St. Pierre, punto y aparte.

Aquí estamos, al fin, en la bonita villa de St. Pierre. Es bonita vista desde el fondeo, con su telón de fondo de un verde rabioso y la disposición de sus casas a lo largo de la bahía, bajo la tutela imponente del Mont Pelé, que solo se deja ver completo muy de vez en cuanto y es bonita, por lo mismo que pensaba Le Petit Prince, porque aquí tenemos amigos y eso la convierte en un lugar especial.

Nuestra posición en St. Pierre, últimamente nos estamos olvidando de este dato:
Latitud.- 14º 44’44 N
Longitud.- 61º 10’66 W

Unas fotos de St. Pierre y su fondeo

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El jueves, cuando llegamos, ya vinieron los amigos a pasar la velada con nosotros, si
bien un poco corta porque al día siguiente debían trabajar. Valió para organizar el fin de semana que ha sido movidito.

El viernes por la tarde nos trasladamos a la casa de Mireilla y René

Este es nuestro alojamiento allí:
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Temprano, por la mañana salimos para reunirnos con un grupo de amigos, más de 20, y trasladarnos a la costa de barlovento, desde allí, en lanchas de motor, cruzamos a una pequeña isla, llamada la Ile du porc, llevando toda la impedimenta. Se trata de una pequeñísima isla donde solo hay una barbacoa, una mesa de madera y unos bancos. Todo lo demás hay que llevarlo puesto.

Estaba claro que no es la primera vez que lo hacían, la organización está totalmente controlada. Pasamos un día estupendo en el que no faltó de nada, buena comida, abundante además, mucha bebida y mucha música, pues llevaban un par de bongos y algún otro instrumento de percusión del que no conocemos el nombre. Tienen todos
afición y sentido de la música y con cualquier cosa les vale. Nos bañamos, algunos durmieron la siesta, otros la mona, vamos, que hubo de todo
como es normal en estos casos.

Ahora unas fotos del día en l’ Isle du porc

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Regresamos tarde y agotados para dormir otra vez en casa de René. El domingo pretendían organizar una comida allí pero nosotros pensamos que era mejor regresar al barco, hay que dosificar las cosas un poco.Nos habíamos confundido con las fechas del carnaval, no son esta semana, sino la próxima. Nos dará tiempo a hacer alguna excursión y quizá a estrenar nuestros trajes de buceo comprados la semana pasada.

De St. Pierre ya habíamos hablado la vez anterior y con la técnica de copy-pego, repito lo que decíamos entonces:

“St. Pierre fue la capital de Martinica hasta 1902, año en que el volcán que tiene al lado y que ofrece una imagen impactante, con un verde rabioso hasta la cima, donde con frecuencia se acumulan las nubes, decidió entrar en actividad. Como había elecciones locales, los políticos del lugar consideraron que era negativo decretar la evacuación de la ciudad y dijeron que no había peligro. Consecuencia: murieron 30.000 personas. Sólo sobrevivió un preso que debía estar en una cárcel tipo bunker. A partir de ese momento, la capital pasó a Fort de France y esta se fue repoblando hasta el momento actual que tiene unos 6.000 habitantes.

El paisaje es de los más bonitos que hemos visto en el recorrido por las Windward Islands. Tiene una pared vertical abarrotada de una verde vegetación exuberante, en
un lateral el volcán Mont Pelée, de 1.397 mts. La construcción es de principios del siglo pasado, poco después de la erupción. Una Iglesia con dos torres preside la pequeña ciudad. Como es costumbre en estas tierras, mucho colorido. Las palmeras salpican la orilla de la playa. El fondeo, no muy protegido, es amplio y cómodo. El fondo es de arena limpia. La orilla es de color gris por ser volcánica.”

El lunes, 28 de febrero, día tranquilo, contemplando el paisaje y fisgando la cantidad de barcos que van llegando a partir de mediodía. Todos los días es lo mismo, por la mañana se van la mayoría, después, en un goteo incesante, se vuelve a llenar todo el fondeo.

El martes paseamos un rato y visitamos a una de nuestras amigas a quien aún no habíamos visto, Charlette. Quedamos para vernos en la soirée y como al día siguiente es su cumpleaños, ya lo celebramos la víspera. Alguno que yo me se volvió al barco pelín fatigué, un eufemismo que utilizan todos cuando ven a otro pasado de copas. Tuvimos una cena buenísima, comimos lambi, esa concha gigantesca tan típica del Caribe, que tiene la doble aplicación de alimento y decoración. Como alimento tiene una textura tipo pulpo, es un plato de especialidad creolle y lo hemos comido de muchas formas y últimamente casi siempre malo. El de ayer, para quitarse el sombrero. La dueña del restaurante explicó que lo tienen cociendo cinco horas y estaba guisado con sidra, acompañado de unos purés vegetales muy acordes con el guiso. Plato de alto nivel. Habrá que repetir.

El resto de la semana, días felices en el fondeo de St. Pierre.

