De Laura a Sergio

Ahora nos toca chupar de las crónicas de nuestro amigo Sergio, que rezan así:

 

“Conocía de oídas a Magdalena y Carlos por referencia de mi amigo Pedro Carpintero, El Almirante. El nos informaba a “Los Compañeros de A bordo” de las andanzas de tan singular pareja.

Compañeros de A bordo, es una asociación de navegantes, residentes en Madrid, a la que pertenecen varios amigos nuestros: El Almirante Pedro, el Comodoro Rogelio y ahora el personal de tropa Sergio

El año pasado Pedro me comentó el proyecto de los Pratis,  de dar la vuelta al mundo y de su casi segura recalada en Salvador, en la Bahía de Todos los Santos.

A través de su Web les empecé a seguir y de las fotos y su cuaderno de bitácora me había formado una imagen; El Pirata de facciones duras y La Doncella de dulce sonrisa, loca ella y loco él.

A su llegada a Salvador no les pude recibir porque estaba de viaje en Sao Paulo, pero el primer día que les vi, les reconocí a la primera, me eran familiares y eso que Carlos no llevaba el pañuelo en la cabeza.

Desde ese día hemos mantenido un contacto casi diario. En la siempre animada bañera del catamarán, denominada la Taberna de los Pratis y presidida por un Karanca, hemos pasado grandes veladas y en mi caso he podido disfrutar de alguna de ellas en compañía de mi hermana Raquel y de Nuria y José Luís, amigos y compañeros de trabajo.

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Aparte de las largas singladuras de taxi por Salvador y de las innumerables recaladas terrestres para charlar animadamente sobre este país y sus gentes, los Pratis me han permitido compartir tres agradables fines de semana a bordo de su catamarán.

La primera de ellas fue la del tan famoso como desafortunado encuentro nocturno con la temida boya Moby Dick, en el que el Capitán Carlos Akab, con madero en mano y la destreza de su timonel, Magdakab, lograron acabar con uno de los más temidos monstruos de esta bahía………………  las heridas dejadas por la lucha aún no han curado del todo.

   
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Poco imaginábamos lo que se avecinaba  
   

La segunda y tercera, las realizamos a la isla de Itaparica, lugar de fin se semana de gran cantidad de soteropolitanos, como les gusta denominarse a la clase local favorecida, en contraste con los cariocas de Río y los paulistas de Sao Paulo.

Dormí en el barco con intención de zarpar a primera hora, como así hicimos. Zarpamos como a las 10 y navegamos con buen viento y un cielo despejado, esto último poco habitual en la zona.

El catamarán es una maravilla y con viento moderado alcanza velocidades sorprendentes, hasta 11 nudos, de una forma sencilla y confortable.

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Al doblar la isla por el norte hay una Marina y fondeamos cerca de la entrada. Pasamos dos días tranquilos disfrutando de chapuzones, excursiones a la Coroa de Limo y largas tertulias sentados en la arena,  con el agua a la altura del pecho, una delicia.

Por la noche excursión a tierra para dar un paseo antes de la cena. El lugar a esas horas te traslada 40 años atrás. Muy pocos coches, familias sentadas a las puertas de sus casas al frescor de la noche y mucha tranquilidad, salvo cuando aparece algún coche con jóvenes imitando a los tríos eléctricos de carnaval con una música infernal.

Cenamos, en un local angoleño llamado el Saveiro, comandado por Rosa, amiga de los Pratis. Al ir a sentarnos observamos que la mejor mesa había sido abandonada.

Al ir hacia esa mesa vimos que quedaban dos copas de vino y una botella casi llena, por lo que nuestra primera intención fue la de dar cuenta de la misma. Magdalena nos recomendó dejar la botella e irnos a otra mesa. Gran acierto, porque al cuarto de hora regresó en coche el anterior comensal y dio buena cuenta de su botella.

Me gusta esa sensación de seguridad que te permite dejar una garrafa de vino en una mesa, irte a un recado y poder volver como si nada hubiese pasado. Supongo que es un caso aislado o un espejismo,  porque hoy en día esa situación no ocurre ni en las casas, con el agravante de que en casa, además de desaparecer la botella, te llevas una bronca por dejar la mesa sin recoger.

La cena fueron sardinas y arroz con pescado y gambas, aceptables los dos pero sorprendentes al pensar que las especialidades angoleñas son las mismas que las de muchos otros sitios.

Al día siguiente más de lo mismo, contacto con el agua y la naturaleza, comida abundante, sobremesa, siesta…………esto es vida. Qué difícil es volver a la ciudad………….

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“Entre cojonudo y perfecto”  
   

La tercera travesía la hicimos al mismo lugar y vino José Luís. La iniciamos al atardecer y navegamos de noche, pero con luna. Ni que decir tiene que la atención y vigilancia fueron excepcionales, para evitar posibles abordajes de los monstruos de estas latitudes.

El fondeo tranquilo, el descanso escaso entre mis ronquidos y los de José Luís. Agradecí que el barco fuese de doble casco y que los Pratis durmiesen en el otro patín, de otra forma nos hubiesen arrojado por la borda.

