St. Barth a St. Marten

El 30 de marzo, salimos del fondeadero de Gustavia, en ST. Barth, un poco cansados de tanto movimiento, decididos a buscar un lugar más tranquilo donde tomar los baños. Arrumbamos a la cara E de St. Marten, con una navegación muy buena, vientos de fuerza 4-5 de aleta-través y el barco navegando rápido y sin sobresaltos. Como dice Alejandro, de la Rueda Argentina, el Caribe es un aburrimiento, siempre vientos del E y fuerza 4-5, así navega cualquiera. No es exacto, porque bastantes veces la F es 3 y algunas ni eso, pero se aproxima bastante a la realidad. Hay que tener en cuenta que lo dicen los navegantes de Brasil y Argentina, que se pasan la vida esperando una ventana meteorológica para dar el saltito al siguiente abrigo, puesto que los vientos continuamente son cambiantes.

En la actual estancia en el Caribe, hemos descubierto la navegación por barlovento. Siempre habíamos hecho sotaventos, navegar al abrigo de la isla, con mar calma y vientos que rolan por efectos de la orografía local. Por sotavento el viento es estable, la mar viene montada del Atlántico, pero si los vientos son moderados no resulta duro, más bien atractivo y pelín salseado.

Llegamos a la Ile Tintamarre, que nos había recomendado otro navegante, como lugar plácido y bonito y no nos lo pareció en absoluto ese día. Así que dimos vuelta y nos dirigimos a la bahía que hay enfrente de Tintamarre, Baie Orientale.

Nuestra posición
Latitud.- 18º 05’110 N
Longitud.- 63º 00’845 W

Estamos rodeados de una larguísima playa con zonas de sombrillas y tumbonas diferenciadas por colores. Los turistas pasean en lanchas, hacen parasailing, conducen motos de agua, bueno todo lo normal en una playa animada. Por nuestro través, los nudistas, para que no falte rien de rien.

Los baños en agua transparente nos dejan ver un buen número de lambis en el fondo. ¡A la caza y captura! En una hora y pico, subieron a bordo unas dos docenas, de tamaño regularcillo, porque no los había más grandes.

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El problema surge al intentar extraer el bicho. Sabemos que hay que hacer un agujero en la zona del fondo y por él separar el molusco de su concha. Esa es la teoría, falta algo más. Con martillo y destornillador, dos golpecitos en la concha, en la parte trasera y bichito a la cazuela.

¡Que caldereta preparó Olivia!, para rechuparse los dedos. Una langostita, unas gambas tipo tigre y lo mejor de todo, los lambis. Todo ello aderezado con una salsa, al estilo de caldereta balear, que no se la salta un gitano a pies juntos. Hoy, al escribir esta crónica, varios días después, todavía nos estamos relamiendo. Seguramente este va a ser uno de los recuerdos inolvidables de esta nueva etapa del Caribe.

¿Quién nos iba a decir cuando veíamos los suculentos platos de langosta y arroz que
prepara Urtzi a bordo, que podríamos superarlo de corrido? Pues sí, así fue, o mejor
dicho así nos imaginamos lo que podría haber sido y no fue.

El lambi tiene una concha, que si no sabes exactamente el lugar donde atacar, ya le puedes tirar barrenos que no hay manera de abrirlo. El Charly con el cincel, martillo pesado, destornillador, una madera para no desgraciar la teka y una dosis de paciencia de las que hacen época, consiguió hacer fosfatina un caparazón y sacar los restos del cadáver del pobre lambi. Los demás fueron indultados en vista del éxito. Como langostas y gambas tipo tigre, tampoco teníamos, nos hicimos un bocadillo de salchichón cojonudo, que acompañamos con un asqueroso Burdeos. Ja, ja. Porque aquí los Burdeos son de unos precios inasequibles o una auténtica porquería de unos 3 ó 4 euros.

A la mañana siguiente, otra pequeña navegación, en este caso de 12 millas, dando un par de bordos para salvar el extremo N de la isla y llegar a la bahía de Marigot. Mientras hacemos las maniobras de fondeo ya empezamos a vislumbrar banderas españolas. Parece que hemos llegado a una KDD. Sin haberlos visto antes, nos hemos colocado junto al ATLANTIDE de Leo, el AURIN de Guillermo, el URSULA de Julio, el JU, el SOCARRAO y algún otro al que aún no conocemos. En el momento de nuestra llegada, nos contaron que éramos diez barcos españoles los fondeados en esta bahía. Nos esperan unos días muy duros, de barco en barco y con costumbres a la española: bebida, trasnoche, cantarinos, chistes, bromas y detó.