Desde Trinidad, otra de vida de lujo para los armadores

El pasado martes, día 4 de mayo, a las 6 de la mañana, soltamos la boya en la bahía de Chaguaramas y rapidito, dando la vuelta al cabo, nos presentamos delante del helipuerto de la Base Naval de Trinidad y Tobago, desde donde nos van a sacar del agua.

El sistema es un tractor y un trailer que, bajando por una rampa de hormigón, se mete debajo del barco y con unos brazos hidráulicos se ajusta hasta adaptarse perfectamente al plan del catamarán. Una vez asegurados mediante largos de proa y popa, subimos por la rampa y por una calle central con verja a ambos lados, atravesamos la Base Naval hasta llegar a la carretera principal. Allí dos guardias cortan el tráfico y el PRATI, con nosotros a bordo, cruza la carretera para “atracar” en dique seco, en el varadero de Aikane, especializado en catamaranes y sobre todo en fibra, pintura, carpintería y estorage. El resto de los trabajos los harán empresas exteriores, coordinadas por un arquitecto naval, si bien el tema de nuevas instalaciones eléctricas y la electrónica del piloto automático, nos han aconsejado hacerlos en Martinica y allí tendremos que ir en diciembre. Cuando regresemos al barco y veamos lo que ha ocurrido, lo contaremos en detalle para que sirva a otros navegantes.

Una vez en tierra, con el barco sobre un prado, con un precioso árbol de mangos en la popa, volvió el lujo a instalarse en nuestras rutinas. Llevamos 8 días y nos quedan otros 4, lavando, limpiando, fregando, aspirando, lustrando, pasando por todas las superficies, como final de la limpieza, agua con vinagre que evita la formación de moho. Organizando ropas para llevar y ropas para almacenar. La lavadora, que afortunadamente ha funcionado, pues la tensión es de 230 V, se ha puesto unas 20 veces, dejando lavado absolutamente todo, almohadas, fundas de colchón, sábanas, toallas, ropa personal, etc. etc. puede que así no tengamos sorpresas a la vuelta. Nos ha aconsejado Philip el dueño de Aikane, que dejemos permanentemente el equipo de aire acondicionado, instalado por ellos, para mantener la temperatura interior del cata estable y evitar las condensaciones.

Tanto en los motores como en el generador, se ha pasado agua dulce por los intercambiadores para luchar contra la corrosión. Las velas las retira, las lava y las almacena una velería especializada. También estamos poniendo trampas para evitar que las hormigas, cucarachas y otros indecentes animales decidan compartir cata con nosotros. De momento, en el cable eléctrico, se han puesto unos trapos impregnados en gasoleo y en los cuatro soportes de madera que nos separan del suelo, se ha colocado un plástico negro con ese mismo fin.

Con todos estos preparativos, confiamos que a nuestro regreso en noviembre, el barco esté en condiciones normales. Todo el mundo hace cosas similares y pasamos los últimos días en Trinidad intentando mejorar los sistemas conocidos, si bien este año hasta el momento, la lluvia no ha hecho acto de presencia.

Los consejos que dan los expertos del lugar y los navegantes que repiten estancia aquí, son todos distintos, unos dicen que es mejor dejar algo abierto, otros que todo hermético, unos que la ropa fuera de los armarios y mejor colgada, otros que en bolsas al vacío……….muchos montan una carpa de plástico en forma de teja, similar a los toldos de los carros de las caravanas del far west, para evitar que llueva sobre la cubierta.

Lo que si es cierto es que esta isla que tiene el privilegio histórico de no recibir huracanes, tiene la desventaja para los barcos, de su microclima sumamente húmedo y caluroso. Parece ser que absolutamente todos los días, de aquí a noviembre, se alternan las lluvias, el sol y el calor. Por tanto, la humedad y las condensaciones son importantes.

Mucha gente cuenta que al regresar al Caribe, al final del año, no reconoce su propio barco. Ha cambiado de color, se ha puesto verde.

También hemos resuelto estos días el asunto de la kk. en el tanque que tiene bloqueada la válvula de salida. No vamos a entrar en detalles, solo resumir la escena como un revival de una famosa película de Pasolini. Ahora todo está limpio, desodorizado, perfumado, etc. etc. y nosotros también. ¡ Viva el lujo y quien lo trujo !

Con el barco en tierra se hace difícil la vida a bordo, por tanto, estamos viviendo en una casa particular de “Bed and breakfast” y la dueña del lugar, Tammys, nos pone al día de los temas locales, nos da clases de inglés y nos lleva y nos trae en su coche. Es un lugar acogedor y agradable.

El próximo domingo, a media tarde, tomaremos el avión de la British Airways rumbo a Londres y desde allí en Iberia, a casa.