Bandera a media asta

Hoy en el PRATI la bandera ondea a mitad de mástil.

bandera de luto en el PRATI

Hemos recibido la triste noticia de la muerte de nuestro primo Miguelín. Miguelín para la familia, a pesar de su estatura y de su edad, cuarenta y un años, para diferenciarlo de su padre Miguel, “el tío Migue”.

Hemos llorado a moco tendido con esta noticia. Unas horas después y una vez sosegados, queremos homenajear desde aquí su recuerdo.

El PRATI, por primera vez en sus largas singladuras, ha arriado la bandera en señal de luto.

Recordamos a Miguelín a quien conocimos con cuatro ó cinco años, allá por los años setenta y tantos cuando mi familia fue a vivir a Asturias y retomamos la relación con el tío Migue. Desde entonces les hemos ido viendo crecer a él y sus hermanos. Vimos como los albornoces, de año en año, se iban convirtiendo en chaquetas cortas, como estudiaron, él con singular aplicación, becado para estudios de investigación en Estados Unidos, doctor en Ciencias Químicas y convirtiéndose bien joven en catedrático de la Universidad de Oviedo. Casado con una compañera de universidad, Yoyi, padre de dos niños pequeños, con una vida feliz por delante,
cerca de sus hermanos y de sus padres.

Desde hace un par de años, el hombre estaba peleando duro contra la adversidad. Perdió la batalla final y murió esperando un milagro que no se ha producido, dejándonos a todos un poco más solos, mucho más tristes y con gran dolor.

Miguelín, desde nuestro velero en el Caribe, te recordamos, te lloramos y sentimos no haber podido acompañar a la familia en estos tremendos momentos.

Descansa en paz.

5 de abril – Tobago, al habla

Como decíamos ayer….. Aquí estamos disfrutando de este lugar apacible y bonito a rabiar. La bahía, grande y abrigada, tiene al fondo un grupo de casitas, Charlotteville, con una calle principal abarrotada de pequeñísimas tiendas, en chiringuitos aislados unos de otros, la mayoría de menos de 10 metros cuadrados, el mercado del pez, donde solo caben los pescaderos, la gente está fuera de la puerta, la gasolinera, que ayer, por ser domingo estaba cerrada, algún “restaurante”, eso ponen en el rótulo y un par de supermercados donde no se puede comprar cervezas. Hay que comprarlas en el bar y lo dicen como la cosa más lógica del mundo. Tienen poca variedad de productos y aún menos cantidad. Ayer en el que entramos, tenía 3 litros de leche. En la calle, en una camioneta, venden patatas, cebollas, plátanos y poco más. De fruta na de na.

Nos rodean altos montes con vegetación abigarrada y diseminadas en ellos casitas, entre las que destacan una rosa, otra roja y una amarillo canario, el resto está bastante mimetizado con el terreno, en la noche solo suponen puntos de luz que embellecen la bahía.

Caminando por la playa llegamos a Cambletton, otro pequeño núcleo, donde hay un montón de bungalows, casas de huéspedes y algún bareto. Hay establecimientos cerrados, quizá no estamos en la estación alta de turismo, realmente, a pesar de ser semana santa, no se ve demasiada gente pululando por aquí.

Entre las dos poblaciones, rondarán los quinientos habitantes. Las playas están cuidadas y tienen instalados bancos de hormigón, bien diseñados y construidos, para solaz de los bañistas. Ah, por cierto, se bañan todos juntos en un círculo mínimo, bien cerca del puesto de socorro en Camblettón, en las otras playas, lo hacen igual pero sin socorrista, siempre bien agrupaditos y charlando en el agua.

También hay bancos en alguna posición elevada, a media ladera, a modo de mirador, para disfrutar de la bahía.

Diseminados por el azul de la bahía, lanchas de pesca, todas provistas de dos largas varas de cañavera, instaladas permanentemente a ambos costados, el sistema de pesca es al curry y parece que cuando se engancha algún pez deben usarlas para hacer de amortiguador. Hay también un par de lanchas para paseo y llevar a los turistas a hacer snorkel y buceo.

Ahora somos cinco veleros aquí. Uno que está solito y sin bandera, dos ingleses, un francés y un español.

Del barco más próximo, STELLA MARIS, Peter, inglés y Caren de Estonia.

Del francés, con nombre bien difícil, Pierre, francés y Towe, danesa.

Los del otro barco inglés, no tenemos el gusto.

Anoche hubo party en el barco francés y charlamos y bebimos hasta altas horas, las once de la noche, desde la seis de la tarde en que empieza a anochecer. Todos nos entendemos de maravilla, en inglés, a excepción de Peter (Pitha…. que como es de la Inglaterra, al S de Londres, habla raro). Nos reímos un montón y lo pasamos estupendo.

Ayer, mientras echábamos un vistazo al pescado a la venta, una chica nos preguntó si éramos españoles, ella lo es. Así conocimos a una pareja, ella de Madrid y el de la Francia, que trabajan en la Guayana y que están aquí de vacaciones. Les invitamos a visitar el barco y tomar unas cervecitas. Les encantó la idea. Habían estado contemplando desde lejos el cata y preguntándose como sería vivir en él. Respondimos a muchas de sus dudas. Probablemente hoy volvamos a verles en la barbacoa que hay a mediodía en el pueblo.

