Visita al Pelourinho

Dice Laura

Día 29, encanto barroco

En nuestro primer día en Salvador de Bahía fuimos a visitar el Pelourinho, que es algo así como el casco antiguo de la ciudad. Para acceder a él hay que subir en unos ascensores, que van desde el Mercado Modelo hasta allí arriba. El problema era que ese día, no sabemos por qué, la cola del elevador era…puff…kilométrica. Y además con el calor que hacía se nos hizo eterno.” 

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Ya estamos en la ciudad Alta, Al fondo el Palacio Branco  
   
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  la vista, desde aquí, incluye al PRATI
   

 “Una vez arriba recorrimos sus calles y llegamos a una pequeña iglesia. La iglesia era espectacular y puramente barroca: recargada de arriba a abajo de adornos de oro de tal manera que yo no aguanté dentro demasiado tiempo. Por eso no me apasiona el barroco, es demasiado “hortera” para mi gusto. Salimos de allí, y después de una parada para refrescarnos seguimos callejeando por las calles de piedra. “

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Al fondo la Iglesia de San Francisco  
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Laura tiene razón: Es bien barroca  
   
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Las bahianas, con sus bellos atuendos, animan las calles del Pelourinho

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Puesto de “acaraje”  
   
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  Loli y Laura posando
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“maracatu” mañanero  
 
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Una de mis fotos favoritas de este día.

Ahora una de explicaciones: el acarajé es una comida puramente bahiana, una especie de gran croqueta, hecha con pasta de feijoas y frita en aceite de demdé, lo que le da un olor fuerte y muy característico. Se abren al medio y se pone dentro una masa hecha con verduras, camarones, castañas y como no, una salsa picante.

el maracatú es una música, con raices profundamente africanas, en las que solo intervienen tambores de diferente tamaño, produciendo un ritmo agresivo, fuerte, atronador a veces. Cuando por las noches, se escucha algún grupo de maracatú, recorriendo las calles del Pelourinho, la gente les sigue como hipnotizada. El ruido es capaz de transportarte, es impresionante. Este que vimos por la mañana, es infantil y un poco más suave.

 

Lavagem do Bonfim

El segundo jueves de enero de cada año, los bahianos celebran el inicio de la fiesta del Senhor do Bonfim con un cortejo que se denomina lavagem.
El Senhor do Bonfim da nombre a una iglesia situada en lo alto de la Colina Sagrada, distante 8 km de la zona del mercado Modelo,  en dirección al norte de la Bahía. A ella acuden los náufragos a dar gracias por haber salvado la vida. También, el Senhor do Bonfim,  es famoso por curar enfermedades y hacer todo tipo de milagros.

Nosotros visitamos la iglesia,  hace unos días y pudimos contemplar en sus paredes un montón de exvotos de cera, fotografías familiares, dedicatorias, plegarias,  agradecimientos al Senhor y miles de cintas de colores.

El suvenir típico de Bahía son las cintas de colores con la leyenda “Lembrança del Senhor do Bonfim”, te las regalan, te las venden en lotes, adornan cualquier paquete, decoran pareos y bolsas y a los turistas se las colocan a modo de marca de la casa.

La fiesta comienza con una tradición llamada Lavagem (lavado) de las escaleras del templo por parte de las bahianas,  ataviadas con sus hermosos trajes blancos de fiesta.

Se dirigen allí dentro de un cortejo multitudinario, cientos de miles de personas, según las crónicas un millón, que recorren a pie los ocho kilómetros que separan la Iglesia de la Concepción da Praia y la del Bonfim. Llevan recipientes con el agua y flores para que el acceso al templo quede limpio y perfumado.

Nosotros hemos sido espectadores en la salida del cortejo. Justo delante de nuestro atraque pudimos disfrutar del espectáculo. Comenzó a  las nueve de la mañana y durante horas vimos, con mucho agrado, el paso de la comitiva. !Que maravilla! Como es tradicional en este país,  la música acompaña en todo momento, música diferente para cada grupo del recorrido, con volumen alto, con mezcla de estilos, a veces ensordecedora.

