La Graciosa sigue siendo un remanso de paz y un lugar de especial encanto.
Seguramente a lo largo de nuestro periplo encontraremos lugares similares, pero éste tiene una ventaja adicional: estamos en nuestro país y nos entendemos con la gente de la calle y sus costumbres.
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Aquí estamos desde el domingo pasado. Salvo un día de mantenimientos del barco y limpiezas, estamos tumbados a la bartola.
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No es habitual tener una vista semejante desde la cama de uno mismo.
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De nuestra crónica anterior, un lector meticuloso nos ha advertido de un par de errores cometidos que pasamos a subsanar:
Cesar Manrique no era arquitecto de titulación académica, artista sí y maravilloso por cierto.
Donde decimos “El Mirador del Diablo” queremos decir Mirador del Rio, aunque si nos parece que hay un restaurante en ese emplazamiento que se llama del Diablo y eso ha debido equivocarnos.
Para más puntualización, el enclave está sobre el acantilado, en el Risco de Famara y tiene 400 mts. de altitud. |
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Ahí esta Prati en su atraque.
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Ahora ponemos unas cuantas fotos de La Graciosa, en la próxima crónica completaremos el reportaje fotográfico. |
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