Por la mañana temprano, a eso de las 12, y después de la frenética limpieza de uno de los cascos por parte de Carlos, fuimos a la compra a por pan, fruta y shiri-boyas (nécoras). Después a mariscar chirla en la coroa, repartiendo las tareas, los tres del norte mariscaban como solo ellos saben y el de Madrid almacenaba para luego comercializar. En total cerca de kilo y medio para el arroz del domingo.

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De comida, el sábado,  La Almirante preparó una fabada asturiana, repito FABADA ASTURIANA.

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Magdalena había retirado y recogido en un tazón,  buena parte de la grasa,  pero accedió a que la incorporásemos a los platos, bajo la responsabilidad de cada uno. No recuerdo a los demás,  pero yo devoré tres platos a los que les incorporé suficiente sustancia. Que sabor, que olor, que suavidad…..El resultado, una siesta hasta las 8 de la noche. Afortunadamente no hubo fuegos de artificio o al menos no han dado queja en la capitanía.

El paseo nocturno en tierra fue tranquilo, los cuerpos no daban para mucho. Ya en el barco pasamos un buen rato observando estrellas y discutiendo la fiabilidad del identificador de estrellas de los Pratis (el Celestrón).  El motivo; cuando alineabas el dispositivo a la estrella central de las tres Marías, de la constelación de Orión, indicaba que era Rigel, lo cual contradecía nuestros elementales conocimientos de astronomía, pues Rigel pertenece al cuadrilátero exterior y es una de las dos más brillantes. Cuando intentabas identificar a Rigel o Betelgeuse te decía que era la C-211 o cosas similares. Conclusiones de la noche, el identificador ha sido alterado por la CIA o nuestro libros fueron mal traducidos, eso sí ya sabemos con seguridad cual es la Cruz del Sur. En el crepúsculo del día siguiente el identificador funcionó correctamente, seguramente el día anterior la fabada y el gazpacho de estrellas le habían trastocado.

Al día siguiente compramos hielo y cervezas para la nevera portátil y con los shiri-boyas cocidos nos fuimos a tomar el aperitivo a la coroa……. entre cojonudo y perfecto.

Ya en el almuerzo y degustando el magnífico arroz con chirlas y shiri-boyas, preparado por Magdalena, estábamos conversando de las noticias de prensa política, económica y como no, del corazón. Alguno de nosotros comentó que David Beckam había denunciado a una periodista que había intentado contrastar las informaciones, que Victoria había difundido, sobre los atributos del aparato de su marido, al que comparó con el escape de un camión. Rápidamente Magdalena dijo que eso no era nada y que su marido tiene un aparello ( aparato en portugués) con el que ven las estrellas……………… Tardamos un buen rato en parar de reír.

El resto como todos los regresos, gran depresión, ellos se quedaban algún día más en el fondeo y José Luís y yo al ferry para trabajar al día siguiente.

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Selección de fotos de Sergio sufriendo en la playa y haciendo apnea.

 

Como final de este relato quiero agradecer a mis amigos Magdalena y Carlos lo bien que me han tratado y espero seguir disfrutando de su compañía, de sus interesantes relatos, de sus bromas, chistes y comidas, aunque Carlos me pase el jamón de bellota por el hocico (*) y a pesar de la cara de terror que ponen los camareros cuando entramos muy tarde en algún local de Salvador, pues la noche será muy larga.”

 
 

(*) El Capi se pone a cortar jamón, en lonchas súper transparentes, para que dure más. De vez en cuando, con una bien hermosa,  se la ofrece especialmente a alguno de los presentes alrededor de la mesa. Hace un giro con la mano,de izquierda a derecha, con el jamón entre el pulgar y el índice,  para que el elegido vaya abriendo la boca y ensalive de emoción, para luego ver el infeliz como la loncha pasa por delante de sus morros, sin detenerse y termina en la boca del capitán. Todos hemos sufrido este chasco en alguna ocasión. El muy capullo también acostumbra, cuando abre una botella de vino,  a darte a oler el corcho   y cuando acercas la nariz, corchazo que te atiza y se lo pasa de p.m.

 

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Entre broma y broma, Sergio tambien inicia un diccionario de estricto lenguaje brasileiro

Diccionario:

Infelizmente NO rotundo
Con çerteza Ni de coña
Sacola Cheia Me tienes hasta los mismísimos
Estou Indo Frase utilizada cuando una reunión ha comenzado hace media hora y el individuo no ha salido todavía de su casa
Estupidamente gelada Primera aproximación para que te traigan una cerveza fría
Garrafa de agua

Líquido semejante al agua, pero mucho más cara. Consumir con moderación pues además del precio oxida los metales y no sabemos lo que puede hacer con los cuerpos.

Nossa Virgen Santa
   

 

 

Crónica en directo, a las 8 de la tarde del 10 de febrero:

 

Ahora, en vísperas de Carnaval, hemos comenzado clases de samba. Después de la segunda sesión y con las piernas medio rotas, hemos pedido prorroga al profe hasta después de las fiestas.

Como aperitivo, el sábado pasado, estuvimos en una feijoada, con música en vivo y samba a mogollón, para unos dos mil personas, a la que nos invitaron Nuria y José Luis, en una fiesta patrocinada por su empresa.

Del Carnaval de Bahía, hablaremos largo y tendido. Besos