Excursión a Marruecos

Por fin el sábado se terminaron los trabajos mecánicos. Como teníamos el meteo adverso, mínimo hasta el martes, programamos con los taberneros y los donmanueles un viajecito a morilandia. A media tarde los seis en la furgona de donmauel pusimos rumbo a Oujda, ciudad de interior, de 500.000 habitantes, que dista de Melilla unos 120 Km y que es la capital de la provincia más oriental de Marruecos, lindando con Argelia.

Primera estación: paso de la aduana. Después de media hora para los trámites de sellado de pasaportes y vehículo, todo simplificado por la colaboración de una amiga marroquí de Chica (la mujer de Manolo) nos indican que tenemos que pasar reconocimiento médico antes de entrar en Marruecos. Manda güevos, debíamos ser los únicos con aspecto limpio y sano de todos los que estaban cruzando la frontera en ese momento. ¡¡¡¡Manda güevos!!!!!! again. Nos pusieron delante de una pared y con una especie de cámara termo gráfica, nos diagnosticaron unas temperaturas corporales, que oscilaban entre los 34º y los 35ºC. Manda güevos, los pájaros disparan a las escopetas. Como a pesar de eso, seguíamos vivos y sin la gripe porcina, nos dejaron pasar. En una horita de na y con la suerte de que era un momento de baja actividad, primera, segunda y tercera y a Oujda.

Llegamos anochecido, buscamos hotel, cenorra marroquí y visita al Nigth Club ACTOR`S. La sorpresa fue mayúscula, en un área geográfica en que todas las mujeres van con el pelo cubierto y tapadas hasta los pies, había un golferío que te cagas. Un montón de chavalas jovencillas trataban de llevarse el gato al agua con artes guerrilleras, muslamen y tetamen a tope y alguna guiñada de ojos que se dejaba caer por el ambiente. Los varones españoles mantuvimos la cordura a duras penas, a pesar de que nos rascábamos los ojos a metro y medio.

A las tres de la mañana y después de unas cuantas copas, a la piltra.

Desayuno en un jardincito junto a la piscina, muy agradable.

Visita al Zoco (Suuk, en árabe) Espectacular, de los más auténtico y genuino que los Pratis hemos visto hasta la fecha y ya hemos estado en varios países árabes. Este tenía la gran ventaja de que posiblemente éramos los únicos turistas

Nos sorprendieron, sobre manera, las tiendas de ropa femenina, con hileras interminables de maniquíes, todas rubias, hieráticas y guapas, que contrastan con las autóctonas. En algunas tiendas colgaban cabezas de mujer, de una cuerda, para exhibir los pañuelos. Parecía la escenificación de Barbazul.

3614173701_7de75a9413_o

Al lado unas piernas hinchables vistiendo modelos de pantis y mallas, luciendo hermosos traseros.

3614142961_baed62f9c3_o

En la calleja de al lado,cabezas de camello, de carne y hueso, en el dintel de una carnicería, para indicar el tipo de carne a la venta. Una de ellas con una flor en la oreja, algo surrealista.

Como en casi todos los zocos pasas por zonas de unos aromas que cautivan por su exotismo, especias, hierbas, frutas y otras por su hedor, con regueros de aguas sucias y sanguinolentas con actividades de lo más desagradable.

 

En una de las placitas había un par de escribanos, con sus Olivetti, esperando clientes necesitados de ayuda. Al lado los afiladores, que al no ser gallegos no llevaban flauta.

Recorrimos zonas de utensilios metálicos, todo de latón brillante que parece oro, con adornos arabescos: hermosas bandejas, teteras, dagas, farolillos, en fin lo de siempre pero sin que nadie te acose para que compres. Pasamos totalmente desapercibidos con la salvedad de las miradas de algún jovencito a los culos de las chicas españolas.

Todo el zoco está situado dentro de un recinto amurallado y hay cientos de tiendas y callejuelas estrechas en las que no penetra el sol y se está fresquito.

En una de las puertas principales también estaban instalados dos o tres puestos “ilegales”. Aparece un municipal y quiere desmontar el quiosco a un joven fortachón que le hace frente, le da empujones, de un guantazo le quita la gorra al guardia y se monta la pelea. Inmediatamente aparece un soldado y entre los dos se hacen con el rebelde, van discutiendo calle adelante y de vez en cuando el chaval vuelve a la carga. Según el criterio de Javier y Manolo, le van a dar una paliza que se va a acordar. Más tarde vemos con sorpresa que el tipo regresa y monta su chiringuito exactamente en el mismo sitio y tan pancho. Al salir tuvo nuestra felicitación, indicándole por señas que tenía un par de cataplines y mostrándole nuestra admiración. Cruzamos sonrisas, apretón de manos y mahasalama, que quiere decir hasta luego.

En resumen, el zoco nos ha encantado.

A la fragoneta y rumbo a la costa para visitar Saïdia, una ciudad que ha sido durante años destino de vacaciones de los franceses y en la que están construyendo una gran urbanización de chalets y campos de golf. Tiene una Marina deportiva, nuevecita y vacía y un hotel Barceló que abre próximamente.

Por la tarde, regresando hacia Melilla, paramos en un lugar acantilado muy pintoresco, al W el Cabo de Agua, con su faro y su puertito de pesca, delante a unas tres o cuatro millas las Islas Chafarinas.

Tres islotes con la bandera de España ondeando y en la isla central un acuartelamiento del ejercito español. ¿Qué pintaremos ahí? Una playa de muchos kilómetros, muy bonita y salvaje se extiende hacia el E. en dirección a Saïdia y más al fondo los acantilados de la costa argelina. Al borde del acantilado una garita de guardia, de un metro cuadrado, con un soldado marroquí inside, seguramente estará controlando al ejercito español. Ocupando este enclave tan especial, un chiringuito con veladores y porches de cañizo, todo muy diseminado y agradable, donde tomamos un estupendo té moruno. A nuestro alrededor, algunas familias moras disfrutando del día soleado y del lugar .

Antes de llegar a Melilla, paramos en Nador, ciudad muy bulliciosa y animada, de unos trescientos mil habitantes. La fundaron los españoles a principios del siglo pasado para atender la explotación de las Minas del Rif. Al atardecer el paseo marítimo es un hervidero de gente. Las terrazas de los cafés atestadas de hombres, con las sillas mirando hacía la calle, como si estuvieran en el cine.

Aquí también dimos una vueltecita por el zoco, pero parecía un centro comercial a lo chapuzante. Traíamos el listón muy alto.

Llegamos a Melilla cerca de las once, la aduana a pesar de estar más colapsada, resulta más fácil para el regreso.

Unas cañas y unas tapitas en el puerto y cada mochuelo a su olivo, cansados pero contentos.

Al llegar al barco, en el patín de estribor, vimos unas gotitas de agua en el piso. Rastreando llegamos al cuarto de baño y al abrir la puerta vimos que estaba de agua hasta arriba. El enjaretado de la ducha flotando a unos 15 cm del suelo. Probamos el agua y es dulce. Inmediatamente comprobamos en el aforador del tanque correspondiente que está totalmente vacio. 400 litros de agua han cambiado de ubicación. A investigar. Después de un rato de pesquisas escuchamos un ruidito que sale del grifo del lavabo, había quedado mal cerrado y por él se ha vaciado el tanque. Ahora hay agua en todas las sentinas, que con paciencia, poniendo a funcionar la bomba eléctrica, el achicador manual y la fregona pudimos controlar en una hora.

Javier El Tabernero, fue el reportero oficial. Cuando nos pase las fotos las intercalaremos en la crónica.