaje de regreso de los ventisqueros, con el génova portando, en compañía de nuestros amigos Paula y Pablo, los Panautas.  Si hay que dejar una sola imagen para el recuerdo de toda esta travesía, será esa.

Cuando arribemos a Puerto Montt, trataremos de hacer un resumen más completo, sobre todo en temas de navegación.