Ayer, amanecimos a golpe de sermón. Pegaba unas voces el cura, pastor o lo que sea, que aterrorizaba a todo bicho viviente, esto a las 7 de la mañana. Nosotros que estamos a medio kilómetro del pueblo salimos de la cama temblando, acojonaos. Pobres de los que estaban al lado. Un sermón en toda regla, como los que nos caían de pequeños, allá por los años sesenta.

De la Rueda Argentina, hay que contar que están de vacaciones de Semana Santa y los barcos españoles nos hemos dedicado a parlotear en la frecuencia absolutamente de todo. Hablamos de navegación, de vientos, de comida de gente común, etc. de vez en cuando entran radioaficionados de tierra, Manuel, un mejicano del Golfo, Gabriel, desde la Patagonia, y otros. Les hace ilusión hablar con barcos en distintos lugares del mundo y valoran mucho la calidad de la comunicación.

Bien curioso resultó, que al de la Patagonia, Magdalena, de broma, le envió saludos para su primo el de Comodoro Rivadavia. El contestó que reside a quince kilómetros de Comodoro y nosotros conocemos el lugar. Preguntó el nombre del primo, por si lo conocía. Oh casualidad, sus padres son los vecinos de Poly. Rápidamente les llamó por teléfono, habló con el primo Poly, nos transmitió sus cariños y la noticia de que su madre, la tía Timi, está pasando una temporada con ellos. Decía Gabriel que al principio Poly no entendía nada, no me extraña. Guillermo, desde el TIN TIN, en mitad del Pacífico se moría de risa y se hacía cruces.

Después charlamos con Alberto, del TOBAGO, que tiene una mujer mejicana, bien simpática y que comentaban admirados las casualidades de la vida. Vamos de unas en otras.

A partir de mañana, que todo vuelve a la normalidad, iremos a una oficina de Información al Turista que hemos visto también en el pueblo y procuraremos hacer la visita de la isla. Este parece el mejor lugar para dejar el barco y sobre todo ahora que tenemos buenos vecinos.

Día 1 de Abril. Ambiente Caribe

A las 12 UTC (las 9 en nuestro reloj de Brasil) estamos echando el ancla, en 15 m. de sonda, enla bahía de Man of War, enfrente de Charlotteville, en el N de Tobago.

La entrada ha sido un poco peliculesca, el paisaje es parecido al de Walallibú, donde se rodó Piratas del Caribe, las brumas matinales y los rayos de sol que las penetran dan una sensación de misterio e intriga.

Las últimas ocho millas, en el único bordo de la travesía, amurados a babor, han sido a vela hasta el fondeo.

Ayer a media tarde tomamos un segundo rizo en mayor para frenar los caballos que venían un poco desbocados y llegar de día a nuestro destino. Así ha sido y con cálculo milimétrico, de esos que al final resulta milagroso que se cumplan, hemos llegado con la luz del alba a la entrada de la bahía y al fondeo sin ningún problema. Para que no nos riña Mercelú.

Por tratarse de una travesía larga, en Salvador enrollamos el saco de la mayor sobre si mismo y vinimos con la vela descubierta desde la botavara. Esto, que para navegación resulta cómodo y seguro, porque las maniobras con los rizos quedan a la vista, cuando llega el momento de arriar la vela queda hecha un desastre y da mucho trabajo volverla a su sitio.

Recién llegados, sin desayunar, tuvimos un par de horas de trabajo entre ordenar las velas y cabos, soltar el dinghy que venía bien asegurado y ponerle el motor y quitar la sal a lo más delicado. Tenemos una auténtica salmuera a bordo. Los últimos 6-8 días no ha caído una gota de agua del cielo y muchos rociones han hecho de las suyas.

Una vez más, salvo dos o tres excepciones muy cortas, hemos tenido muy poco viento toda la travesía. Lo mejor que te puede ocurrir, ya que seguimos en la tesitura de llegar sin problemas y no más rápido.

La travesía por tratarse del Atlántico W, sobre el que machacan los alisios continuamente, en general ha sido incómoda, a excepción de 3 o 4 días. Siempre el mar por el través, machacando el costado de estribor y provocando balances bruscos y duros que incomodan la vida a bordo. El tiempo tampoco ha favorecido mucho, demasiado gris, poco sol, pocas estrellas.

Como encima no hemos cruzado nada, cuando llegamos no pudimos decir aquello de: ¡hemos llegado a América!, porque ya estábamos aquí, como que no ha prestado lo suficiente el final de una travesía de casi 2.600 millas y nos hemos perdido la celebración correspondiente. Ya nos inventaremos otra cualquiera.

Pasaremos por aquí, según teníamos previsto, unos días de relax y de fondeos agradables. El primero lo es, el agua es súper cristalina y el ambiente es puramente Caribe.

Posición a las 12 horas UTC
Latitud: 11º 19´55 N
Longitud: 60º 33´06 W
Rumbos: 315º a 322º y 213º
Temperaturas del aire entre 25,5 y 32,5º
Temperatura del agua: 27-28º
Millas navegadas en las últimas 21 h: 148 Nm
Millas navegadas desde Melilla: 7.628 Nm
Distancia a Tobago en rumbo directo: 0 Nm

Resumen de la travesía: Hemos navegado 2.557 Nm, el equivalente a una travesía atlántica, en 385 horas, con una velocidad media de 6,64 Kts. a vela 355 horas y a motor 30.