Sábado, ¡a la playa!. Dentro de la bahía, en un lugar, escarpado y feo pero al lado de la playa y con un chiringuito montado para hacer fiestas, en un grupo de unas veinte personas, pasamos el día comiendo, bebiendo, cantando, bailando y dándonos algún que otro bañito. La especialidad del día una sopa guarnecida de rabos de cerdo, queue de cochon y un guiso de pato. Todo lo demás curiosísimo, han ido amontonando mesas, sofás en estado calamitoso, un congelador, cocinillas, en fin, todo lo que normalmente se tira, aquí ha encontrado utilidad para pasar unos estupendos momentos de playa. En algunas ocasiones pasan allí varios días y entonces instalan un grupo electrógeno y depósitos de agua para la ducha. Nos resultó bien curioso.

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El domingo navegación en el PRATI. Doce personas, por limitación de seguridad, salimos a las 10 de la mañana, rumbo al norte, rumbo a una pequeña isla llamada La
Perla, a unas ocho millas, para fondear en una playa bien bonita. Esta vez la gastronomía, a cargo del PRATI, fue mucho más sencilla: poulet roti, comprado en un asador. La bebida si estuvo al mismo nivel de siempre. Roncitos desde la mañana, cervezas, vinos, etc. Se alternan los juegos de cartas con la música de percusión y las bromas continuas.

Las fotos del día de navegación
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El lunes fuimos a Riviere Salé, cerca de Le Marín, a unos 60 kms. del fondeo, invitados por Mimí y Patric a su casa. La ubicación del chalet es magnífica, está en lo alto de una colina desde donde se divisa toda la bahía de Fort de France. Bonito lugar, vegetación exótica y comida tipo las bodas de Canaán, de todo desde que llegamos. Magníficos anfitriones y como no, también hubo juegos de cartas, risas y tertulias.

En casa de Mimi y Patric, Mimí pasea su muñeco carnavalero.
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Para terminar el día, estábamos invitados a otra fiesta, al lado de Fort de France, en casa de un hermano de René, llamado Jobí, que es poeta famoso aquí en Martinica y que había organizado una velada de carnaval en su casa para amigos. Llegamos los primeros, con René y antes de ofrecernos una cerveza o similar, nos estaban dando a elegir entre dominó y baraja. Nosotros, con cara de poker. Fue llegando gente y todo el mundo al juego. Aquello parecía un chiringuito clandestino, cartas, dominó, ruleta, etc. luego nos enteramos de que la invitación era una fiesta de juegos de mesa. La anfitriona, decorada a lo Nefertiti, parece ser que la ludopatía, no dineraria, le sale por las orejas, que siempre deja por fuera de los turbantes.

Documento gráfico del casinillo clandestino

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Martes de carnaval, día tranquilo para nosotros. Nos incorporamos a la noche, a una fiesta en una destilería de ron, llamada Depaz, mansión estilo colonial propia de ricachones de la época, con un ambiente peliculero de carpas blancas sobre el césped, grandes salones, fuentes, barbacoas, organización de fiestas de grand soirée y baile de carnaval. Muy bien, tres bien. Y todos vestidos de rojo, por tradición de este día.

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Miércoles, como fin de fiesta, tranpags en casa de la familia Bernabé. Sus padres, con 99 y 91 años, respectivamente, siguen bien sanos y contentos de recibir ese día en su casa a los muchos amigos que tiene la familia.

Del trampags, ya hablamos la vez anterior:

“La comida es pintoresca, original y muy sabrosa. Se prepara una mesa muy larga con mantel blanco y cubierta de plástico transparente, que se limpia meticulosamente. Sobre ella se extiende una base de pan duro, remojado en agua y desmenuzado a mano. Una primera cobertura sobre el pan a base de rodajas de banana. Sobre ésta un guiso de pescado, en el que destaca el bacalao, que han estado preparando toda la mañana. La última capa es otro guiso de pulpo, muy menudo, cuyo aspecto y color nos recordó las alubias pintas. Este se puso a lo largo, sólo en la parte central. Y ¡tachan! ¡tachan!

Como el número de comensales es superior al perímetro de la mesa, nos colocamos
todos de canto y siguiendo el ritual, cada uno se aparta un área del “pastel” que se
acaba de amasar al gusto y se come con los dedos. Realmente es para chuparse los
dedos, cosa que hacemos a coro.

En los preliminares, entre ron y ron, todos fuimos cortésmente invitados a lavarnos las manos. Después de comer, no fue precisa la invitación.”

En marzo 2011, en lugar de pulpo tocó pollo, el mantel no era blanco, sino de flores, lo demás igual.

Por la tarde, juerga de percusión y baile, mientras el último desfile de carnaval pasaba una y otra vez por delante de nuestra puerta. Se interrumpía la música particular para escuchar las comparsas y participar en el baile que acompaña a un pequeño trío eléctrico que a nivel infinitesimal se parece a los de Salvador de Bahía.

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el-trampagsssss-listo
el-trampagsssss-al-ataque
el-trampagsssss-otra-banda

el-trampagsssss-los-enchufados

el-trampagsssss-la-sobremesa-musical
el-trampagsssss-vienen-las-charangas

Nos hemos retirado al atardecer porque empezamos a estar un poco fatigués.

Hoy, lunes, nos reuniremos a cenar con un pequeño grupo para despedirnos de estos
amigos de Martinica. Mañana zarpamos rumbo al norte de Dominica.