En el cortejo se ve de todo:

Las bahianas con sus búcaros y flores

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Reivindicaciones sociales

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Propaganda política  
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Seguimos con fotos de propaganda política

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Es imposible trasmitir, el sonido, el calor, el movimiento de la gente, la alegría, la mezcla de cosas. Mientras unos desfilan, otros venden de todo: sombreros, cervezas, collares, cervezas, toallas para secarse el sudor, cervezas, soportes de poliestireno para las cervezas, más cervezas, otras bebidas, incluso mucha agua, recuerdos, etc.

Como las setas, han aparecido, alrededor del mercado Modelo, montones de puestos de comida para esta ocasión.

A las nueve, cuando empezó el desfile, la mayor parte de la gente llevaba una cerveza en la mano y el consumo en un día como hoy es de proporciones gigantescas.

Nos hemos despertado oyendo petardos y cohetes. Al amanecer mucha gente ya deambulaba por los alrededores de la Iglesia de la Concepción da Praia, justo en nuestra popa. A las nueve la traca fue ensordecedora para anunciar el comienzo del cortejo.

Cuando estamos escribiendo son las cinco de la tarde y aunque la fiesta es la del Bonfim, aquí en las proximidades del Centro Náutico, junto al Mercado Modelo y con la cercanía del Pelourinho, no ha habido un solo segundo en que no suene la música de charangas de todo tipo. La zona es un hervidero. Hoy además no cobran en el elevador de Lacerda que está de bote en bote y nosotros que hemos subido a comer al Pelourinho, seguimos alucinando, después de casi dos meses en Bahía, de lo que aquí supone una fiesta.

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La bahiana, es un bahiano
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Y toda esta diversidad, acontece en una fiesta que se entiende religiosa. Aquí vale todo. ¡¡¡¡Sorria, vosê está na Bahia!!!!

Más crónicas desde Salvador – Río de Janeiro

Por fin los trabajos de reparación de casco por encima de la línea de flotación fueron realizados con la más genuina parsimonia bahiana, calidad regularcilla, tirando a mala y los remates de pulido de la pintura aún pendientes.

La reparación provisional que se hizo para tapar las pequeñas entradas de agua en el casco de estribor, ha resultado bien. Hemos localizado en la zona de Santos un astillero que dicen puede sacar el barco del agua y proceder a reparar el casco.

Hemos recibido informaciones de todo tipo acerca de los posibles problemas, que con el tiempo, se pueden presentar al quedar dentro del sandwich del casco, agua salada. Hay que tener en cuenta que el agua brotaba en sentinas cinco metros atrás del lugar por el que estaban los golpes. Estamos a la espera de recibir presupuesto para esto.

Desde nuestra última crónica hasta el día de Nochebuena en que llegó la familia, no hicimos otra cosa que contemplar el ritmo “vertiginoso” del operario enfibrador, limpiar el barco cuando él se marchaba y organizar la intendencia para las Navidades en familia.

Por fin el día 24, cerca de medianoche y con un buen retraso, aparecieron Loli, Laura y Andrés, besos y abrazos efusivos y cena “especial” de Nochebuena en el PRATI, allá sobre la una de la madrugada (secallona que los Luigis mandaban desde Tarragona, pan y botellita de cava).

Día 25 de diciembre, a media mañana volvimos al aeropuerto para viajar a Río de Janeiro, ciudad, como ya hemos comentado en muchas ocasiones, maravillosa. Bajo nuestro punto de vista,  la ciudad más bonita del mundo.

Transcribimos ahora las crónicas de los días 25 y 26, escritas por nuestra sobrina Laura:

