Más crónicas desde Salvador – Río de Janeiro

Por fin los trabajos de reparación de casco por encima de la línea de flotación fueron realizados con la más genuina parsimonia bahiana, calidad regularcilla, tirando a mala y los remates de pulido de la pintura aún pendientes.

La reparación provisional que se hizo para tapar las pequeñas entradas de agua en el casco de estribor, ha resultado bien. Hemos localizado en la zona de Santos un astillero que dicen puede sacar el barco del agua y proceder a reparar el casco.

Hemos recibido informaciones de todo tipo acerca de los posibles problemas, que con el tiempo, se pueden presentar al quedar dentro del sandwich del casco, agua salada. Hay que tener en cuenta que el agua brotaba en sentinas cinco metros atrás del lugar por el que estaban los golpes. Estamos a la espera de recibir presupuesto para esto.

Desde nuestra última crónica hasta el día de Nochebuena en que llegó la familia, no hicimos otra cosa que contemplar el ritmo “vertiginoso” del operario enfibrador, limpiar el barco cuando él se marchaba y organizar la intendencia para las Navidades en familia.

Por fin el día 24, cerca de medianoche y con un buen retraso, aparecieron Loli, Laura y Andrés, besos y abrazos efusivos y cena “especial” de Nochebuena en el PRATI, allá sobre la una de la madrugada (secallona que los Luigis mandaban desde Tarragona, pan y botellita de cava).

Día 25 de diciembre, a media mañana volvimos al aeropuerto para viajar a Río de Janeiro, ciudad, como ya hemos comentado en muchas ocasiones, maravillosa. Bajo nuestro punto de vista,  la ciudad más bonita del mundo.

Transcribimos ahora las crónicas de los días 25 y 26, escritas por nuestra sobrina Laura:

Laura en Rio  

Día 25, la “maravillosa” comida de Navidad

Al día siguiente no nos levantamos demasiado tarde porque teníamos que coger un avión para ir a Río. Ultimamos los detalles de nuestro viaje y cogimos otro taxi (esta vez con un conductor cuerdo, no como el kamikaze que nos había traído la noche anterior) y fuimos al aeropuerto contemplando los edificios de la ciudad. El vuelo, aunque se movió un poco y a mamá casi le da un chungo, transcurrió con normalidad, hasta que llegó la hora de la comida. Todos esperábamos, al menos, un bocadillo o algo así, pero para nuestra decepción, la comida se limitaba a un paquetito de galletas saladas y un cookie de chocolate, sin opción de pedir nada a la carta. Todos mirábamos incrédulos a ese “piscolabis” mientras nos moríamos de hambre. Por fin llegamos a Río de Janeiro. Viajamos a nuestro hotel admirando la cuidad desde la furgoneta que nos llevaba, y deshicimos las maletas. Como la “comida” del avión había sido más que insuficiente bajamos a un bar cercano a comer, casi a las cinco, unas pizzas que nos supieron a gloria.

Copacabana desde el hotel

Playa de Copacabana, vista desde nuestro hotel.

Día 26, feijoada. Mmm…

Nada más levantarnos y vestirnos bajamos a desayunar. Había frutas, bizcocho, y unas torrijas…mmm… qué torrijas. Ese día habíamos decidido dar un paseo por Copacabana e Ipanema, así que nos pusimos en marcha. Salimos del hotel y recorrimos el paseo de la playa de Copacabana y después callejeamos rumbo a Ipanema. Allí dejamos el paseo y nos internamos en la playa, donde las intrépidas Mada y yo decidimos bañarnos en las cálidas aguas.

Ipanema, muy temprano  
 

Más Ipanema

En Ipanema  
Fotos tomadas en Ipanema  

Después del baño y de que Carlos y papá contemplaran los culos locales, nos fuimos a una terraza a tomar una cervecita para refrescarnos y después fuimos a comer al hotel Caesar Park, una riquísima feijoada, acompañada, como no, por unas caipirinhas y agua fresquita. La feijoada tenía mucho encanto, servida en diferentes potas de barro que parecían la marmita de la poción mágica con diferentes carnes. Lo que no sabíamos era que el precio del agua estaba por las nubes. “¡¡Cinco mil pesetas en agua!!” repetía el capi continuamente.

la feijoada  
  la feijoada (1)

Feijoada……….Mmmmmmmm

Después de esta pequeña estafa dimos media vuelta y nos dirigimos a nuestro hotel para echar una siesta y nos arreglamos para ir a cenar a la Garota de Ipanema, donde picamos algo mientras veíamos un par de actuaciones en directo, acompañadas también por una legión de caipirinhas y sprites. Cuando la actuación hubo concluido emprendimos retirada al hotel porque al día siguiente teníamos que madrugar.”

Para los no lo sepan, feijoada es un plato típico de Brasil, parecido a la fabada, mucho más preto porque las feijoas son pintas y lleva de todo lo que el cerdo puede dar de si: rabo, oreja, morro, lomo, costilla, callos, etc. etc, además de arroz, farofas y picantes. Con ella nos vengamos de la no cena de Nochebuena y la no comida de Navidad.

  Laura
El Corcovado (1)  
El Cristo del Corcovado El Corcovado
Desde el Corcovado
Pao de açucar

   Desde Pao de Açucar, Copacabana
 Pao de açucar (1)
Pao de Açucar y sus vistas  
   
  samba
  Samba
samba (1)  
Y…………………más samba. Del espectáculo Plataforma al que asistimos.
 

También a destacar el cambio espectacular que ha sufrido Río de Janeiro desde nuestra anterior visita en 1.988. En aquella ocasión se mascaba la inseguridad sobre todo en la zona de Copacabana. Todo el mundo nos metió el miedo en el cuerpo. Apenas disfrutamos de la calle, siempre en taxis y sin usar la máquina fotográfica más que en las excursiones. Aunque la ciudad nos gustó muchísimo, en aquella ocasión lo pasamos mal.

Ahora el ambiente nos pareció bien distinto, gente paseando por todas partes, ambiente relajado y celebración de su reciente designación para los juegos olímpicos, esto nos gustó menos por la parte que no nos toca.

Por las noches un estupendo ambiente en la zona de Ipanema, en la calle Vinicius de Moraes y aledaños. Música en vivo en muchos locales, algunos con terrazas al exterior, cervejitas geladas, caipirinhas y buen rollito.