18 de marzo Río de Janeiro a Bahía de Ilha Grande

Aún de noche, antes de las 5 de la mañana, hora local, soltamos la boya del Iate Club, para desandar lo andado, quince días antes y salir del abrigo de la Bahía de Guanabara.

Sorteamos algunos pesqueros, dentro de la bahía, que no sabíamos si estaban faenando o no y en una hora empezamos a avanzar con Copacabana, Ipanema y Leblon, por nuestro través de estribor. Con las primeras luces se apagó la que hace brillar en la noche al Corcobado y nos despedimos de él, hasta siempre.

 

PRATI navegando hacia la Bahía de Ilha Grande, desde Rio de Janeiro

 

En esta visita a Río, no pudimos visitarle como otras veces. A pesar de que fuimos a la estación de la que sale el tren que lleva a lo alto, había una demora de casi 4 horas para encontrar una plaza en ese tren. Las agencias de viaje lo copan todo y además nos dijeron que arriba estaba a tope con lo que se nos quitaron las ganas. Parece que la única opción para gente por libre, es estar allí a las 8 de la mañana, cuando arranca el primer tren y aún no hay aglomeraciones. El inconveniente es que para estar allí a las 8, tendríamos que levantarnos a las 6 y va a ser que no.

El viento, muy flojo, de componente W. avanzamos primero a motor, después sacamos las velas para acompañar al motor y esperamos el role al S que estaba previsto. Como no se produjo, nuestro avance fue lento y un poco somnoliento. Pasamos cerca de la playa más grande que hayamos visto nunca, la formada por la Restinga de Marambaia de más de 20 millas de extensión y donde el capi, prismáticos en ristre, solo vio a tres personas. No se puede decir que sea una playa concurrida.

Cuando vimos que la tarde caía y que aún estábamos lejos, arrancamos el segundo motor y así y todo el barco superaba difícilmente los 6 kts.

Conseguimos llegar con luz al fondeo elegido, Abraao Pequenho. Una pequeña ensenada al lado de Abraao, que es el lugarejo, capital de la Ilha Grande. En esta ensenada solo se ven tres casas, en la playa, un precioso velero clásico fondeado delante de una de ellas, una vegetación exuberante y tranquilidad.

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Navegamos 64 millas, en 13 horas y estamos en la Posición :Latitud: 23º 07`976 S

Longitud: 44º 09`246 W

 

Cuando a la mañana siguiente, con el agua transparente que nos rodea, vimos el estado del casco y las hélices del PRATI, comprendimos la no velocidad del día anterior. La estancia en Río, con aguas oscuras, verdes algunos días y por lo que se ve, llenas de vida, han dejado su huella. Así que el pobre capi, se está dando una paliza para limpiar el casco. Por otra parte vemos que el antifouling no está ya bien y hemos contactado para sacar el barco del agua y dar un nuevo antifouling.

Desde la popa, a la hora del desayuno, vimos llegar el transporte escolar a recoger a los pequeños que estaban esperando en el embarcadero. Una lancha de lo más guapa se los llevó a la escuela mientras sus padres se volvían tranquilos a casa.

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Después del trabajo, junto a Cristina y Javier, de la PEREGRINA, que vinieron a visitarnos, nos encaminamos a una de las casitas de la ensenada que se transformó durante la mañana en un bar restaurante de lo más acogedor y allí disfrutamos de las cervecitas, los petiscos y demás.

Los taxi boat traen gente desde Abraao, para pasar el día en esta playa tan tranquila. El silencio de la zona, solo lo rompen los pájaros, algunos monos aulladores, de los que nos han hablado y de cuando en cuando algún motor.

En la isla, parece ser que no hay coches, solo el camión de la basura y poco más. Las escunas llevan y traen a la gente, de paseo, a la capital, Angra y donde haga falta.

También suele fondear aquí un crucero y suelta a sus miles de pasajeros a explorar el entorno.

Hoy, cuando estamos escribiendo, día 20 de marzo, no hay crucero, todo el horizonte es nuestro.

Carlos lleva 6 horas bajo el agua, en estos dos días y aún el casco tiene la parte inferior de la panza abarrotada de caracolillo, alfombra marrón de algas y demás, que en algunos casos llega a tener 2 cms. Cada vez que aparece en superficie, da un espectáculo con los bichos que se lo comen literalmente. Especie de camarones mínimos se pegan como lapas a la ropa, a la piel y a donde pillan. Incluso después de haber estado en agua dulce y detergente, cuesta despegarlos de todas partes.

Solo resta otra jornada para dejar el casco limpio y esperar que no se vuelva a colonizar de inmediato. Como ahora nos bañaremos cada día y el agua es transparente, al primer conato se le podrá poner remedio.

Planes y/o programa: ninguno, solo disfrutar lo que se pueda de este lugar del que todo el mundo habla maravillas y que desde nuestro primer fondeo estamos totalmente de acuerdo con esas opiniones.

 

El fondeo de Abraao Pequenho