Laura en Rio  

Día 25, la “maravillosa” comida de Navidad

Al día siguiente no nos levantamos demasiado tarde porque teníamos que coger un avión para ir a Río. Ultimamos los detalles de nuestro viaje y cogimos otro taxi (esta vez con un conductor cuerdo, no como el kamikaze que nos había traído la noche anterior) y fuimos al aeropuerto contemplando los edificios de la ciudad. El vuelo, aunque se movió un poco y a mamá casi le da un chungo, transcurrió con normalidad, hasta que llegó la hora de la comida. Todos esperábamos, al menos, un bocadillo o algo así, pero para nuestra decepción, la comida se limitaba a un paquetito de galletas saladas y un cookie de chocolate, sin opción de pedir nada a la carta. Todos mirábamos incrédulos a ese “piscolabis” mientras nos moríamos de hambre. Por fin llegamos a Río de Janeiro. Viajamos a nuestro hotel admirando la cuidad desde la furgoneta que nos llevaba, y deshicimos las maletas. Como la “comida” del avión había sido más que insuficiente bajamos a un bar cercano a comer, casi a las cinco, unas pizzas que nos supieron a gloria.

Copacabana desde el hotel

Playa de Copacabana, vista desde nuestro hotel.

Día 26, feijoada. Mmm…

Nada más levantarnos y vestirnos bajamos a desayunar. Había frutas, bizcocho, y unas torrijas…mmm… qué torrijas. Ese día habíamos decidido dar un paseo por Copacabana e Ipanema, así que nos pusimos en marcha. Salimos del hotel y recorrimos el paseo de la playa de Copacabana y después callejeamos rumbo a Ipanema. Allí dejamos el paseo y nos internamos en la playa, donde las intrépidas Mada y yo decidimos bañarnos en las cálidas aguas.

Ipanema, muy temprano  
 

Más Ipanema

En Ipanema  
Fotos tomadas en Ipanema  

Después del baño y de que Carlos y papá contemplaran los culos locales, nos fuimos a una terraza a tomar una cervecita para refrescarnos y después fuimos a comer al hotel Caesar Park, una riquísima feijoada, acompañada, como no, por unas caipirinhas y agua fresquita. La feijoada tenía mucho encanto, servida en diferentes potas de barro que parecían la marmita de la poción mágica con diferentes carnes. Lo que no sabíamos era que el precio del agua estaba por las nubes. “¡¡Cinco mil pesetas en agua!!” repetía el capi continuamente.

la feijoada  
  la feijoada (1)

Feijoada……….Mmmmmmmm

Después de esta pequeña estafa dimos media vuelta y nos dirigimos a nuestro hotel para echar una siesta y nos arreglamos para ir a cenar a la Garota de Ipanema, donde picamos algo mientras veíamos un par de actuaciones en directo, acompañadas también por una legión de caipirinhas y sprites. Cuando la actuación hubo concluido emprendimos retirada al hotel porque al día siguiente teníamos que madrugar.”

Para los no lo sepan, feijoada es un plato típico de Brasil, parecido a la fabada, mucho más preto porque las feijoas son pintas y lleva de todo lo que el cerdo puede dar de si: rabo, oreja, morro, lomo, costilla, callos, etc. etc, además de arroz, farofas y picantes. Con ella nos vengamos de la no cena de Nochebuena y la no comida de Navidad.

  Laura
El Corcovado (1)  
El Cristo del Corcovado El Corcovado
Desde el Corcovado
Pao de açucar

   Desde Pao de Açucar, Copacabana
 Pao de açucar (1)
Pao de Açucar y sus vistas  
   
  samba
  Samba
samba (1)  
Y…………………más samba. Del espectáculo Plataforma al que asistimos.
 

También a destacar el cambio espectacular que ha sufrido Río de Janeiro desde nuestra anterior visita en 1.988. En aquella ocasión se mascaba la inseguridad sobre todo en la zona de Copacabana. Todo el mundo nos metió el miedo en el cuerpo. Apenas disfrutamos de la calle, siempre en taxis y sin usar la máquina fotográfica más que en las excursiones. Aunque la ciudad nos gustó muchísimo, en aquella ocasión lo pasamos mal.

Ahora el ambiente nos pareció bien distinto, gente paseando por todas partes, ambiente relajado y celebración de su reciente designación para los juegos olímpicos, esto nos gustó menos por la parte que no nos toca.

Por las noches un estupendo ambiente en la zona de Ipanema, en la calle Vinicius de Moraes y aledaños. Música en vivo en muchos locales, algunos con terrazas al exterior, cervejitas geladas, caipirinhas y buen rollito.